viernes, octubre 05, 2007

Entre nuestra conciencia al Espiritu Santo

Este mandamiento, hijo Timoteo, te encargo, para que conforme a las profecías que se hicieron antes en cuanto a ti, milites por ellas la buena milicia, manteniendo la fe y buena conciencia, desechando la cual naufragaron en cuanto a la fe algunos.

1 Timoteo 1:18-19

El apóstol Pablo quería que su joven discípulo Timoteo entendiera la importancia de guardar la fe. Por eso, le escribe acerca de dos hombres que habían puesto de lado sus conciencias con un gran riesgo. Su ejemplo nos enseña que sin una clara comprensión de lo que es este regalo de Dios, corremos el riesgo de hacer zozobrar nuestra fe.

Muchas personas creen erróneamente que la conciencia es la voz de Dios, no un regalo Suyo. Fuimos creados con un "monitor interno" que actúa como una brújula moral para la vida, que apunta a un ideal fuera de nosotros cuando actuamos o tomamos decisiones. Pero como todo lo demás que hay en nosotros, nuestra conciencia está degradada y necesita ser redimida. De hecho, tiene el potencial de llevarnos en la dirección equivocada.

Pablo mismo es una ilustración de esto. Su educación formal como fariseo le había enseñado que los cristianos eran una amenaza para Dios y para la fe judía. Su conciencia había sido programada para destruirlos. Por eso perseguía por todas partes a los creyentes con apasionamiento y sin notar una alarma en su brújula moral. Sólo después de tener un encuentro con el Cristo resucitado en el camino de Damasco, fue transformada su conciencia y cambiado el curso de su vida.

Si no permitimos que Dios redima todo nuestro ser, nuestras decisiones demostrarán ser tan destructivas como el dejar de lado la conciencia. Al entender que la conciencia es un regalo dado por Dios, tendrá mayores oportunidades de mantenerse en el camino correcto. Además, si somete su conciencia al Espíritu Santo, encontrará un puerto seguro cuando las tormentas amenacen su fe o su futuro.

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