Por lo cual, salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor, y no toquéis lo inmundo; y yo os recibiré.
–(2 Corintios 6:17)
Estamos rodeados por un mundo que es gobernado en su mayor parte por el enemigo. ¿Cómo podemos evitar ser atrapados en él? ¿Cómo podemos ser diferentes?
Encontrará la respuesta en Juan 17:17. Allí Jesús hablaba al Padre de todos los que creerían en Él. "Santifícalos en tu verdad; tu palabra es la verdad," dijo Él. Santificar significa "separar". Por lo tanto, Jesús estaba diciendo: "Sepáralos por la Palabra". ¡La Palabra separa!
Cuando usted creyó al principio en la Palabra de Dios, nació de nuevo. Fue separado espiritualmente del reino de las tinieblas, separado para el reino de luz. En este punto es donde mucha gente se detiene. Ellos dejan que la Palabra de Dios haga su obra inicial de separación y luego continúan viviendo como todos los demás.
Espiritualmente, aún están separados de la muerte, pero física y mentalmente están hasta el cuello en eso. Están pobres, enfermos, preocupados, confundidos, enojados? En otras palabras, son como los demás del mundo.
Pero si usted le da a la Palabra de Dios el primer lugar en su vida, ella continuará separándole de la pobreza, la ansiedad, la enfermedad, el odio y la oscuridad de su viejo ambiente.
Hay algo más que la Palabra de Dios también hará por usted. No sólo lo separará de las cosas de este mundo, lo separará para las cosas de Dios.
Usted no puede separarse de cualquier vicio sin separarse para algo más. No puede apartarse de las cosas del mundo a menos que se vuelva a algo más fuerte. Quiero que sepa que usted puede gritar, chillar y patear la banca del altar y todo lo demás tratando de deshacerse del pecado en su vida. Puede gritar: "Amado Dios, quita este pecado de mí". Pero todos los ruegos del mundo no le separarán a usted de su pecado. ¡La Palabra es la que lo hace!
Tome la decisión de darle a la Palabra el primer lugar en su vida. Tome una decisión decisiva, una decisión de la cual no haya retirada. Enciérrese en la Palabra y deje que la Palabra haga su obra. Deje que le separe de las cosas del mundo para las cosas de Dios.
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