Algunos creen que tener una mala opinión de sì mismas es una señal de humildad. Pero Pablo es un precioso ejemplo de cómo debemos acercarnos a Dios. Él no se reprocha a sì mismo, ni le dice a Dios lo vil y pecador que es. Más bien, habla frecuentemente con un espìritu de humildad acerca de la gracia de Dios. Hay siete cosas que podemos hacer para que Dios desarrolle ese espìritu en nuestra vida.
Para procurar la humildad, es necesario morir al yo. Debemos rechazar ponernos en primer lugar, y más bien preguntar al Señor cuál es Su voluntad para nuestra situación. Dios quiere que nos dediquemos a los demás, porque Él nos ha hecho representantes de Su verdad, algo que necesitan mucho quienes nos rodean. Y cuando Dios bendiga a otros, nosotros, como seguidores de Cristo, debemos alegrarnos por las cosas buenas que les suceden (Romanos 12:15).
En cuanto a nosotros, debemos depender totalmente de Dios. Si queremos vivir con auténtica humildad, debemos confiar en Él en todas las circunstancias. El Señor nos tiene reservadas muchas cosas buenas. Si dirigimos nuestros pensamientos continuamente a Su gracia y a Su bondad, nuestra confianza en Él crecerá. También es importante que nos distanciemos de todo lo que apele a nuestro orgullo, como la riqueza, el prestigio, la lista es interminable para cada persona. Por último, debemos resolvernos a obedecer a Dios, no importa las consecuencias. Cuando usted se humille delante de Él, podrá señalar ese dìa como el comienzo de la mejor parte de su vida.
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