jueves, noviembre 30, 2006

Acción de gracias por la victoria

salmo

(2 S 22.1-7)


1 Te amo, Jehová, fortaleza mía.

2 Jehová, roca mía y castillo mío,mi libertador;
Dios mío, fortaleza mía, en él confiaré;
mi escudo y la fuerza de mi salvación,mi alto refugio.


3 Invocaré a Jehová,quien es digno de ser alabado,
y seré salvo de mis enemigos.


4 Me rodearon los lazos de la muerte
y los torrentes de la destrucción me atemorizaron.


5 Los lazos del seol me han rodeado,
me tendieron redes de muerte.


6 En mi angustia invoqué a Jehová
y clamé a mi Dios.
Él oyó mi voz desde su templo
y mi clamor llegó hasta sus oídos.


7 La tierra fue conmovida y tembló;
se conmovieronlos cimientos de los montes
y se estremecieron,porque se indignó él.

miércoles, noviembre 29, 2006

Un corazón orgulloso

El orgullo es engañoso. La persona orgullosa es a menudo la última que se entera de lo que hay en su corazón. Nuestra propia importancia nos hace desear ser el número uno. En vez de procurar ser mejores personas, estamos resueltos a ser mejores que los demás.

Para llegar a tener esa posición sobre los demás, constantemente estaremos apuntando hacia nosotros mismos como los mejores, y buscando la alabanza y los halagos de los demás. Muchas veces decidimos estar alrededor de personas importantes y apreciadas, pero tendemos a ignorar a los menos admirados. Esto es lo opuesto a la manera como Jesús trataba a las personas. Él mostró compasión hacia la mujer adúltera, pero se refirió a los fariseos como sepulcros blanqueados.

Mientras buscamos la prominencia exteriormente, nuestro espíritu se vuelve rebelde interiormente. Nos negamos a obedecer a Dios porque creemos saber más que Él.

Para dominar nuestra desobediencia y poner a nuestro orgullo bajo el control de Dios, tenemos que reconocer las partes específicas de nuestra vida que han sido afectadas. Al confesar esas áreas, damos el primer paso hacia el sometimiento porque volvemos a centrar nuestra atención en Dios. Debemos estar vigilantes contra una actitud de orgullo. Podemos eliminarla si recordamos lo que Dios ha hecho en nuestra vida, y de lo que Él nos salvó.

El orgullo nos llevará a compararnos con los demás. Encontraremos a alguien a quien podamos aventajar en logros, o en ropa, o en inteligencia, pero la persona con quien debemos compararnos es Jesucristo, y siempre encontraremos que no estamos a Su altura.

martes, noviembre 28, 2006

Donde esta mi bendicion

Y vendrán sobre ti todas estas bendiciones, y te alcanzarán, si oyeres la voz de Jehová tu Dios.
–(Deuteronomio 28:2)

"Bueno, hermano, estoy seguro de que al final usted verá que las dificultades económicas son en realidad una bendición disfrazada": ¿alguna vez ha oído a alguien decir esas palabras a otro que está mal económicamente? Es posible que sí pues es una creencia muy común.

El problema con esa creencia es que es una mentira de la cual el diablo se vale para oprimir a los creyentes, y ello explica por qué hay tantos cristianos que fracasan una y otra vez en sus finanzas. Pero veamos lo que dice la Palabra de Dios para aclarar este el asunto de la prosperidad y la pobreza. Aclaremos de una vez por todas cuál es la bendición y cuál es la maldición.

La respuesta la encontramos en Deuteronomio 28. Lo que Dios describe en los versículos 1 al 14 es la bendición: la prosperidad. En los versículos 15 al 31, Él describe la pobreza: la maldición.La maldición tiene como fin destruir; su fin no es enseñarle alguna lección ni hacerle más espiritual, sino destruirle. No importa que la pobreza sea mucha o poca, seguirá siendo una maldición.

Satanás ha hecho todo lo que ha podido para convencer al pueblo de Dios de que la pobreza es una bendición disfrazada, pero la pobreza es algo que el diablo inventó. Así que no le crea ni por un momento. Renueve su mente con la Palabra de Dios.

Si usted es hijo de Dios nacido de nuevo, no tiene por qué estar viviendo bajo la maldición de la pobreza ni de ninguna otra maldición. ¡Usted ha sido redimido!

lunes, noviembre 27, 2006

El es

Hebreos 5; 1-10

1 Porque todo Sumo sacerdote es escogido de entre los hombres y constituido a favor de los hombres ante Dios, para que presente ofrendas y sacrificios por los pecados,

2 él puede mostrarse paciente con los ignorantes y extraviados, puesto que él también está rodeado de debilidad,

3 por causa de la cual debe ofrecer por los pecados, tanto por sí mismo como también por el pueblo.[a]

4 Y nadie toma para sí esta honra, sino el que es llamado por Dios, como lo fue Aarón.[b]

5 Por eso, tampoco Cristo se glorificó a sí mismo haciéndose sumo sacerdote, sino que fue Dios quien le dijo:
«Tú eres mi Hijo, yo te he engendrado hoy».

6 Como también dice en otro lugar:
«Tú eres sacerdote para siempre, según el orden de Melquisedec».

7 Y Cristo, en los días de su vida terrena, ofreció ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas al que lo podía librar de la muerte, y fue oído a causa de su temor reverente.

8 Y, aunque era Hijo, a través del sufrimiento aprendió lo que es la obediencia;

9 y habiendo sido perfeccionado, vino a ser autor de eterna salvación para todos los que lo obedecen,

10 y fue declarado por Dios Sumo sacerdote según el orden de Melquisedec. ç


Jesus es tu sumo sacerdote, ven a El, y entrega tu vida, te aseguro que veras sus maravillas.

viernes, noviembre 24, 2006

Avive el poder

Deseando verte, al acordarme de tus lágrimas... Por lo cual te aconsejo que avives el fuego del don de Dios que está en ti... Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio.
–(2 Timoteo 1:4,6,7)

Habrá veces en la vida cuando usted podrá discernir lo que Dios quiere que haga, pero sentirá que no tiene los recursos en sí mismo para hacerlo, sentirá que se ha secado internamente. Pero usted sabe que la Palabra dice que "de su interior correrán ríos de agua viva" (Juan 7:38). Pero, en esos momentos, usted ni siquiera puede encontrar el riachuelo, mucho menos el río.

La Palabra de Dios nos da una orden clara en cuanto a qué hacer en tal situación; nos dice que debemos avivar el fuego del don de Dios que está en nosotros.

Lo que usted debe hacer es avivarse a sí mismo, y para hacerlo, ya tiene en su interior lo que necesita; Jesús ya lo puso ahí. Todo lo que necesitará en la vida para llevar a cabo lo que Dios le ha llamado a hacer ya ha sido puesto en su interior por el Dios Todopoderoso. La fe, el poder y el amor ya están ahí. Créalo, declárelo, dígalo.

Confiese esas cosas ahora mismo en voz alta: "En el nombre de Jesús, avivo el don que está en mí por la fe. No voy a esperar hasta sentirme avivado, sino que lo avivo por la fe. Estoy dando un paso de fe y sé que después los sentidos me seguirán. Avivo también el amor y el poder de Dios que están en mí. Me estoy avi¬vando y estoy echando al diablo de mis asuntos. Me estoy avivando en el Espíritu del Dios viviente. ¡ESTOY avivado!"

jueves, noviembre 23, 2006

Empiece a hablar palabras de fe



¡Generación de víboras! ¿Cómo podéis hablar lo bueno, siendo malos? Porque de la abundancia del corazón habla la boca.
–(Mateo 12:34

Así como las palabras sin fe no tienen ningún efecto, la fe sin palabras tampoco. Ambas son necesarias para activar la ley de la fe. Hay muchos creyentes que ignoran ese principio; están hablando siempre palabras de duda y de incredulidad. Luego, un día se les ocurre levantarse y decir algunas palabras de fe, y con ellas esperan mover montes; pero para su sorpresa, los montes no se mueven.

¿Por qué no se mueven? Pues, como dice Mateo 12:34-35, las palabras que vienen del corazón son las que producen resultados. La persona que dice algunas palabras de fe de vez en cuando, no las está diciendo de la abundancia de su corazón, por eso no son eficaces.

¿Quiere eso decir que usted no debería hablar palabras de fe hasta que no esté seguro de que tiene la fe para respaldarlas?

¡No! Hablar palabras de fe es un buen ejercicio espiritual. Por ejemplo, en lo que concierne a la salud, si quiere recibir sanidad por la fe, someta su mente y su boca a la Palabra de Dios. En vez de hablar de lo mal que se siente, repita lo que dice Isaías 53:5: "Mas [Jesucristo] herido fue por [mis] rebeliones, molido por [mis] pecados; el castigo de [mi] paz fue sobre él, y por su llaga [fui yo curado]".

Al meditar más en esas palabras y repetirlas, la verdad en ellas contenida empezará a penetrar y a arraigarse en su corazón. Con el tiempo usted estará hablando de la abundancia de su corazón. Y cuando eso suceda, las circunstancias en que usted esté no importarán, porque sabrá que tendrá lo que ha estado pidiendo, y ni el diablo mismo podrá persuadirlo de lo contrario. Usted habrá pasado de la esperanza a la fe, entonces empezará a ver los montes moverse

jueves, noviembre 09, 2006

El amor es el cargador de poder

El amor es ante todo el mandamiento que Jesús nos dio, sin embargo, muchos creyentes no lo ponen en práctica. Hablo de creyentes que pueden citar muchos versículos bíblicos y decir el Nombre de Jesús 35 ó 40 veces al día, pero son bruscos con su familia y sus amigos e insensibles a las necesidades de los demás. Están tan ocupados "sirviendo al Señor" que no tienen tiempo para servir a otros. La discordia es la característica de sus vidas.

Quizá usted tenga muchos años de ser salvo y tal vez pueda hablar en lenguas todo el día, pero si hay discordia en su corazón y no sigue el mandamiento de amor de Jesús, las cosas espirituales no tendrán sentido para usted. Si usted se encuentra en esta condición, el nombre de Jesús no hará nada por usted y su fe de nada le servirá porque la Biblia dice que la fe obra por el amor. De hecho, ninguno de los dones del Espíritu operará si usted no tiene amor; así lo establece 1 Corintios 13.

¿Quiere ver el poder extraordinario de Dios liberado en su vida? Entonces empiece a poner en práctica el mandamiento del amor, empiece a amar a los que están a su alrededor.

El amor es el cargador de poder; el poder de Dios es nulo sin ese cargador. Por eso es que el poder ha fallado tanto entre los miembros del Cuerpo de Cristo. A partir de hoy podemos darle un giro total a los fracasos. Podemos decidir que la Palabra va a morar en abundancia en nosotros, que vamos a guardar los mandamientos de Jesús, que vamos a decir su Nombre con confianza y autoridad y, lo más importante de todo, vamos a amarnos unos a otros. Entonces será cuando el poder de Dios empezará a manifestarse gloriosamente.

miércoles, noviembre 08, 2006

Cuando la presión es agobiante

Entonces los que temían a Jehová hablaron cada uno a su compañero; y Jehová escuchó y oyó, y fue escrito libro de memoria delante de él para los que temen a Jehová, y para los que piensan en su nombre.
(Malaquías 3:16)

¿Alguna vez usted ha notado que los que han sido agobiados por la presión son los que tienen los testimonios que más animan y más inspiran nuestra fe? Son creyentes que fueron fieles y confiaron en Dios cuando se sintieron presionados; confiaron en las promesas de Dios sobre la prosperidad en situaciones económicas desesperantes o confiaron en Dios para que los sanara de una enfermedad muy grave.

Mi amigo, cuando se encuentre en una situación muy difícil, no es hora de volver atrás para ponerse a reconsiderar la fidelidad de Dios ni es hora de alejarse de Él y decir: "Bueno, Dios, ¿por qué dejaste que esto me sucediera?" Lo que quiero decirle es que cuando las dificultades tarden en desaparecer y las circunstancias no estén en línea con las promesas de Dios, no se ponga a cuestionar la fidelidad de Dios. Él está al tanto de lo que está pasando y no va a fallarle.

Si usted va a examinar algo, examínese a sí mismo y considere dónde pudo haber fallado. Pero si no puede encontrar el origen del problema, simplemente diga: "Señor, no sé cuál es el problema. Por favor, te pido que me lo muestres. Sé que Tú no eres el problema. No quiero dejarme llevar por las circunstancias, sino por tu Palabra". Entonces, cuando Él le muestre lo que es, no se demore en hacer los cambios necesarios.

Quiero instarle a que esté firme y siga honrando a Dios con sus palabras. Él estará oyéndole cuando usted se sienta agobiado por la presión, ¿qué será lo que oirá de sus labios?

martes, noviembre 07, 2006

Deléitese en la Palabra

Bienaventurado el hombre que teme a Jehová, y en sus mandamientos se deleita en gran manera. No tendrá temor de malas noticias; su corazón está firme, confiado en Jehová.
–( Salmo 112:1,7)

Los que se forman el hábito de deleitarse en la Palabra de Dios tendrán un corazón firme, podrán hacer frente a las calamidades sin perder su firmeza y sabrán qué hacer antes de que estas lleguen y saldrán victoriosos. Esa clase de creyentes no perderán en la vida.

Lo lamentable es que la mayoría de los creyentes esperan hasta que estén ante alguna calamidad para empezar a afirmarse en la Palabra, esperan hasta que estén entre la espada y la pared. Entonces es cuando se vuelven muy espirituales y empiezan a ayunar y a orar, pero luego se dan cuenta de que han empezado muy tarde.

Es como el hombre que al descubrir a un ladrón en la casa empieza a levantar pesas para desarrollar sus músculos y poder hacer frente al ladrón. Por supuesto que de esa manera no logrará nada. Si hubiera estado haciendo ejercicios en vez de mirar la televisión, habría estado preparado. Pero a como están las cosas ahora, él será fácilmente derrotado.

Apague la televisión, apague las distracciones del mundo y encienda la Palabra para que su corazón esté firme y preparado para cuando el diablo llegue a allanar su casa. Hoy es el tiempo propicio para empezar a afirmarse en la Palabra de Dios.

miércoles, noviembre 01, 2006

En esto pensad

Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad.

Lo que aprendisteis y recibisteis y oísteis y visteis en mí, esto haced; y el Dios de paz estará con vosotros.

filipenses 4; 8-9