miércoles, octubre 10, 2007

Nuestro tesoro

Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.

1 Juan 2:15-17

Dios es el dueño de nuestro tesoro, sea lo que sea que consideremos "de valor". Los bienes materiales, los talentos y el tiempo le pertenecen, en realidad, a Él. Nuestra responsabilidad es administrar e invertir con sabiduría cualquier tesoro que Él nos dé.

Debemos utilizar todo lo que Dios nos da de su inmenso "depósito" para ayudarnos a suplir nuestras necesidades. Por ejemplo, Filipenses 4:19 dice: Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús". Algunos interpretan esto como una licencia para esperar con los brazos cruzados que el Señor les dé todo. Pero la Biblia habla también de trabajar durante seis días y descansar en el día de reposo (Ex. 20:9, 10). Muchas de nuestras necesidades básicas son satisfechas por medio de un trabajo, y por eso sabio invertir nuestro tiempo y nuestros talentos en un empleo productivo.

Además, el Señor quiere que usemos nuestros recursos para ayudar a otros, ya sea que su pobreza sea económica, espiritual o emocional. La mejor manera de ser útiles es impulsando la obra de Dios en nuestra comunidad y en todo el mundo. Jesús ordenó que Sus seguidores prediquen el evangelio y discipulen a los nuevos creyentes. Por eso, una parte de nuestro tiempo, talento y dinero debe dedicarse a alcanzar a los perdidos. La obra de Dios incluye también vestir al desnudo, dar de comer al hambriento y sanar los corazones.

Los recursos de Dios no son propiedad nuestra. No debemos aferrarnos a los tesoros que Él pone en nuestras manos, sino invertirlos con sabiduría. Para ser buenos administradores de lo que el Señor nos ha dado, debemos estar dispuestos a dar con facilidad y recibiremos con gozo.

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