Los leoncillos necesitan, y tienen hambre; pero los que buscan a Jehová no tendrán falta de ningún bien.
–(Salmo 34:10)
¿Sabía que, de acuerdo con la Palabra de Dios, no hay escasez en el Cuerpo de Cristo? Todo lo que podamos necesitar y todo problema que podamos enfrentar ha sido cubierto por la sangre de Jesús. Sus abundantes y preciosas promesas lo han suplido todo.
¿Por qué entonces muchos seguimos en la escasez? Porque, como dice Hebreos 5:13, somos inexpertos en la Palabra de justicia.
Se necesita ser experto para aplicar la Palabra de Dios. Muchos no saben eso. A veces decimos cualquier cosa de la Palabra y tratamos de usarla a como se nos antoje. Hacemos una oración tonta y luego decimos: "Bueno, Dios sabe lo que quiero decir", y esperamos que sea contestada.
Eso es chistoso. Nosotros nunca permitiríamos esa clase de negligencia en la esfera natural. Si nuestro médico entrara, nos tirara un frasco de píldoras y dijera: "Aquí tiene esto, tómeselo", sin ni siquiera tratar de examinarnos, saldríamos de su oficina y nunca volveríamos. Sin embargo, nos sorprendemos cuando esa misma actitud negligente en el ámbito espiritual hace que nuestras oraciones no sean eficaces.
Vivimos en una sociedad "instantánea" en la que todo es rápido y fácil. Y muchos dejamos que esa mentalidad afecte nuestra vida con el Señor Jesucristo. Cuando alguien necesita sanidad, irrumpimos por la puerta del hospital, le echamos un poco de aceite en la frente y decimos: "¡Gloria a Dios!" y nos vamos. A veces no se necesita decir más que: "¡En el nombre de Jesús, sé sano!" Pero a veces hay algo más que debe hacerse.
Ha llegado la hora de despojarnos de esa mentalidad "instantánea" y darnos cuenta de que hay situaciones en las que debemos tomarnos el tiempo y orar en el Espíritu Santo; situaciones en las que vamos a tener que sentarnos y escuchar las instrucciones de Dios.
Si usted es inexperto en cualquier aspecto de la vida, ya sea sanidad, finanzas o alguna otra cosa, propóngase hacerse experto en la Palabra en cuanto a ese aspecto. Tome la Biblia y lea los pasajes sobre sanidad, lea los versículos sobre milagros, lea todas las promesas de Dios y lea las ben¬diciones sobre Abraham.
Medite en esas cosas y pídale a Dios que le hable por medio de ellas y lo ilumine en la situación que está enfrentando. No diga cualquiera cosa acerca de la Palabra; escudríñela. Tenga comunión con su Padre por medio de ella y pídale que le muestre cómo ser experto a la hora de aplicarla. Con el tiempo, usted no tendrá escasez de ninguna cosa.
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