Esperar en el Señor suena fácil. Después de todo, sólo tenemos que esperar Su respuesta, ¿no?
La verdad es que los creyentes que quieren desesperadamente ver satisfecha una necesidad, a menudo encuentran que el proceso es casi insostenible. La próxima vez que Dios le diga que espere, recuerde estos cuatro requisitos hasta que Él diga: “Ahora, sigue adelante”.
Los creyentes deben tener fe, aun sin saber cuándo o cómo resolverá Dios una situación. Pero la fe no puede funcionar sin humildad. Debemos reconocer que no hay nada que podamos hacer, excepto hacer una pausa hasta que recibamos más instrucciones. Los creyentes están mucho más seguros en esta voluntaria condición de incapacidad, que tratando de resolver la solución por sí mismos. Tan pronto como comenzamos a manipular nuestras circunstancias, trastornamos el plan del Señor.
En el momento en que entendemos que pudiéramos ahorrarnos dolor o estrés por medio de una acción que no sea de Dios, necesitamos de una condición no innata, la paciencia. Es la decisión de mantenernos tranquilos y calmados en una situación difícil.
Sin embargo, nunca decidiremos ser pacientes, a menos que tengamos valor. Los amigos ofrecerán darnos consejos, pero debemos esperar confiadamente cuando los demás digan que llegó el momento de hacer algo. El temor a la crítica es a menudo el catalizador que hace que los creyentes se salgan de la voluntad de Dios.
Orar cuando sentimos que deberíamos estar haciendo algo, es difícil. Pero debemos estar listos para mantenernos fieles, humildes, pacientes y valerosos cuando Dios nos diga: “Espera”.
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