viernes, marzo 30, 2007

Decisión



La historia del hijo pródigo es probablemente la parábola de Jesús mas conocida. Toda persona puede verse reflejada en esta historia, porque todos nos hemos alejado de la voluntad del Padre celestial en algún momento. Después de haber sido salvados por gracia por el sacrificio expiatorio de Jesucristo, tenemos todavía la alternativa de ser hijos rebeldes u obedientes a Dios. Él no nos obligará a permanecer sumisos.

Podemos ejercer el libre albedrío que tenemos para alejarnos del Señor. Pero, nuestro Padre en Su gran amor, nos envía advertencias para hacernos volver al buen camino. En realidad, Él hará todo lo que sea necesario, menos violar nuestra voluntad, para hacernos volver de nuevo a una relación correcta con Él.

¿Por qué razón querrían los creyentes alejarse del Dios que vive en ellos? Algunos, como la oveja de la otra parábola, se alejan tranquilamente por una senda que parece llevarles a mejor oportunidades (Lc. 15:4-6). Si una oveja quita sus ojos del pastor, puede fácilmente irse a donde vea hierba que le parezca más apetecible.

Otras personas deciden voluntariamente abandonar el camino del Señor para ir tras sus propios objetivos. Estos creyentes saben que están haciendo algo malo, pero justifican su decisión o culpan a otros por su extravío.

No importa de qué manera terminemos fuera de la voluntad del Señor, somos responsables por las acciones que nos llevaron a hacerlo. Debemos, evitar la tentación de ir tras cosas que Él no quiere para nosotros. Aunque otra oportunidad nos parezca buena, los cristianos sólo hallarán satisfacción en una relación confiada y de obediencia a Jesucristo.

jueves, marzo 29, 2007

¿hablamos para maldicion o bendicion?

Lo que decimos se convierte en realidad: esta es una verdad que vemos en la Biblia. La vemos en Marcos 11:23, Mateo 21:21, Santiago 3:2 y muchos versículos más. Pero a menudo se nos olvida eso porque hablamos como el mundo en lugar de hablar la Palabra, y con el tiempo recibimos lo que hemos estado articulando: una gran confusión.

Si ha tenido esa experiencia, recuerde que lo que tiene en su vida es producto de sus palabras. Para que pueda cambiar lo que tiene, deberá cambiar lo que sale de su boca. Para cambiar el rumbo de su vida - de la muerte a la vida, de la enfermedad a la salud, del fracaso al éxito - , tendrá que medir sus palabras. Eso es más fácil decirlo que hacerlo. Pero esa es la clave: tiene que decirlo para que sea hecho. ¿Cómo se empieza?

Tenga presente que este problema no se puede solucionar con lo natural, sino con poder espiritual, porque estamos hablando de una ley espiritual.

Santiago 3:7-8 dice que la lengua no puede ser domada con el mismo poder con que se doma a los animales; se necesita la sabiduría de Dios. La Palabra es la sabiduría de Dios (Proverbios 2:6). Jesús dijo que sus palabras son espíritu y son vida. Eso significa que se necesitan las palabras de Dios para domar nuestra lengua.

La boca del necio es quebrantamiento para sí, y sus labios son lazos para su alma.

–(Proverbios 18:7)

Segundo, arrepiéntase por haber permitido que otros, además del Espíritu Santo, usaran su lengua. Luego, entréguele su lengua a Jesús y decida que va a hablar palabras de amor, de fe, de gozo, de paz y de gracia. Las palabras de fe detienen los dardos de fuego del infierno.

Tercero, haga lo que Jesús dice en Marcos 4:24: "mirad lo que oís". O sea, considere sus palabras: "¿quiero que lo que acabo de decir se haga realidad?" Si la respuesta es no, deténgase y corríjase en ese momento, y reemplace las palabras negativas con alabanzas (Efesios 5:4).

Si no ha medidio sus palabras, cámbielas para que pueda cambiar el rumbo de su vida. Pida al Señor que guarde su boca (Salmos 141:3). Ponga el poder de la lengua a trabajar a su favor; deje de usarla para causar confusión y empiece a usarla para hacer milagros. En su boca hay un milagro.

martes, marzo 27, 2007

Viviendo por la fe

7 Pero tenemos este tesoro en vasos de barro,[h] para que la excelencia del poder sea de Dios y no de nosotros,

8 que estamos atribulados en todo, pero no angustiados;[i] en apuros, pero no desesperados;[j]

9 perseguidos, pero no desamparados; derribados, pero no destruidos.

10 Dondequiera que vamos, llevamos siempre en el cuerpo la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestros cuerpos,

11 pues nosotros, que vivimos, siempre estamos entregados a muerte por causa de Jesús,[k] para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal.

12 De manera que la muerte actúa en nosotros, y en vosotros la vida.

13 Pero teniendo el mismo espíritu de fe, conforme a lo que está escrito: «Creí, por lo cual hablé»,[l] nosotros también creemos, por lo cual también hablamos.

14 Y sabemos que el que resucitó al Señor Jesús,[m] a nosotros también nos resucitará con Jesús, y nos presentará juntamente con vosotros.

15 Todas estas cosas padecemos por amor a vosotros, para que abundando la gracia por medio de muchos, la acción de gracias sobreabunde para gloria de Dios.

16 Por tanto, no desmayamos; antes, aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día,

17 pues esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria;[n]

18 no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven, pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas.

lunes, marzo 26, 2007

De creer a entender

La Biblia dice que somos reyes y sacerdotes (Apocalipsis 1:6) y vencedores sobre el mundo (1 Juan 5:4). Pero para la mayoria de nosotros esas son solo palabras que aun no se han convertido en realidad. Hemos sido enga?ados por el diablo para que vivamos vidas derrotadas. Aun no entendemos quienes en realidad somos.

En 1 Cronicas 14 vemos que David tuvo un problema parecido. Habia sido ungido como rey por el profeta Samuel cuando era un adolescente. Por años supo que algun dia reinaria sobre Israel; sin embargo, no estaba convencido de ello.

Pero vea lo que dice el versiculo 2: "Entonces entendio David que Jehova lo habia confirmado como rey sobre Israel, pues habia exaltado su reino sobre su pueblo Israel". !Por fin quedo convencido! David entendio que el Señor lo habia establecido como rey. Me imagino a David diciendo: "Soy rey. !En realidad soy rey! !YO SOY REY!" En ese momento, ser rey dejo de ser un sue?o para David y se convirtio en una realidad; el pudo verse como rey.

Sin embargo, en todo esto somos mas que vencedores por medio de aquel que nos amo.

–(Romanos 8:37)

Que tiene que ver eso con nosotros? Pues, al igual que David, se nos ha asignado un oficio real, solo que se nos ha hecho dificil creerlo. Pero hasta que no creamos, no podremos ejercer el poder o la autoridad de ese oficio.

Por ejemplo, supongamos que alguien esta enfermo. Esa persona podra gritar 50 veces al dia que por las heridas de Cristo es sanada; podra esperar ser sanada; podra creer con todas sus fuerzas en la sanidad. Pero si no se ve realmente completa y sana en Cristo Jesus, si no se ve "sanada" en lugar de verse "enferma", nunca recibira ayuda sobrenatural. Pero una vez que llegue a entender y a darse cuenta de que es "sanada", nadie, ni siquiera el diablo mismo, podra impedirle que sea sanada.

No deje que el diablo le siga engañando. Permanezca en la Palabra de Dios para que pueda pasar de la creencia al conocimiento cierto. Leala y meditela. Vease a traves de los ojos de la Palabra de Dios hasta que su posicion en la familia real de Cristo sea una realidad en su vida.

viernes, marzo 23, 2007

Olvidemos las deferencias

Si sabe como oir la voz de Dios, podra oirlo llamando al Cuerpo de Cristo hoy. El esta pidiendo unidad, esta pidiendo que dejemos los desacuerdos y que nos unamos en preparacion para la venida de Jesucristo.

Algunos creyentes se asustan con solo pensar en unirse con otros. "?Como se le ocurre que voy a unirme con alguien de otra iglesia o grupo? - dicen - . No voy a dejar mi doctrina para ponerme de acuerdo con las de otro solo por causa de la unidad".

Lo que no entienden es que la unidad biblica no se basa en la doctrina. Los vientos de doctrinas, segun Efesios 4:14, son cosa de ni?os. Los vientos de doctrinas no unen a nadie, mas bien dividen y esparcen a la gente en todas direcciones. La Palabra no dice nada con respecto a unirnos en nuestras doctrinas; dice que lleguemos a la unidad de la fe. En el pasado, no hemos entendido esto y hemos tratado de exigir unidad doctrinal los unos de los otros.

"Si usted no esta de acuerdo conmigo en cuanto a hablar en lenguas - decimos - o en cuanto al arrebatamiento o en cuanto a las aguas del bautismo, no lo aceptare como hermano en el Se?or. No tendre compa?erismo con usted".

Pero Dios no hace las cosas de esa forma. El no tiene una lista larga de las exigencias doctrinales que debemos cumplir. Sus requisitos son simples. En 1 Juan 3:23 nos dice cuales son: que creamos en el nombre de su Hijo Jesucristo, y que nos amemos los unos a los otros.

Una vez que usted y yo empecemos a guardar esos mandamientos y dejemos de preocuparnos por el resto, podremos olvidar nuestras ri?as doctrinales e integrarnos en la unidad de la fe. Creceremos tan fuertes en la unidad del Espiritu que los vientos de doctrina no podran separarnos. Cuando eso suceda, al diablo le va a dar panico, porque la unidad de la fe del pueblo de Dios es un asunto asombroso; es el hecho mas poderoso y sin limites del mundo.

Ahora mismo, en todo el mundo, el Espiritu esta llamando a la Iglesia del Dios vivo para que se una. Obedezcale, porque usted podria ser parte de uno de los movimientos mas extraordinarios de Dios que este mundo haya visto.

miércoles, marzo 21, 2007

Las recompensas de la espera

¡Muévanse! ¿Cuántas veces hemos pensado esto cuando estamos parados en una cola, esperando por alguien, o en medio del tráfico? La verdad es que a la mayoría de nosotros no nos gusta ver demorados nuestros planes. Es quizás por eso que tenemos problemas para esperar en el Señor, porque no queremos escuchar: “Quédate donde estás hasta que recibas nuevas órdenes. No hagas ningún cambio sin la aprobación del Espíritu. Continúa como estás, y sigue esperando”. Pero hay recompensas por no adelantarse a Dios.

Bendición # 1. Descubriremos la voluntad y el propósito de Dios. Nuestra impaciencia puede hacer que perdamos lo mejor que Dios ha dispuesto para nosotros, y que caigamos en situaciones que nos habría gustado evitar. La misericordia del Señor se derramará sobre aquellos que decidan estar quietos delante de Él (Lamentaciones 3:25).

Bendición # 2. Tendremos poder sobrenatural para el trabajo. Es frecuente que el Señor nos pida que sirvamos en cosas que están más allá de nuestras capacidades naturales. Pero el Señor nos dará por medio de su Santo Espíritu todo el poder que necesitemos para la tarea que Él nos ha encomendado.

Bendición # 3. Recibiremos respuestas a la oración. Si nos mantenemos donde estamos, seremos recompensados con una respuesta de nuestro Dios, y también con Su dirección y ayuda (Salmo 40:1-3).

Bendición # 4. Veremos a Dios en actividad. El soberano Señor, Creador del cielo y de la tierra, dador y sostenedor de la vida, dirigirá Sus esfuerzos hacia nosotros para nuestro provecho y también para el beneficio de los demás (Isaías 64:4).

lunes, marzo 19, 2007

NO BASTA SER BUENO

Publio Clodio Pulcro, uno de los caudillos de la última república romana, estaba perdidamente enamorado de Pompeya, la esposa del Cónsul Máximo. Al no hallar otro medio para acercarse a ella, recurrió a la treta de disfrazarse de mujer y asistir así, en casa del César, a la fiesta de la Diosa Buena, donde no podían entrar los hombres. Con todo, el enamorado galán fue descubierto, pero logró escapar. Cuando el César se enteró de lo sucedido, decidió no acusar a Pompeya de complicidad, como si ella de antemano supiera del asunto, sino repudiarla con palabras que habrían de hacerse proverbiales. «A la mujer del César —dijo— no le basta ser honrada, sino que además tiene que parecerlo.» De allí el refrán que dice: «No basta ser bueno, sino parecerlo.» 1

Esta anécdota de la insigne pluma del historiador Plutarco nos da a entender que se puede ser bueno y parecer malo, o ser malo y parecer bueno. Es decir, vale más lo que se percibe, que la realidad misma. Las impresiones que damos son tan poderosas que debemos tener sumo cuidado con ellas.

En cambio, a Dios nunca le han preocupado las apariencias porque conoce hasta las intenciones de nuestro corazón. Aquel que nos creó con esta naturaleza humana jamás ha necesitado investigar nuestro carácter ni examinar nuestros antecedentes penales. Jamás ha perdido el tiempo dudando de nuestra sinceridad ni percibiendo lo que no es, porque Él siempre percibe lo que es. ¡Él sólo percibe las cosas como son en realidad! Nos conoce al derecho y al revés. Él sabe si de veras somos buenos. Es más, sabe que no hay nadie bueno de por sí.

A un joven rico que lo trata de bueno, Jesús le pregunta por qué lo llama bueno, y además le dice que nadie es bueno sino sólo Dios. Lo que hace falta es abandonar toda noción de bondad personal y de riqueza propia. Sólo así se puede seguir a Cristo y contagiarse de la bondad divina. 2 Es decir, no hay nadie lo bastante bueno como para merecer la entrada al cielo. Por eso Dios nos concedió a todos entrar de la misma manera: mediante su bondad infinita, por la que dio su vida por el mundo pecador. Basta con que nos apropiemos de ese acto de bondad suprema con que nos salva. Así jamás tendremos que volver a preocuparnos por parecer buenos, porque sabremos que lo somos sólo por los méritos de Cristo, el Único que es bueno por naturaleza