martes, febrero 28, 2006

Placer momentáneo

Una mala decisión puede sacrificar todo nuestro futuro por el placer de un momento. En el momento puede parecer lo correcto a hacer, pero cuando ya es tarde echamos una mirada hacia atrás y deseamos que nuestra decisión hubiera sido más sabia.

Esaú sacrificó su primogenitura, es decir, riqueza y herencia, posición y prominencia, poder y el derecho de gobernar toda su familia, por un plato de lentejas. Él pudo haber preparado otra cosa para comer. Pero quería eso, y lo quería ya.

¿Hay algún plato de lentejas en su vida, algo frente a usted que quiera tanto, que puede tenerlo fácilmente?.

Sacrificamos nuestro futuro por lo del momento cuando somos gobernados por los apetitos carnales, no por el Espíritu Santo. Dios nos da los apetitos, pero para ser controlados. Nosotros hemos crecido como una generación de personas que hemos visto que cualquier cosa que queremos tener, podemos tenerla ya. Que podemos tener casi cualquier cosa en la vida si estamos dispuestos a pagar el precio.

Eso fue lo hizo que Esaú perdiera su futuro. Quiso satisfacer su apetito de inmediato, y en ese momento estuvo dispuesto a pagar el precio.

Sacrificamos nuestro futuro al presente cuando nos concentramos en lo temporal, en vez de lo eterno. ¿Con qué se está usted metiendo ahora que pudiera costarle su futuro? ¿Vale la pena? Pídale a Dios que le ayude en su situación desde Su perspectiva.

viernes, febrero 24, 2006

QUIERES BENDICION

Busca primero de mi reino y justicia y lo demás te llegará por añadidura. (palabra de Dios en los evangelios).

Deseamos mucho de la bendición de Dios, pero no queremos rendirnos a El, por ejemplo: Jesús cuando era niño, en tiempo de pascua, fue a visitar el templo con sus padres, luego de terminar el culto, se regresaron a su pueblo, después de dos días de camino, se dieron cuenta de que Jesús no estaba con ellos, al regresar lo encontraron en el templo hablando con los sabios de la Biblia, los padres le reprendieron en palabras por esto, pero Jesús les contesto con amor y serenidad – me es preciso estar en los negocios de mi padre-.

Jesús a pesar de que recibió poder de lo alto a los 30 años, se entrego a buscar del reino de Dios y su justicia desde joven, pero podemos decir que El estaba determinado porque era Dios hecho hijo en la tierra, pero yo te puedo citar lo que una ves leí, “más él despojándose de su gloria se hizo hombre por nosotros¨, ¿sabes por que? Porque nos quería dar ejemplo de cómo hacer las cosas, si el se entregó, para así recibir las bendiciones, porque tú no te entregas también.

Queremos bendición, pero se nos hace pesado ir a escuchar de Dios,
Queremos bendición, pero no leemos la Biblia, para tener las armas necesarias para combatir,
Queremos la bendición, pero se nos hace difícil arrodillarnos y humillarnos delante de Dios,
Queremos bendición, pero se nos hace difícil orar, con el pretexto de los niños, el jefe no me deja en paz, al esposo tengo que prepararle la cena. etc.
Queremos la bendición, pero, pero, pero, pero, pero, más pero y mucho más pero…

En pocas palabras ¿deseas la bendición? toma la decisión de tener una actitud de rendición.

Declarado está en el salmo 121: ¨alzaré los ojos a los montes, de donde vendrá mi socorro, mi socorro vendrá de JEHOVA, que creó los cielos y la tierra.

jueves, febrero 23, 2006

Perdonándonos a nosotros mismos

Algunos dicen que el no poder dar o recibir perdón es el punto central de la mayoría de los desórdenes emocionales y espirituales que experimentamos. Aunque esto puede ser una afirmación difícil de demostrar, es claro que la falta de perdón provee un terreno fértil para que se produzca una variada y asombrosa cosecha de malas hierbas. La falta de perdón es la fuente de amargura en las relaciones personales, y puede disfrazarse con diferentes máscaras. Las personas a veces dicen con un tono de enojo que ya han perdonado ofensas pasadas, pero su amargura evidente las delata. La falta de perdón se puede alojar en su corazón, y estar allí, escondida. Las siguientes preguntas le ayudarán a examinar su corazón para ver si necesita perdonar a alguien:

1. ¿Secretamente espera que alguien reciba lo que se merece?
2. ¿Sigue todavía hablando negativamente de esa persona a los demás?
3. ¿Se complace con fantasías de venganza, incluso leves?
4. ¿Gasta tiempo pensando en lo que alguien le hizo?
5. ¿Cómo se siente cuando le sucede algo bueno a esa persona?
6. ¿Ha dejado de culpar a esa persona por la forma como afectó su vida?
7. ¿Le resulta difícil ser abierto y confiado con las personas?
8. ¿Se enoja, deprime o vuelve hostil con frecuencia?
9. ¿Encuentra difícil o imposible dar gracias a Dios por quien le ha ofendido?
Deje que Dios examine su corazón. ¿Encontrará falta de perdón en Él?


¿Cuántas veces ha escuchado a alguien decir: "Sé que Dios me ha perdonado, pero yo nunca podré perdonarme a mí mismo"? Esa autocondenación puede tener varias fuentes, pero es, en todo caso, una enemiga que Dios ya ha derrotado. Romanos 8:1 nos dice: "Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús". Esta afirmación cubre toda condenación, incluso la autorecriminacion. ¿Cómo debemos tratar estas voces condenatorias?Primero, tenemos que distinguir entre remordimiento y culpa. Es correcto sentir tristeza y remordimiento por los hechos del pasado, pero no es necesario seguir llevando la culpa por ellos.

La Biblia nos asegura que si confesamos nuestros pecados, Dios es fiel para perdonarnos (1 Jn. 1:9). A veces, estos sentimientos de culpa surgen del concepto equivocado de que todavía debemos pagar por nuestros pecados. Por eso, inconscientemente aceptamos el remordimiento permanente como una manera de hacer restitución por los pecados del pasado. Tal práctica sugiere que Jesús no pagó por nuestro pecado mediante el derramamiento de Su sangre preciosa. Si entendemos que Él escribió en nuestra cuenta "Pagado totalmente", no debemos atrevernos a dar la razón a los que quieren que creamos otra cosa. Ya que Dios nos ha dado Su Palabra, podemos rechazar todas las voces acusatorias y descansar en Su promesa: "Pues, si nuestro corazón nos reprende, mayor que nuestro corazón es Dios, y Él sabe todas las cosas" (1 Jn. 3:20).

miércoles, febrero 22, 2006

El modelo de humildad

La humildad se caracteriza por una actitud que no busca exaltarse o justificarse a sí misma. En nuestro mundo, ésta no es una cualidad de carácter deseable. Pero en el reino de Dios, la humildad es un atributo esencial que deben tener los seguidores de Cristo.

La vida de Jesús se caracterizó por la humildad. Para hacerse hombre, se despojó de la gloria, majestad y poder que tenía en el cielo. El Señor se entregó voluntariamente, y con el propósito de servirnos renunció a todo lo que compartía con Su Padre. Pero no fue sólo eso, sino que Jesús, como hombre, tomó el papel de un humilde siervo. Amorosamente se sometió al plan de Su Padre, y renunció aun a sus derechos terrenales para rescatarnos del pecado. Soportó críticas, el ridículo, la incredulidad y, finalmente, la crucifixión para salvarnos. Su humildad no tuvo límites. Se humilló delante del Padre para ser el Cordero de Dios, y lo hizo a plena vista de la humanidad, siendo calificado como criminal y condenado injustamente. La vida de Jesús demuestra la importancia de ser humildes, y nos da un claro ejemplo para nosotros seguir.

Los discípulos no entendieron esto sino después, porque no esperaban un Mesías en la forma de un siervo. Los líderes se sintieron amenazados, porque el llamado de Jesús a seguir Su estilo de vida no les daría la importancia que ellos deseaban. Las multitudes estaban perplejas porque no comprendían el peligro del orgullo. Pero el Padre vio la mansedumbre de Jesús y se agradó. ¿Qué actitud ve Dios cuando nos observa a usted y a mí?

5:3 Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. 5:4 Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación. 5:5 Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad. 5:6 Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados. 5:7 Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. 5:8 Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios. 5:9 Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios. 5:10 Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. 5:11 Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo. 5:12 Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos; porque así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros.

Lucas 5;312

lunes, febrero 20, 2006

CINCO VECES RESUCITADA

Es un impresionante informe médico. A la una de la tarde: paro cardíaco. Los médicos aplican electroshocks. A las dos de la tarde: nuevo síncope. Reviven a la persona mediante tremendos golpes eléctricos. Quince minutos después, el monitor no da ninguna señal. Los médicos trabajan frenéticamente y vuelven a salvar a la persona.

Tras un respiro de cinco horas: nuevo síncope, nuevo paro y nuevo milagroso retorno a la vida. Y a las ocho de la noche, cuarenta y cinco minutos después: otro paro, otros electroshocks y otra resucitación.

Al día siguiente, a las seis de la mañana, Geraldine Fletcher, de cincuenta y dos años de edad, toma tranquilamente su desayuno. Llega a ser la primera persona que muere cinco veces en un solo día, y es resucitada las cinco veces científicamente.

Para todo hay récords en este mundo. Geraldine Fletcher, mujer morena, fuerte y animosa, batió el récord de muertes y resucitaciones. Cinco veces, en el lapso de pocas horas, su corazón dejó de latir, y las cinco veces, tras frenéticos esfuerzos médicos, volvió a latir. Pero, ¿en realidad murió Geraldine? Los científicos dicen que no, que fue una «cuasimuerte», de la que se recuperó a tiempo, pues nadie regresa de una muerte verdadera.

Hay dos logros que jamás se han podido alcanzar: uno es detener el envejecimiento; el otro es deshacerse del día de la muerte. Aunque se han logrado fantásticos logros científicos en la curación de enfermedades y en la resucitación de ciertas personas, no hemos podido deshacernos ni del envejecimiento ni de la muerte.

«No hay quien tenga poder sobre el aliento de vida, como para retenerlo —dice el Libro Sagrado—, ni hay quien tenga poder sobre el día de su muerte» (Eclesiastés 8:8).
Por más buena salud que tengamos, por más benéfico que sea nuestro ejercicio físico, por más acertada y eficaz que sea nuestra dieta, a la larga todos nos inclinaremos hacia el sepulcro y caeremos como roble gastado.

Para ese día inevitable, y para la paz del alma mientras llega ese día, necesitamos un Salvador que nos dé salvación y vida eterna, un Salvador que sea nuestro amigo durante el resto de los años que nos queden por vivir. Ese Salvador y amigo es Jesucristo. Él desea ser nuestro Señor eterno el día en que abandonemos este cuerpo.

Entreguémosle nuestra vida a Cristo hoy mismo. Él será nuestro amigo fiel, hoy y para siempre.

jueves, febrero 16, 2006

Para disfrutar de Dios

La Biblia está llena de versículos que nos dicen que disfrutemos de nuestra relación con el Señor. Entonces, ¿por qué no nos deleitamos en Él siempre? Pudiera ser por...

• La falta de conocimiento. No podemos conocer a Dios si no entramos en una relación personal con Él por medio de Su Hijo Jesucristo. Después que nos convertimos en hijos de Dios, aprendemos por Su Palabra qué clase de Padre es Él. El Señor no nos mira a través de una serie de reglas, ni busca las maneras de castigarnos por nuestros pecados (Ro. 8:1). Más bien, nos vigila tiernamente y se preocupa por nosotros cuando caemos.

• El temor a Dios. El temor nos impedirá experimentar el gozo en nuestra unión con Dios. Cuando la Biblia nos dice que temamos al Señor, eso significa honrarlo como Aquél que nos rescató, que nos incorporó a Su familia, y que tiene nuestro futuro asegurado en Sus manos. Satanás quiere que le tengamos miedo a Dios para que vacilemos en nuestra relación con Él. Pero no debemos temer a nuestro Padre celestial, porque Él nos ama incondicionalmente.

• El pecado. Cuando pecamos contra Dios, se rompe nuestro compañerismo con Él. Nuestro Enemigo espiritual quiere alejarnos de nuestro Padre celestial. Pero Dios ha dicho que si confesamos nuestros pecados, Él nos perdonará y restablecerá nuestra intimidad con Él (1 Jn. 1:9).

Cuando realmente disfrutamos de alguien, somos remisos para dejar la presencia de esa persona; buscaremos excusas para seguir allí. ¿Describe esto su relación con su Padre celestial?

miércoles, febrero 15, 2006

La manera como Dios actúa

En el primer versículo de la Biblia, Dios está creando los cielos y la tierra. Y en los últimos versículos de Apocalipsis, está llamando a las personas a ser salvas. En toda la Biblia y en el mundo hoy, el Señor está activo en la vida de los creyentes y de los incrédulos, aunque de maneras diferentes.

Podremos ver a Dios moverse en nuestra vida si entendemos como Él actúa. El Señor opera de formas dramáticas como de maneras aparentemente insignificantes. Cuando Moisés descendió del monte Sinaí con los Diez Mandamientos, todos pudieron ver en su rostro que había tenido un dramático encuentro con Dios. En cambio, José entró en la casa de Potifar como un esclavo. Puede parecer una circunstancia sin importancia en una vida que fue increíble, pero fue importante en el plan que Dios tenía para José.

Igualmente, la obra de Dios en nosotros tiene siempre un propósito, y es conformarnos a semejanza de Cristo. Él permite circunstancias que nos desagradan, pero esas situaciones logran Su objetivo. Por los ejemplos de Gedeón y Sansón vemos que Él actúa de manera diferente con cada persona.

Sea cual sea la manera como Dios decida actuar en nuestra vida, debemos confiar en Él. Por ejemplo, el Señor le prometió a Abram un hijo, pero esperó 25 años para que se cumpliera Su promesa. Lo que parece ser lento para nosotros, no es lento para Dios. Él se ocupa del tiempo perfecto para cada acontecimiento. Nuestra paciencia para esperar en Él demuestra nuestra confianza, que es premiada cuando nos acercamos más al propósito de Dios: que seamos más como Jesús.

martes, febrero 14, 2006

El día del amor

El día del amor es el que trae a nuestras vidas el deseo de manifestar una muestra de cariño al ser amado, para los que no tienen una pareja, se refugian en un amigo(a), hermano, buscan a quien dar esa manifestación de amor.

Nos preocupamos por tener el regalo ideal, por hacer la reservación en el mejor restaurante, regalar el helado más sabroso. Pero no solo estamos dispuestos a dar, sino que disponemos nuestros corazones para recibir amor de nuestra pareja, compañero de trabajo, familiar o amigo.

Es un día en que todos los ambientes se prestan a sentir, hacer que nuestro corazón palpite de manera diferente. Damos por amor y recibimos por amor.

Eso es nuestro amor, ahora quiero hacerte una pregunta, si hoy esta dispuesto tu corazón a recibir amor, y lo que se hace por amor, ¿estarías dispuesto a recibir a Jesús Cristo?

La Biblia dice en Juan 3; 16-21 que Dios por amor dio a su hijo único para que muriera por nuestros pecados y delitos, no para condenar, sino para el que crea en El no muera, sino que tenga vida eterna. Veamos la cita:

De tal manera amó Dios al mundo

3:16 Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. 3:17 Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él. 3:18 El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios. 3:19 Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. 3:20 Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprendidas. 3:21 Mas el que practica la verdad viene a la luz, para que sea manifiesto que sus obras son hechas en Dios.

Si hoy tu corazón esta dispuesto a recibir amor, recibí esta gran muestra de amor y entrega tu vida a Jesús Cristo, el dador de la vida. Ora así:

Amado Dios. Sé que soy pecador. Sé que Tú me amas y deseas salvarme. Jesús, creo que Tú eres el Hijo de Dios, quien murió en la cruz para pagar por mis pecados. Creo que resucitaste de entre los muertos. Ahora me alejo de mis pecados y por medio de la fe, te recibo como mi Salvador y Señor personal. Entra en mi corazón, perdona mis pecados y sálvame, Señor Jesús. En tu nombre te lo suplico. Amén".

Amigo, si usted no ha tomado aún la decisión de recibir a Cristo, le ruego que lo haga hoy. ¡Usted estará eternamente agradecido de conocer el amor que vale!

lunes, febrero 13, 2006

La oración en medio de una crisis

La Biblia dice que “la oración eficaz del justo puede mucho” (Stg. 5:16). Eficaz, eso es exactamente lo que queremos que sea nuestra oración, especialmente en una crisis. Si cumplimos con los requerimientos de Dios, podemos tener la confianza de que Él pondrá en acción energía divina en la situación, y nuestras oraciones tendrán fruto.

Requerimiento # 1 –Oración ferviente. Las oraciones fervientes, motivadas por un corazón profundamente abrumado, están llenas de pasión y de una fuerte sensación de impotencia personal. Ellas también se concentran en una dificultad específica que nos preocupa mucho. La Biblia llama “rogando encarecidamente” a este tipo de oración (Col. 4:12).

Requerimiento # 2 –Justicia. En el momento de la salvación, nos convertimos por derecho en hijos de Dios. Somos sellados permanentemente con el Espíritu Santo, y somos declarados justos para siempre gracias a nuestra posición en Jesucristo. Pero la palabra “justo” se usa también para describir la conducta de un creyente. Esto significa que, para ser llamados “justos”, debemos ser hallados en Cristo (Fil. 3:9) y tener un estilo de vida obediente delante de Dios. Si voluntaria y deliberadamente pecamos, no estaban viviendo justamente y nuestras oraciones no serán eficaces.

Cuando el Señor oye una oración fervorosa, sabe quién está orando. Si es una persona justa cuya vida refleja la voluntad de Dios, la Biblia promete que el Espíritu Santo comenzará su trabajo divino.

Dios responde con gran poder las oraciones de toda persona justa. ¡Esa persona puede ser usted!

viernes, febrero 10, 2006

UNA PITÓN EN LA CASA

El ofidio estaba allí, manso, callado, tranquilo, descansando como lo hacía todos los días. Había tenido ya su comida diaria: un conejo vivo que había deglutido como saben hacerlo todas las pitones de Birmania.

Alejandro Henry, niño de nueve años de edad y dueño de la pitón, jugando, le ofreció su pierna para que el animal se enroscara. Y la pitón lo hizo, pero también abrió la boca y comenzó a tragarse el pie. A oír los alaridos del chico, acudieron los padres. Tuvieron que llamar a los bomberos para librar al muchacho de la boca de la pitón. Ya le había succionado media pierna.
¿Cómo se le ocurre a un niño de nueve años de edad tener una pitón como mascota? Más aún, ¿como se les ocurre a sus padres permitirlo?

La crónica que publicó esta noticia decía que la serpiente era sólo una parte de la colección que tenía el muchacho. Había iguanas, tarántulas, escorpiones, víboras y murciélagos. Estaban todos en la casa sin permiso de las autoridades. Por supuesto, le hicieron vaciar todas sus jaulas y limpiar su cuarto de animales peligrosos.

¿Será posible que tengamos cohabitando con nosotros también insectos y víboras mortales? No necesariamente pitones de Birmania, o de la India o del Brasil. Pueden ser vicios y pasiones, o celos, odios y venganzas que son boas constrictoras que en forma peor que los ofidios de carne y sangre, aprisionan y muerden y trituran y tragan.

Cuando los vicios, los resentimientos y los odios primero entran en la vida, esconden sus fauces traicioneras. Pero con el paso del tiempo, atrapan de tal modo que es casi imposible librarse de ellos. Lo triste es que aunque la víctima niega el dominio del vicio, poco a poco éste la va consumiendo.

Para Alejandro Henry hubo liberación, pues lo rescata ron a tiempo. Así mismo hay liberación para el hombre o la mujer presos del alcohol, de la droga o de cualquier otra pasión, no importa lo fuertes o viejos que sean esos vicios.

Es difícil pensar que pueda haber un día de completa liberación, y ciertamente no podemos librarnos solos. Lo que necesitamos es la ayuda de Jesucristo. No importa que nuestro vicio sea más fuerte que nosotros, porque Cristo es más fuerte que nuestro vicio. Él puede librar, limpiar, sanar, regenerar y dejarnos completamente libres. Cristo es y será siempre el supremo Libertador.

jueves, febrero 09, 2006

Destruir al temor con la verdad

El temor nos esclaviza. La ansiedad puede empañar nuestra perspectiva y hacer que vivamos en una constante inquietud. El temor no encaja en la vida de un cristiano. Somos hijos del Dios vivo, quien ha prometido cuidarnos y hacer que todas las cosas obren para nuestro bien. Si vivimos en una tensa inquietud, al final de nuestra vida desearemos haber confiado más en Dios. En vez de esperar ese día para lamentarnos, podemos ser libres de nuestros temores ahora mismo.

Identifique sus preocupaciones, y esté dispuesto a enfrentarlas. No entenderemos nuestras ansiedades si no reconocemos la causa del temor. Es verdad que son muchas las causas para las preocupaciones: la ignorancia, un tipo de mentalidad heredada, una imaginación demasiado activa, pero la raíz de todas nuestras preocupaciones es, las dudas que tenemos en cuanto a la soberanía de Dios. El Señor tiene el control de todas las cosas. Nosotros estamos bajo Su poder, provisión y protección cada momento del día. El temor es destruido por la verdad fundamental del control omnipotente que tiene el Señor.

Concéntrese en el Señor, no en el temor. Cuando entendemos que estamos en las manos de nuestro todopoderoso, omnisciente y amoroso Padre, la decisión de enfocarnos una vez más en Él se hace más fácil. Pero tenemos que hacer esta valiente decisión cada vez que nos enfrentemos a la causa de nuestra ansiedad.

Medite en la Palabra de Dios, (meditar en la palabra es que a medida que leemos cada versiculo ir pensando en que nos puede ayudar esa palabra, la cual nos dice si estoy haciendo algo mal o si necesito entregar algo, desechar o adquierir). Debemos de mantenernos firmes en las verdades de la Biblia. Use la Biblia para que ésta sea un ancla inconmovible para su vida.

Destruir al temor con la verdad

El temor nos esclaviza. La ansiedad puede empañar nuestra perspectiva y hacer que vivamos en una constante inquietud. El temor no encaja en la vida de un cristiano. Somos hijos del Dios vivo, quien ha prometido cuidarnos y hacer que todas las cosas obren para nuestro bien. Si vivimos en una tensa inquietud, al final de nuestra vida desearemos haber confiado más en Dios. En vez de esperar ese día para lamentarnos, podemos ser libres de nuestros temores ahora mismo.

Identifique sus preocupaciones, y esté dispuesto a enfrentarlas. No entenderemos nuestras ansiedades si no reconocemos la causa del temor. Es verdad que son muchas las causas para las preocupaciones: la ignorancia, un tipo de mentalidad heredada, una imaginación demasiado activa, pero la raíz de todas nuestras preocupaciones es, las dudas que tenemos en cuanto a la soberanía de Dios. El Señor tiene el control de todas las cosas. Nosotros estamos bajo Su poder, provisión y protección cada momento del día. El temor es destruido por la verdad fundamental del control omnipotente que tiene el Señor.

Concéntrese en el Señor, no en el temor. Cuando entendemos que estamos en las manos de nuestro todopoderoso, omnisciente y amoroso Padre, la decisión de enfocarnos una vez más en Él se hace más fácil. Pero tenemos que hacer esta valiente decisión cada vez que nos enfrentemos a la causa de nuestra ansiedad.

Medite en la Palabra de Dios, (meditar en la palabra es que a medida que leemos cada versiculo ir pensando en que nos puede ayudar esa palabra, la cual nos dice si estoy haciendo algo mal o si necesito entregar algo, desechar o adquierir). Debemos de mantenernos firmes en las verdades de la Biblia. Use la Biblia para que ésta sea un ancla inconmovible para su vida.

miércoles, febrero 08, 2006

El mensaje en la tormenta

Una de las cosas más difíciles que debemos hacer como cristianos, es “esperar en silencio en Dios solamente”. Pensamos que esperar es adoptar una actitud pasiva hasta que suceda algo. Sin embargo, en medio de un acontecimiento tormentoso en nuestra vida, no queremos esperar. Nuestro instinto es reaccionar rápidamente y forzar el cambio de las cosas.

La palabra “esperar” tiene aquí un significado diferente; significa “hacer una pausa para recibir nuevas instrucciones”. En vez de optar por la pasividad, debemos dejar de actuar y escuchar la instrucción de Dios. A veces, el Señor permanece en silencio por un tiempo, pero Él siempre tiene un propósito. Sabe cuál es el tiempo perfecto para nosotros actuar, y hasta que llegue ese momento tenemos que esperar. Se requiere más fortaleza para estar quietos en medio de una tormenta, que buscar frenéticamente nosotros mismos la solución.

Puedo decirle que yo también, a veces, soy impaciente. Me pongo nervioso y critico a Dios. O me quejo. Pero esas reacciones no deben existir en los cristianos. Pablo nos dice claramente: “por nada estéis afanosos”; más bien, debemos orar al Señor, quien nos ofrece paz. Debemos esperar en silencio sin quejarnos, lo que significa que tenemos que tener paciencia. Pero, para ser pacientes, debemos confiar en la sabiduría, el amor, el poder y el tiempo perfecto de Dios.

El secreto para tener paz en medio de la tormenta, es esperar en Dios solamente. Si nos negamos a hacer eso, es probable es que tomemos decisiones equivocadas. Dios escucha nuestras oraciones, pero debemos esperar en silencio y escuchar Su respuesta.

martes, febrero 07, 2006

HOY ME MANDÓ FLORES

«No es mi cumpleaños ni ningún otro día especial. Tuvimos nuestro primer disgusto anoche, y él dijo muchas cosas crueles que en verdad me ofendieron; pero sé que él está arrepentido y no las dijo en serio, porque hoy me mandó flores.

»No es nuestro aniversario ni ningún otro día especial. Anoche me lanzó contra la pared y comenzó a ahorcarme. Parecía una pesadilla, pero de esas en que uno está despierto y sabe que es una pesadilla. Esta mañana me levanté adolorida y con golpes en todas partes del cuerpo; pero sé que él está arrepentido, porque hoy me mandó flores.

»No es el día de San Valentín ni ningún otro día especial. Anoche me golpeó y amenazó con matarme. Ni el maquillaje ni las mangas largas podían esconder las heridas y los golpes que me causó esta vez. No pude ir al trabajo hoy, porque no quería que se dieran cuenta; pero sé que él está arrepentido, porque hoy me mandó flores.

»No es el Día de la Madre ni ningún otro día especial. Anoche me volvió a golpear, pero esta vez fue peor que las demás. Si logro dejarlo, ¿qué voy a hacer? ¿ Cómo puedo yo sola sacar adelante a los niños? ¿Qué pasará si nos falta el dinero? ¡Le tengo tanto miedo! Y sin embargo dependo tanto de él que temo dejarlo. Pero sé que él está arrepentido, porque hoy me mandó flores.
»Hoy es un día muy especial, el día de mi funeral. Anoche por fin logró matarme. Me golpeó hasta dejarme sin vida. ¡Si sólo hubiera tenido el valor y la fortaleza de dejarlo! Porque si hubiera aceptado la ayuda profesional que me ofrecieron.... ¡hoy no habría recibido flores!»
Este imaginario relato póstumo escrito por una autora desconocida* nos obliga a encarar los innumerables casos de mujeres que aún en el siglo veintiuno se dejan maltratar y no le ponen fin a la violencia por el temor que le tienen a su agresor. El relato lo respalda un anuncio de interés público auspiciado por el gobierno colombiano, televisado a fines del año 2004, que sostiene que todos los días en Colombia una de cada seis mujeres es víctima de maltrato y no lo denuncia. El anuncio presenta a una mujer disfrazada de mimo que, al quitarse el maquillaje, muestra las marcas de los golpes que ha sufrido en el rostro.

Gracias a Dios, cuando somos víctimas de semejante violencia podemos acudir a Él con la confianza de que no sólo comprende nuestro dolor, sino también de que tiene poder para darnos la fortaleza necesaria para abandonar al victimario y buscar ayuda profesional. Dios envió a su Hijo Jesucristo al mundo para que sufriera en carne propia el maltrato a manos de crueles verdugos, y así pudiera identificarse con nosotros, interceder por nosotros y ofrecernos a cada uno su ayuda oportuna en toda circunstancia adversa de la vida.

lunes, febrero 06, 2006

Eligiendo la libertad

La libertad en Cristo es una elección. A menudo tenemos viejos sentimientos de insuficiencia e inferioridad, que siguen existiendo en nuestra relación con Dios. Él quiere que nos liberemos del yugo creado por el sentimiento de que no merecemos las bendiciones. Sin embargo, debemos elegir la libertad, así como elegimos recibir a Cristo.
Al ser liberados de la esclavitud satánica se da un inicio a un proceso que cambia nuestra manera de pensar a la manera de pensar de Dios. Y tenga esto por seguro: aceptar la libertad le acarreará la presión del Enemigo. Aunque él no puede robarnos nuestra salvación, sí quiere arruinar nuestro testimonio creando en nosotros sentimientos de insuficiencia.
El primer paso, después de optar por la libertad, es arraigarnos en la Biblia. Meditamos en la Palabra de Dios para entender lo que Dios dice, y para practicar lo que aprendemos. Esto exige más que una lectura rápida durante un día. Luego, debemos confiar en la verdad bíblica, lo que define nuestra posición como hijos de Dios. Cuando eso llena nuestros pensamientos, las mentiras de Satanás acerca de nuestra inferioridad serán destruidas. Finalmente, podemos reclamar la verdad que hemos aprendido. Cuando somos confrontados por situaciones que sacuden nuestra confianza, podemos confiar en nuevos esquemas de pensamiento basados en las verdades bíblicas.
Dios desea que rechacemos los pensamientos de inferioridad, y que los sustituyamos por una autoimagen correcta, ¡como Sus siervos y embajadores que somos! Esto exige creer la Verdad, y elegir vivir por ella.

viernes, febrero 03, 2006

Para disfrutar de Dios

La Biblia está llena de versìculos que nos dicen que disfrutemos de nuestra relación con el Señor. Entonces, ¿por qué no nos deleitamos en Él siempre? Pudiera ser por...
• La falta de conocimiento. No podemos conocer a Dios si no entramos en una relación personal con Él por medio de Su Hijo Jesucristo. Después que nos convertimos en hijos de Dios, aprendemos por Su Palabra qué clase de Padre es Él. El Señor no nos mira a través de una serie de reglas, ni busca las maneras de castigarnos por nuestros pecados (Ro. 8:1). Más bien, nos vigila tiernamente y se preocupa por nosotros cuando caemos.
• El temor a Dios. El temor nos impedirá experimentar el gozo en nuestra unión con Dios. Cuando la Biblia nos dice que temamos al Señor, eso significa honrarlo como Aquél que nos rescató, que nos incorporó a Su familia, y que tiene nuestro futuro asegurado en Sus manos. Satanás quiere que le tengamos miedo a Dios para que vacilemos en nuestra relación con Él. Pero no debemos temer a nuestro Padre celestial, porque Él nos ama incondicionalmente.
• El pecado. Cuando pecamos contra Dios, se rompe nuestro compañerismo con Él. Nuestro Enemigo espiritual quiere alejarnos de nuestro Padre celestial. Pero Dios ha dicho que si confesamos nuestros pecados, Él nos perdonará y restablecerá nuestra intimidad con Él (1 Jn. 1:9).
Cuando realmente disfrutamos de alguien, somos remisos para dejar la presencia de esa persona; buscaremos excusas para seguir allì. ¿Describe esto su relación con su Padre celestial?

jueves, febrero 02, 2006

Un espìritu de humildad

Algunos creen que tener una mala opinión de sì mismas es una señal de humildad. Pero Pablo es un precioso ejemplo de cómo debemos acercarnos a Dios. Él no se reprocha a sì mismo, ni le dice a Dios lo vil y pecador que es. Más bien, habla frecuentemente con un espìritu de humildad acerca de la gracia de Dios. Hay siete cosas que podemos hacer para que Dios desarrolle ese espìritu en nuestra vida.
Para procurar la humildad, es necesario morir al yo. Debemos rechazar ponernos en primer lugar, y más bien preguntar al Señor cuál es Su voluntad para nuestra situación. Dios quiere que nos dediquemos a los demás, porque Él nos ha hecho representantes de Su verdad, algo que necesitan mucho quienes nos rodean. Y cuando Dios bendiga a otros, nosotros, como seguidores de Cristo, debemos alegrarnos por las cosas buenas que les suceden (Romanos 12:15).
En cuanto a nosotros, debemos depender totalmente de Dios. Si queremos vivir con auténtica humildad, debemos confiar en Él en todas las circunstancias. El Señor nos tiene reservadas muchas cosas buenas. Si dirigimos nuestros pensamientos continuamente a Su gracia y a Su bondad, nuestra confianza en Él crecerá. También es importante que nos distanciemos de todo lo que apele a nuestro orgullo, como la riqueza, el prestigio, la lista es interminable para cada persona. Por último, debemos resolvernos a obedecer a Dios, no importa las consecuencias. Cuando usted se humille delante de Él, podrá señalar ese dìa como el comienzo de la mejor parte de su vida.