jueves, febrero 23, 2006

Perdonándonos a nosotros mismos

Algunos dicen que el no poder dar o recibir perdón es el punto central de la mayoría de los desórdenes emocionales y espirituales que experimentamos. Aunque esto puede ser una afirmación difícil de demostrar, es claro que la falta de perdón provee un terreno fértil para que se produzca una variada y asombrosa cosecha de malas hierbas. La falta de perdón es la fuente de amargura en las relaciones personales, y puede disfrazarse con diferentes máscaras. Las personas a veces dicen con un tono de enojo que ya han perdonado ofensas pasadas, pero su amargura evidente las delata. La falta de perdón se puede alojar en su corazón, y estar allí, escondida. Las siguientes preguntas le ayudarán a examinar su corazón para ver si necesita perdonar a alguien:

1. ¿Secretamente espera que alguien reciba lo que se merece?
2. ¿Sigue todavía hablando negativamente de esa persona a los demás?
3. ¿Se complace con fantasías de venganza, incluso leves?
4. ¿Gasta tiempo pensando en lo que alguien le hizo?
5. ¿Cómo se siente cuando le sucede algo bueno a esa persona?
6. ¿Ha dejado de culpar a esa persona por la forma como afectó su vida?
7. ¿Le resulta difícil ser abierto y confiado con las personas?
8. ¿Se enoja, deprime o vuelve hostil con frecuencia?
9. ¿Encuentra difícil o imposible dar gracias a Dios por quien le ha ofendido?
Deje que Dios examine su corazón. ¿Encontrará falta de perdón en Él?


¿Cuántas veces ha escuchado a alguien decir: "Sé que Dios me ha perdonado, pero yo nunca podré perdonarme a mí mismo"? Esa autocondenación puede tener varias fuentes, pero es, en todo caso, una enemiga que Dios ya ha derrotado. Romanos 8:1 nos dice: "Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús". Esta afirmación cubre toda condenación, incluso la autorecriminacion. ¿Cómo debemos tratar estas voces condenatorias?Primero, tenemos que distinguir entre remordimiento y culpa. Es correcto sentir tristeza y remordimiento por los hechos del pasado, pero no es necesario seguir llevando la culpa por ellos.

La Biblia nos asegura que si confesamos nuestros pecados, Dios es fiel para perdonarnos (1 Jn. 1:9). A veces, estos sentimientos de culpa surgen del concepto equivocado de que todavía debemos pagar por nuestros pecados. Por eso, inconscientemente aceptamos el remordimiento permanente como una manera de hacer restitución por los pecados del pasado. Tal práctica sugiere que Jesús no pagó por nuestro pecado mediante el derramamiento de Su sangre preciosa. Si entendemos que Él escribió en nuestra cuenta "Pagado totalmente", no debemos atrevernos a dar la razón a los que quieren que creamos otra cosa. Ya que Dios nos ha dado Su Palabra, podemos rechazar todas las voces acusatorias y descansar en Su promesa: "Pues, si nuestro corazón nos reprende, mayor que nuestro corazón es Dios, y Él sabe todas las cosas" (1 Jn. 3:20).

No hay comentarios: