Una mala decisión puede sacrificar todo nuestro futuro por el placer de un momento. En el momento puede parecer lo correcto a hacer, pero cuando ya es tarde echamos una mirada hacia atrás y deseamos que nuestra decisión hubiera sido más sabia.
Esaú sacrificó su primogenitura, es decir, riqueza y herencia, posición y prominencia, poder y el derecho de gobernar toda su familia, por un plato de lentejas. Él pudo haber preparado otra cosa para comer. Pero quería eso, y lo quería ya.
¿Hay algún plato de lentejas en su vida, algo frente a usted que quiera tanto, que puede tenerlo fácilmente?.
Sacrificamos nuestro futuro por lo del momento cuando somos gobernados por los apetitos carnales, no por el Espíritu Santo. Dios nos da los apetitos, pero para ser controlados. Nosotros hemos crecido como una generación de personas que hemos visto que cualquier cosa que queremos tener, podemos tenerla ya. Que podemos tener casi cualquier cosa en la vida si estamos dispuestos a pagar el precio.
Eso fue lo hizo que Esaú perdiera su futuro. Quiso satisfacer su apetito de inmediato, y en ese momento estuvo dispuesto a pagar el precio.
Sacrificamos nuestro futuro al presente cuando nos concentramos en lo temporal, en vez de lo eterno. ¿Con qué se está usted metiendo ahora que pudiera costarle su futuro? ¿Vale la pena? Pídale a Dios que le ayude en su situación desde Su perspectiva.
No hay comentarios:
Publicar un comentario