Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Jehová, el cual tendrá de él misericordia.
–(Isaías 55:7a)
Usted no puede obtener la victoria mientras el problema sea lo más importante de su vida. En Mateo 6:24-25:
"No se puede servir a la vez a Dios y a las riquezas. Por eso les digo: No se preocupen por su vida".
Yo había leído esos versículos centenares de veces, pero ese día vi algo que no había notado nunca antes. Vi eso inmediatamente después de que Jesús dijera: "Nadie puede servir a dos señores", dijo: "No se preocupen". De repente me iluminó. ¡Nosotros le servimos a nuestros pensamientos!
Por eso, Isaías 55 nos dice que dejemos nuestros pensamientos, y por la Palabra tomemos los pensamientos de Dios. Segunda de Corintios 10:5 nos dice que derribemos argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevemos cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo.
¿Quiere usted liberación de sus problemas hoy?
¡Entonces deje de servirles! No les permita que consuman su vida. No espere hasta que las circunstancias cambien para hacerlo. En lugar de eso, comprenda que las circunstancias no cambiarán jamás hasta que usted cambie los pensamientos equivocados por los pensamientos correctos.
Sé que eso no es fácil de hacer, especialmente en medio de las pruebas y de las densas tinieblas. Pero usted puede si hace estas tres cosas:
Primero, recuerde que no está solo. Usted tiene la Palabra (los pensamientos de Dios). Tiene el Espíritu Santo que le fortalece y tiene la mente de Cristo.
Segundo, acérquese a personas que estén llenas de fe. En vez de repasar su problema, deje que ellos hablen. Dispóngase a escuchar. Únase a la fe de ellos y resista las tinieblas.
Tercero, alabe a Dios. Haga lo que sea necesario para alabar. ¡Cuándo comience a alabar, la presencia de Dios rechazará esos pensamientos de preocupación y los hará caer!
Sus problemas no son lo más importante en su vida. Jesús lo es. ¡Sírvale con sus pensamientos y Él le hará libre!
MATEO 28;19-20: "Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; 28:20 enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén."
martes, julio 31, 2007
lunes, julio 30, 2007
usted no caerá jamás
Por lo cual, hermanos, tanto más procurad hacer firme vuestra vocación y elección; porque haciendo estas cosas, no caeréis jamás.
–(2 Pedro 1:10)
"No caeréis jamás". Cuando piensa en eso, esa es una declaración sorprendente, ¿no es verdad? Él enemigo nos ha hecho tropezar tantas veces a la mayoría de nosotros que no nos gusta ni pensar en eso.
Pero la Palabra de Dios dice que no tiene que ser de esa manera. Dios dice que hay algo que nos puede mantener firmes. ¿Qué es? Afirmar nuestra vocación y elección.
Si no se ha afirmado, necesita comprender cuán importante es. Necesita enfrentar el hecho de que no puede vivir una vida de victoria sin afirmar su vocación.
Usted no puede permanecer fuerte en la Palabra de Dios sin tomar su Biblia durante la semana. Hacerlo sólo el domingo por la mañana no va a surtir ningún efecto. Sin embargo, la mayoría de los creyentes tratan de subsistir con eso. Precisamente por eso tenemos miles de iglesias por todo el mundo llenas de gente nacida de nuevo que no tienen suficiente fe ni para matar un mosquito. No se han afirmado.
Recuerdo hace que hace un tiempo, un pastor me conto, que una vez hace varios años cuando ministraba a una dama que fue sanada de cáncer. Ella se había empapado de la Palabra, había tomado una postura de fe, y había sido liberada. Pero varios años después, le lamó y le dijo: "Hermano, me gustaría que orara por mí. Él cáncer ha vuelto otra vez".
Ahí mismo recordò el versículo que el Señor le había dado para prevalecer en años atrás: "Ninguna arma forjada contra ti prosperará". Por lo tanto le dijo: "Traiga su Biblia y vamos a Isaías 54:17". Al fondo podía oírla susurrándole a otra persona en la habitación: "¿Dónde está mi Biblia?" Cuando escuchò eso, casi llorò. Sabía que ella no lo iba lograr. ¿Por qué? No había procurado afirmarse.
Escuche, esto es un asunto diario. Él enemigo ronda las 24 horas del día maquinando maneras para hacernos caer. Jesús está en el trono 24 horas al día dándonos poder para resistir al enemigo, y nosotros necesitamos estar ejercitando nuestra fe todo el tiempo.
Si quiere perseverar en los días venideros, va a necesitar más que la fe de la Escuela Dominical. Va a necesitar fe madura, que mueva montes, y sólo hay una manera de adquirirla: dedicarse a la Palabra con más firmeza de lo que lo ha hecho.
Sea pronto para hacer firme su vocación y elección; y no importa lo resbalosa que se ponga la situación, ¡usted no caerá jamás!
–(2 Pedro 1:10)
"No caeréis jamás". Cuando piensa en eso, esa es una declaración sorprendente, ¿no es verdad? Él enemigo nos ha hecho tropezar tantas veces a la mayoría de nosotros que no nos gusta ni pensar en eso.
Pero la Palabra de Dios dice que no tiene que ser de esa manera. Dios dice que hay algo que nos puede mantener firmes. ¿Qué es? Afirmar nuestra vocación y elección.
Si no se ha afirmado, necesita comprender cuán importante es. Necesita enfrentar el hecho de que no puede vivir una vida de victoria sin afirmar su vocación.
Usted no puede permanecer fuerte en la Palabra de Dios sin tomar su Biblia durante la semana. Hacerlo sólo el domingo por la mañana no va a surtir ningún efecto. Sin embargo, la mayoría de los creyentes tratan de subsistir con eso. Precisamente por eso tenemos miles de iglesias por todo el mundo llenas de gente nacida de nuevo que no tienen suficiente fe ni para matar un mosquito. No se han afirmado.
Recuerdo hace que hace un tiempo, un pastor me conto, que una vez hace varios años cuando ministraba a una dama que fue sanada de cáncer. Ella se había empapado de la Palabra, había tomado una postura de fe, y había sido liberada. Pero varios años después, le lamó y le dijo: "Hermano, me gustaría que orara por mí. Él cáncer ha vuelto otra vez".
Ahí mismo recordò el versículo que el Señor le había dado para prevalecer en años atrás: "Ninguna arma forjada contra ti prosperará". Por lo tanto le dijo: "Traiga su Biblia y vamos a Isaías 54:17". Al fondo podía oírla susurrándole a otra persona en la habitación: "¿Dónde está mi Biblia?" Cuando escuchò eso, casi llorò. Sabía que ella no lo iba lograr. ¿Por qué? No había procurado afirmarse.
Escuche, esto es un asunto diario. Él enemigo ronda las 24 horas del día maquinando maneras para hacernos caer. Jesús está en el trono 24 horas al día dándonos poder para resistir al enemigo, y nosotros necesitamos estar ejercitando nuestra fe todo el tiempo.
Si quiere perseverar en los días venideros, va a necesitar más que la fe de la Escuela Dominical. Va a necesitar fe madura, que mueva montes, y sólo hay una manera de adquirirla: dedicarse a la Palabra con más firmeza de lo que lo ha hecho.
Sea pronto para hacer firme su vocación y elección; y no importa lo resbalosa que se ponga la situación, ¡usted no caerá jamás!
viernes, julio 27, 2007
Dejando la vana manera de vivir
Por lo cual, salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor, y no toquéis lo inmundo; y yo os recibiré.
–(2 Corintios 6:17)
Estamos rodeados por un mundo que es gobernado en su mayor parte por el enemigo. ¿Cómo podemos evitar ser atrapados en él? ¿Cómo podemos ser diferentes?
Encontrará la respuesta en Juan 17:17. Allí Jesús hablaba al Padre de todos los que creerían en Él. "Santifícalos en tu verdad; tu palabra es la verdad," dijo Él. Santificar significa "separar". Por lo tanto, Jesús estaba diciendo: "Sepáralos por la Palabra". ¡La Palabra separa!
Cuando usted creyó al principio en la Palabra de Dios, nació de nuevo. Fue separado espiritualmente del reino de las tinieblas, separado para el reino de luz. En este punto es donde mucha gente se detiene. Ellos dejan que la Palabra de Dios haga su obra inicial de separación y luego continúan viviendo como todos los demás.
Espiritualmente, aún están separados de la muerte, pero física y mentalmente están hasta el cuello en eso. Están pobres, enfermos, preocupados, confundidos, enojados? En otras palabras, son como los demás del mundo.
Pero si usted le da a la Palabra de Dios el primer lugar en su vida, ella continuará separándole de la pobreza, la ansiedad, la enfermedad, el odio y la oscuridad de su viejo ambiente.
Hay algo más que la Palabra de Dios también hará por usted. No sólo lo separará de las cosas de este mundo, lo separará para las cosas de Dios.
Usted no puede separarse de cualquier vicio sin separarse para algo más. No puede apartarse de las cosas del mundo a menos que se vuelva a algo más fuerte. Quiero que sepa que usted puede gritar, chillar y patear la banca del altar y todo lo demás tratando de deshacerse del pecado en su vida. Puede gritar: "Amado Dios, quita este pecado de mí". Pero todos los ruegos del mundo no le separarán a usted de su pecado. ¡La Palabra es la que lo hace!
Tome la decisión de darle a la Palabra el primer lugar en su vida. Tome una decisión decisiva, una decisión de la cual no haya retirada. Enciérrese en la Palabra y deje que la Palabra haga su obra. Deje que le separe de las cosas del mundo para las cosas de Dios.
–(2 Corintios 6:17)
Estamos rodeados por un mundo que es gobernado en su mayor parte por el enemigo. ¿Cómo podemos evitar ser atrapados en él? ¿Cómo podemos ser diferentes?
Encontrará la respuesta en Juan 17:17. Allí Jesús hablaba al Padre de todos los que creerían en Él. "Santifícalos en tu verdad; tu palabra es la verdad," dijo Él. Santificar significa "separar". Por lo tanto, Jesús estaba diciendo: "Sepáralos por la Palabra". ¡La Palabra separa!
Cuando usted creyó al principio en la Palabra de Dios, nació de nuevo. Fue separado espiritualmente del reino de las tinieblas, separado para el reino de luz. En este punto es donde mucha gente se detiene. Ellos dejan que la Palabra de Dios haga su obra inicial de separación y luego continúan viviendo como todos los demás.
Espiritualmente, aún están separados de la muerte, pero física y mentalmente están hasta el cuello en eso. Están pobres, enfermos, preocupados, confundidos, enojados? En otras palabras, son como los demás del mundo.
Pero si usted le da a la Palabra de Dios el primer lugar en su vida, ella continuará separándole de la pobreza, la ansiedad, la enfermedad, el odio y la oscuridad de su viejo ambiente.
Hay algo más que la Palabra de Dios también hará por usted. No sólo lo separará de las cosas de este mundo, lo separará para las cosas de Dios.
Usted no puede separarse de cualquier vicio sin separarse para algo más. No puede apartarse de las cosas del mundo a menos que se vuelva a algo más fuerte. Quiero que sepa que usted puede gritar, chillar y patear la banca del altar y todo lo demás tratando de deshacerse del pecado en su vida. Puede gritar: "Amado Dios, quita este pecado de mí". Pero todos los ruegos del mundo no le separarán a usted de su pecado. ¡La Palabra es la que lo hace!
Tome la decisión de darle a la Palabra el primer lugar en su vida. Tome una decisión decisiva, una decisión de la cual no haya retirada. Enciérrese en la Palabra y deje que la Palabra haga su obra. Deje que le separe de las cosas del mundo para las cosas de Dios.
jueves, julio 26, 2007
¿Que puedo hacer?
Jeremías 33:3: “Clama a Mí, y Yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces.”
En una ocasión un leyó acerca de unos niños en una clase de escuela dominical que le escribieron una carta a un misionero para hacerle saber que estaban orando por él.
El maestro de la clase les informó: “Niños, el misionero es una persona bastante ocupada, así que no esperen que les conteste.”
La carta de una niñita leía así: “Querido hermano Brown: Estamos orando por usted, no esperamos una respuesta.”
Tristemente, ¡así es como oramos! En realidad, no esperamos una respuesta. Mas Dios ha prometido que nos contestará si clamamos a Él. Salmos 91:15 dice: “Me invocará, y Yo le responderé; con él estaré Yo en la angustia; lo libraré y le glorificaré.”
¿Por qué está orando hoy?
¿Cree que Dios le puede contestar?
¿Cree que le contestará?
Agradézcale ahora por contestarle, por que el es nuestro pronto auxilio.
En una ocasión un leyó acerca de unos niños en una clase de escuela dominical que le escribieron una carta a un misionero para hacerle saber que estaban orando por él.
El maestro de la clase les informó: “Niños, el misionero es una persona bastante ocupada, así que no esperen que les conteste.”
La carta de una niñita leía así: “Querido hermano Brown: Estamos orando por usted, no esperamos una respuesta.”
Tristemente, ¡así es como oramos! En realidad, no esperamos una respuesta. Mas Dios ha prometido que nos contestará si clamamos a Él. Salmos 91:15 dice: “Me invocará, y Yo le responderé; con él estaré Yo en la angustia; lo libraré y le glorificaré.”
¿Por qué está orando hoy?
¿Cree que Dios le puede contestar?
¿Cree que le contestará?
Agradézcale ahora por contestarle, por que el es nuestro pronto auxilio.
miércoles, julio 25, 2007
No deje que su fe se deslice.
Por tanto, es necesario que con más diligencia atendamos a las cosas que hemos oído, no sea que nos deslicemos.
–(Hebreos 2:1)
Algo muy serio le ha estado sucediendo al Cuerpo de Cristo. A menudo hemos dejado que lo que hemos oído, el mensaje de fe y justicia, se deslice.
No hablo solamente de aquellos creyentes que han estado tan rodeados de religión que nunca han oído del poder que tienen en Cristo Jesús. Hablo de los que hemos oído la Palabra y hemos conocido la emoción de vivir por fe.
Por ejemplo, en mi propia vida, había veces cuando oraba por sanidad. Decía todas las palabras correctas: "Gracias Dios, creo que recibo..." y todo eso. Pero por dentro estaba pensando: "¿Por qué será qué Dios no me sana?"
Aunque decía que creía que era sano, en realidad no era así. Había dudado de la promesa de Dios, creyendo lo que mi cuerpo decía en lugar de lo que decía la Palabra de Dios.
No importa cuánto tiempo lleve como creyente o por cuánto tiempo haya estado practican¬do los principios de fe, usted puede deslizarse fácilmente a la incredulidad en cuanto a las promesas de Dios. Y cuando lo haga, le va a costar caro.
"Pero si deslizarse en la incredulidad es tan fácil "quizá diga usted-, ¿cómo podemos evitarlo?"
Hebreos 4:11 nos dice: "Esforcémonos pues, por entrar en ese reposo, para que nadie caiga al seguir aquel ejemplo de desobediencia".
Nosotros debemos laborar. No estoy hablando de trabajar con nuestras manos y nuestros pies o de luchar para conseguir que Dios haga algo, sino de pasar tiempo en la Palabra de Dios, aferrándonos por la fe a las promesas de Dios día tras día. Debemos laborar al escuchar la Palabra y no permitir que se deslice.
No se despreocupe de la Palabra. No cometa el error de pensar: "Yo sé todo ese asunto de la fe. Sé cómo recibir mi sanidad". No afloje, o uno de estos días el diablo le tomará desprevenido y le robará sin que se dé cuenta. En lugar de eso, profundice más en la Palabra de Dios. ¡Labore! Sea diligente para evitar que su fe se deslice, ¡y usted no caerá!
–(Hebreos 2:1)
Algo muy serio le ha estado sucediendo al Cuerpo de Cristo. A menudo hemos dejado que lo que hemos oído, el mensaje de fe y justicia, se deslice.
No hablo solamente de aquellos creyentes que han estado tan rodeados de religión que nunca han oído del poder que tienen en Cristo Jesús. Hablo de los que hemos oído la Palabra y hemos conocido la emoción de vivir por fe.
Por ejemplo, en mi propia vida, había veces cuando oraba por sanidad. Decía todas las palabras correctas: "Gracias Dios, creo que recibo..." y todo eso. Pero por dentro estaba pensando: "¿Por qué será qué Dios no me sana?"
Aunque decía que creía que era sano, en realidad no era así. Había dudado de la promesa de Dios, creyendo lo que mi cuerpo decía en lugar de lo que decía la Palabra de Dios.
No importa cuánto tiempo lleve como creyente o por cuánto tiempo haya estado practican¬do los principios de fe, usted puede deslizarse fácilmente a la incredulidad en cuanto a las promesas de Dios. Y cuando lo haga, le va a costar caro.
"Pero si deslizarse en la incredulidad es tan fácil "quizá diga usted-, ¿cómo podemos evitarlo?"
Hebreos 4:11 nos dice: "Esforcémonos pues, por entrar en ese reposo, para que nadie caiga al seguir aquel ejemplo de desobediencia".
Nosotros debemos laborar. No estoy hablando de trabajar con nuestras manos y nuestros pies o de luchar para conseguir que Dios haga algo, sino de pasar tiempo en la Palabra de Dios, aferrándonos por la fe a las promesas de Dios día tras día. Debemos laborar al escuchar la Palabra y no permitir que se deslice.
No se despreocupe de la Palabra. No cometa el error de pensar: "Yo sé todo ese asunto de la fe. Sé cómo recibir mi sanidad". No afloje, o uno de estos días el diablo le tomará desprevenido y le robará sin que se dé cuenta. En lugar de eso, profundice más en la Palabra de Dios. ¡Labore! Sea diligente para evitar que su fe se deslice, ¡y usted no caerá!
martes, julio 24, 2007
No deje que el pasado lo destruya
Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago; olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.
–(Filipenses 3:13-14)
Golpes y contusiones espirituales. Dolores y sufrimientos internos que parecen no irse. Casi todos nosotros sabemos lo que son, pero pocos sabemos qué hacer al respecto.
Esperamos que por arte de magia esas heridas ocultas dejen de lastimarnos, pensando que quizás (al dormirnos o con una porción adicional de postre) esa fastidioso sentimiento de depresión finalmente desaparezca.
¿Pero sucede siempre de esa manera? ¡No!
Lo sé. A mí me ha ocurrido.
Pero gracias a Dios, ya no me ocurre. Durante los últimos años, he enfrentado algunas tremendas batallas espirituales. Me he dado cuenta de que esas batallas pueden dejarlo a uno herido en el interior, así como una pelea puede dejarlo herido en el exterior.
Antes de que naciera de nuevo, aprendí lo devastador que puede ser una verdadera pelea física. No obstante, a pesar de lo mal que me sintiera, unos pocos días de descanso me hacían bien.
Sin embargo, la sanidad de un espíritu herido no viene así de fácil. En realidad, el paso del tiempo con frecuencia empeora esta condición.
La razón es esta: En vez de dejar los dolorosos fracasos atrás, con frecuencia hacemos énfasis en ellos hasta que llegan a ser más verdaderos para nosotros que las promesas de Dios. Nos enfocamos en ellos hasta que llegamos a estar sumergidos en la depresión, inactivos por el temor de que si proseguimos, volveremos a fracasar.
Pero hay una salida. Si la depresión lo lleva en descenso espiritual, lo único que tiene que hacer para escapar es quitar los ojos del pasado y ponerlos en el futuro, un futuro que ha sido garantizado por Cristo Jesús mediante las abundantes y preciosas promesas de su Palabra.
Hay posibilidades de que al principio no vengan fácilmente para usted. Su mente ha tenido probablemente años de práctica en concentrarse en el pasado. Como un caballo viejo que habitualmente se dirige al establo, sus pensamientos comenzarán probablemente a galopar en esa dirección cada vez que usted le suelte la rienda.
Por lo tanto, no lo afloje. Tome las riendas fuertemente. Medite a propósito en la Palabra de Dios. Reemplace los pensamientos del pasado con promesas de las Escrituras acerca del futuro y sea diligente al respecto. Entonces, en vez de ser un soldado herido, llegará a ser el guerrero conquistador que Dios creó.
–(Filipenses 3:13-14)
Golpes y contusiones espirituales. Dolores y sufrimientos internos que parecen no irse. Casi todos nosotros sabemos lo que son, pero pocos sabemos qué hacer al respecto.
Esperamos que por arte de magia esas heridas ocultas dejen de lastimarnos, pensando que quizás (al dormirnos o con una porción adicional de postre) esa fastidioso sentimiento de depresión finalmente desaparezca.
¿Pero sucede siempre de esa manera? ¡No!
Lo sé. A mí me ha ocurrido.
Pero gracias a Dios, ya no me ocurre. Durante los últimos años, he enfrentado algunas tremendas batallas espirituales. Me he dado cuenta de que esas batallas pueden dejarlo a uno herido en el interior, así como una pelea puede dejarlo herido en el exterior.
Antes de que naciera de nuevo, aprendí lo devastador que puede ser una verdadera pelea física. No obstante, a pesar de lo mal que me sintiera, unos pocos días de descanso me hacían bien.
Sin embargo, la sanidad de un espíritu herido no viene así de fácil. En realidad, el paso del tiempo con frecuencia empeora esta condición.
La razón es esta: En vez de dejar los dolorosos fracasos atrás, con frecuencia hacemos énfasis en ellos hasta que llegan a ser más verdaderos para nosotros que las promesas de Dios. Nos enfocamos en ellos hasta que llegamos a estar sumergidos en la depresión, inactivos por el temor de que si proseguimos, volveremos a fracasar.
Pero hay una salida. Si la depresión lo lleva en descenso espiritual, lo único que tiene que hacer para escapar es quitar los ojos del pasado y ponerlos en el futuro, un futuro que ha sido garantizado por Cristo Jesús mediante las abundantes y preciosas promesas de su Palabra.
Hay posibilidades de que al principio no vengan fácilmente para usted. Su mente ha tenido probablemente años de práctica en concentrarse en el pasado. Como un caballo viejo que habitualmente se dirige al establo, sus pensamientos comenzarán probablemente a galopar en esa dirección cada vez que usted le suelte la rienda.
Por lo tanto, no lo afloje. Tome las riendas fuertemente. Medite a propósito en la Palabra de Dios. Reemplace los pensamientos del pasado con promesas de las Escrituras acerca del futuro y sea diligente al respecto. Entonces, en vez de ser un soldado herido, llegará a ser el guerrero conquistador que Dios creó.
lunes, julio 23, 2007
Por su Gracia
Gracia es la bondad y la misericordia de Dios extendidas a quienes no la merecen ni pueden ganarla, y cuyos beneficios están al alcance de todos.
Dios hace que nuestro corazón palpite, que nuestros cuerpos se sanen y que podamos dar y recibir amor sin importar lo que la gente piense de Él. El Señor ofrece perdón al rebelde, libertad al pecador e intimidad con Él a todos los que ponen su fe en Cristo como Salvador. Por medio de Jesús, Dios ofrece acceso al trono de la gracia (He. 4:16), donde el Salvador sirve como sumo sacerdote, intercediendo por los suyos (He. 7:25). Sabemos que podemos acercarnos confiadamente a Dios, porque no hay ninguna condenación para quienes pertenecen a Él (Ro. 8:1).
Pero no siempre fue así. Israel, el pueblo escogido por Dios, vivía bajo la Ley, no bajo la gracia. Eran un pueblo desobediente; y Dios, por su misericordia, estableció el sistema de sacrificios para darles, simbólicamente, la manera de recibir el perdón de sus pecados. Sin embargo, Jesús nos da un perdón permanente, porque Él murió una sola vez por todos los pecados (He. 7:27). Era humanamente imposible obedecer cada aspecto de todos los 613 mandamientos que Dios entregó a Moisés, pero Jesús cumplió la Ley por nosotros. Podemos, entonces, acercarnos al trono de Dios directamente, porque nuestro Salvador dio Su vida por nosotros.
Como creyentes, nuestro fundamento inconmovible es la gracia de Dios, que está sobre nosotros como un toldo que nos recubre como un muro protector. Cuando esta verdad penetra nuestras mentes y nuestros corazones, nos convertimos en expresiones del amor, la misericordia y la bondad de Dios para los demás.
Dios hace que nuestro corazón palpite, que nuestros cuerpos se sanen y que podamos dar y recibir amor sin importar lo que la gente piense de Él. El Señor ofrece perdón al rebelde, libertad al pecador e intimidad con Él a todos los que ponen su fe en Cristo como Salvador. Por medio de Jesús, Dios ofrece acceso al trono de la gracia (He. 4:16), donde el Salvador sirve como sumo sacerdote, intercediendo por los suyos (He. 7:25). Sabemos que podemos acercarnos confiadamente a Dios, porque no hay ninguna condenación para quienes pertenecen a Él (Ro. 8:1).
Pero no siempre fue así. Israel, el pueblo escogido por Dios, vivía bajo la Ley, no bajo la gracia. Eran un pueblo desobediente; y Dios, por su misericordia, estableció el sistema de sacrificios para darles, simbólicamente, la manera de recibir el perdón de sus pecados. Sin embargo, Jesús nos da un perdón permanente, porque Él murió una sola vez por todos los pecados (He. 7:27). Era humanamente imposible obedecer cada aspecto de todos los 613 mandamientos que Dios entregó a Moisés, pero Jesús cumplió la Ley por nosotros. Podemos, entonces, acercarnos al trono de Dios directamente, porque nuestro Salvador dio Su vida por nosotros.
Como creyentes, nuestro fundamento inconmovible es la gracia de Dios, que está sobre nosotros como un toldo que nos recubre como un muro protector. Cuando esta verdad penetra nuestras mentes y nuestros corazones, nos convertimos en expresiones del amor, la misericordia y la bondad de Dios para los demás.
jueves, julio 19, 2007
UNA BUENA ACTITUD
¿Que es una actitud?
Es una muestra de nuestro verdadero ser. Sus raíces están ocultas pero su fruto siempre es visible. Su actitud puede ser su mejor amiga o su pero enemiga.
Nuestra actitud nunca estará conforme a menos que se exprese. Determina nuestro éxito o nuestro fracaso. Y no depende de la circunstancias de la vida.
Como nuestra manera de hablar refleja nuestra actitud, debemos hacer de nuestra actitud, nuestra mejor amiga, como,
Deje de decir
• No puedo
• Es imposible que mi matrimonio mejore
• No conozco la gente adecuada
• Ya estoy viejo
Empiece a decir
• Todo lo puedo en Cristo
• Lo que imposible para el hombre, es posible para Dios
Conozco al padre, hijo y espíritu santo, conozco la gente adecuada, que me ayudara a relacionarme con los que suman, y me permitirá dar a los que necesitan.
• En Cristo no tengo edad, sino su poder, autoridad y gloria.
Tres cosas ¿esta herido? Sobrepóngase, ¿ ha sido criticado injustamente? Sobrepóngase, ¿ha sido rechazado? Sobrepóngase.
La adversidad es la oportunidad que tenemos para mejorar nuestra vida, nuestra actitud hacia la adversidad determinara si progresamos o nos destruimos.
Déjese de dar paso a lo negativo, y viva la vida, la cual en Jesús es en abundancia.
Es una muestra de nuestro verdadero ser. Sus raíces están ocultas pero su fruto siempre es visible. Su actitud puede ser su mejor amiga o su pero enemiga.
Nuestra actitud nunca estará conforme a menos que se exprese. Determina nuestro éxito o nuestro fracaso. Y no depende de la circunstancias de la vida.
Como nuestra manera de hablar refleja nuestra actitud, debemos hacer de nuestra actitud, nuestra mejor amiga, como,
Deje de decir
• No puedo
• Es imposible que mi matrimonio mejore
• No conozco la gente adecuada
• Ya estoy viejo
Empiece a decir
• Todo lo puedo en Cristo
• Lo que imposible para el hombre, es posible para Dios
Conozco al padre, hijo y espíritu santo, conozco la gente adecuada, que me ayudara a relacionarme con los que suman, y me permitirá dar a los que necesitan.
• En Cristo no tengo edad, sino su poder, autoridad y gloria.
Tres cosas ¿esta herido? Sobrepóngase, ¿ ha sido criticado injustamente? Sobrepóngase, ¿ha sido rechazado? Sobrepóngase.
La adversidad es la oportunidad que tenemos para mejorar nuestra vida, nuestra actitud hacia la adversidad determinara si progresamos o nos destruimos.
Déjese de dar paso a lo negativo, y viva la vida, la cual en Jesús es en abundancia.
miércoles, julio 18, 2007
NO ESCUCHES MAS MENTIRAS DEL ENEMIGO
Primera Juan 4:4: “Hijitos, vosotros sois de Dios, y los habéis vencido; porque mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo.”
¡Aquel que creó el valle está allí con usted! Él ha preparado el camino a través del valle. No es un lugar de permanencia, sino transitorio.
Él conoce toda curva y esquina, toda sombra cambiante, toda fosa donde el peligro acecha, y ¡Él está con usted! Enfóquese en la luz y no en las tinieblas.
Dios le ha hecho para que camine a través de sombras. Cuando la oscuridad se le aproxime, atraviésela. ¡Aquél mayor que la muerte está en usted! Él es nuestro Jehová: el Señor siempre presente.
Su gracia es más grande. Su paz es más pura. Su devoción es la más querida. Donde Satanás lanza tinieblas, nuestro Señor Soberano reina en supremacía.
Este es un día de esperanza. Medite en 1 Juan 4:4 a lo largo de este día y pídale a Dios que ponga a alguien en su camino a quien le pueda compartir de su amada verdad.
¡Aquel que creó el valle está allí con usted! Él ha preparado el camino a través del valle. No es un lugar de permanencia, sino transitorio.
Él conoce toda curva y esquina, toda sombra cambiante, toda fosa donde el peligro acecha, y ¡Él está con usted! Enfóquese en la luz y no en las tinieblas.
Dios le ha hecho para que camine a través de sombras. Cuando la oscuridad se le aproxime, atraviésela. ¡Aquél mayor que la muerte está en usted! Él es nuestro Jehová: el Señor siempre presente.
Su gracia es más grande. Su paz es más pura. Su devoción es la más querida. Donde Satanás lanza tinieblas, nuestro Señor Soberano reina en supremacía.
Este es un día de esperanza. Medite en 1 Juan 4:4 a lo largo de este día y pídale a Dios que ponga a alguien en su camino a quien le pueda compartir de su amada verdad.
martes, julio 17, 2007
Esperar en él
Esperar en el Señor suena fácil. Después de todo, sólo tenemos que esperar Su respuesta, ¿no?
La verdad es que los creyentes que quieren desesperadamente ver satisfecha una necesidad, a menudo encuentran que el proceso es casi insostenible. La próxima vez que Dios le diga que espere, recuerde estos cuatro requisitos hasta que Él diga: “Ahora, sigue adelante”.
Los creyentes deben tener fe, aun sin saber cuándo o cómo resolverá Dios una situación. Pero la fe no puede funcionar sin humildad. Debemos reconocer que no hay nada que podamos hacer, excepto hacer una pausa hasta que recibamos más instrucciones. Los creyentes están mucho más seguros en esta voluntaria condición de incapacidad, que tratando de resolver la solución por sí mismos. Tan pronto como comenzamos a manipular nuestras circunstancias, trastornamos el plan del Señor.
En el momento en que entendemos que pudiéramos ahorrarnos dolor o estrés por medio de una acción que no sea de Dios, necesitamos de una condición no innata, la paciencia. Es la decisión de mantenernos tranquilos y calmados en una situación difícil.
Sin embargo, nunca decidiremos ser pacientes, a menos que tengamos valor. Los amigos ofrecerán darnos consejos, pero debemos esperar confiadamente cuando los demás digan que llegó el momento de hacer algo. El temor a la crítica es a menudo el catalizador que hace que los creyentes se salgan de la voluntad de Dios.
Orar cuando sentimos que deberíamos estar haciendo algo, es difícil. Pero debemos estar listos para mantenernos fieles, humildes, pacientes y valerosos cuando Dios nos diga: “Espera”.
La verdad es que los creyentes que quieren desesperadamente ver satisfecha una necesidad, a menudo encuentran que el proceso es casi insostenible. La próxima vez que Dios le diga que espere, recuerde estos cuatro requisitos hasta que Él diga: “Ahora, sigue adelante”.
Los creyentes deben tener fe, aun sin saber cuándo o cómo resolverá Dios una situación. Pero la fe no puede funcionar sin humildad. Debemos reconocer que no hay nada que podamos hacer, excepto hacer una pausa hasta que recibamos más instrucciones. Los creyentes están mucho más seguros en esta voluntaria condición de incapacidad, que tratando de resolver la solución por sí mismos. Tan pronto como comenzamos a manipular nuestras circunstancias, trastornamos el plan del Señor.
En el momento en que entendemos que pudiéramos ahorrarnos dolor o estrés por medio de una acción que no sea de Dios, necesitamos de una condición no innata, la paciencia. Es la decisión de mantenernos tranquilos y calmados en una situación difícil.
Sin embargo, nunca decidiremos ser pacientes, a menos que tengamos valor. Los amigos ofrecerán darnos consejos, pero debemos esperar confiadamente cuando los demás digan que llegó el momento de hacer algo. El temor a la crítica es a menudo el catalizador que hace que los creyentes se salgan de la voluntad de Dios.
Orar cuando sentimos que deberíamos estar haciendo algo, es difícil. Pero debemos estar listos para mantenernos fieles, humildes, pacientes y valerosos cuando Dios nos diga: “Espera”.
lunes, julio 16, 2007
Sin salida, este dispuesto a recibir dirección
Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir.
–(Juan 16:13)
Jesús dijo que el Espíritu Santo nos guiaría a toda la verdad. No tan sólo la verdad que sea suficiente para subsistir ni la verdad ocasional que nos ayude a enseñar nuestra clase de la Escuela Dominical, sino ¡toda la verdad!
Si usted es empresario, eso significa que el Espíritu Santo le mostrará cómo aumentar sus ganancias y reducir sus gastos. Si usted es madre, esto significa que el Espíritu Santo le mostrará cómo resolver problemas entre sus hijos. Si usted es estudiante, esto significa que el Espíritu Santo le mostrará cómo sobresalir en sus clases.
Por cierto, si usted conoce a Jesucristo y ha sido bautizado en el Espíritu Santo, en su interior está la respuesta a todo problema económico, a todo problema espiritual y a todo problema físico que haya. ¡Usted tiene las respuestas a problemas que ni siquiera conoce aún!
Por ejemplo, durante la Segunda Guerra Mundial, los Estados Unidos se tropezaron con un problema serio. Sus barcos estaban siendo hundidos por el enemigo más rápidamente de lo que podían construir nuevos barcos; un proceso que, en esa época, tomaba un año. En un esfuerzo para resolver ese dilema, se inventó un método por el cual un barco podía ser construido en un solo día. Pero había que construir el barco con la parte de arriba abajo. Entonces, al darle vuelta, las soldaduras se reventaban y el barco se rompía en pedazos.
Le presentaron el problema a un hombre profundamente espiritual, quien era un famoso empresario industrial en ese tiempo. "Yo averiguaré cómo hacerlo", dijo. Efectivamente, después de días de oración y ayuno, Dios le mostró la fórmula de la soldadura que mantendría al barco unido.
Si usted está haciendo frente a algún problema, no ande a rastras tratando de manejarlo con sus propias fuerzas. Tome en serio lo que Jesús dice en su Palabra y comience a pedirle al Espíritu Santo que le dé el conocimiento que necesita para resolverlo. Ponga la sabiduría de los siglos a obrar en su trabajo, en su familia y en su mundo. Conéctese con las verdades que Él ha puesto en usted.
–(Juan 16:13)
Jesús dijo que el Espíritu Santo nos guiaría a toda la verdad. No tan sólo la verdad que sea suficiente para subsistir ni la verdad ocasional que nos ayude a enseñar nuestra clase de la Escuela Dominical, sino ¡toda la verdad!
Si usted es empresario, eso significa que el Espíritu Santo le mostrará cómo aumentar sus ganancias y reducir sus gastos. Si usted es madre, esto significa que el Espíritu Santo le mostrará cómo resolver problemas entre sus hijos. Si usted es estudiante, esto significa que el Espíritu Santo le mostrará cómo sobresalir en sus clases.
Por cierto, si usted conoce a Jesucristo y ha sido bautizado en el Espíritu Santo, en su interior está la respuesta a todo problema económico, a todo problema espiritual y a todo problema físico que haya. ¡Usted tiene las respuestas a problemas que ni siquiera conoce aún!
Por ejemplo, durante la Segunda Guerra Mundial, los Estados Unidos se tropezaron con un problema serio. Sus barcos estaban siendo hundidos por el enemigo más rápidamente de lo que podían construir nuevos barcos; un proceso que, en esa época, tomaba un año. En un esfuerzo para resolver ese dilema, se inventó un método por el cual un barco podía ser construido en un solo día. Pero había que construir el barco con la parte de arriba abajo. Entonces, al darle vuelta, las soldaduras se reventaban y el barco se rompía en pedazos.
Le presentaron el problema a un hombre profundamente espiritual, quien era un famoso empresario industrial en ese tiempo. "Yo averiguaré cómo hacerlo", dijo. Efectivamente, después de días de oración y ayuno, Dios le mostró la fórmula de la soldadura que mantendría al barco unido.
Si usted está haciendo frente a algún problema, no ande a rastras tratando de manejarlo con sus propias fuerzas. Tome en serio lo que Jesús dice en su Palabra y comience a pedirle al Espíritu Santo que le dé el conocimiento que necesita para resolverlo. Ponga la sabiduría de los siglos a obrar en su trabajo, en su familia y en su mundo. Conéctese con las verdades que Él ha puesto en usted.
viernes, julio 13, 2007
Plegaria pidiendo ser libradode los enemigos
1 Disputa, Jehová,con los que contra mí contienden;
pelea contra los que me combaten.
2 Echa mano al escudo y al pavés,
y levántate en mi ayuda.
3 Saca la lanza,
cierra contra mis perseguidores;
di a mi alma: «¡Yo soy tu salvación!»
4 Sean avergonzados y confundidos
los que buscan mi vida;
sean vueltos atrás y avergonzados
los que mi mal intentan.
5 Sean como el tamo delante del viento,
y el ángel de Jehová los acose.
6 Sea su camino tenebroso y resbaladizo,
y el ángel de Jehová los persiga,
7 porque sin causa escondieron para mísu red en un hoyo;
sin causa cavaron hoyo para mi alma.
8 ¡Véngale el quebrantamiento inesperado,
y la red que él escondió lo atrape!
¡Caiga en ella con quebranto!
9 Entonces mi alma se alegrará en Jehová;
se regocijará en su salvación.
10 Todos mis huesos dirán:
«Jehová, ¿quién como tú,
que libras al afligido del más fuerte que él,
y al pobre y menesterosodel que lo despoja
pelea contra los que me combaten.
2 Echa mano al escudo y al pavés,
y levántate en mi ayuda.
3 Saca la lanza,
cierra contra mis perseguidores;
di a mi alma: «¡Yo soy tu salvación!»
4 Sean avergonzados y confundidos
los que buscan mi vida;
sean vueltos atrás y avergonzados
los que mi mal intentan.
5 Sean como el tamo delante del viento,
y el ángel de Jehová los acose.
6 Sea su camino tenebroso y resbaladizo,
y el ángel de Jehová los persiga,
7 porque sin causa escondieron para mísu red en un hoyo;
sin causa cavaron hoyo para mi alma.
8 ¡Véngale el quebrantamiento inesperado,
y la red que él escondió lo atrape!
¡Caiga en ella con quebranto!
9 Entonces mi alma se alegrará en Jehová;
se regocijará en su salvación.
10 Todos mis huesos dirán:
«Jehová, ¿quién como tú,
que libras al afligido del más fuerte que él,
y al pobre y menesterosodel que lo despoja
jueves, julio 12, 2007
POR UNA BUENA CAUSA, LOS NIÑOS.
ESTA PROMOCION ES PARA PONER EN CONOCIMIENTO EL PROPISITO DE CREAR UNA CASA PARA LOS NIÑOS DE LA CALLE.
CON EL APOYO A UNA LLAMANDA POR LA PAZ ESTAS QUITANDO UN NIÑO DE LA CALLE, Y ESTAS PERMITIENDO UN HOMBRE O MUJER DE BIEN PARA EL FUTURO.
CONTAMOS, MAS QUE CON TU PRESENCIA, CON TU APOYO INCONDICIONAL, NO MIRANDO EL MEDIO, SINO EL FIN, EL PROPOSITO.
DIOS TE BENDIGA.
Necesita aplicar la palabra
Los leoncillos necesitan, y tienen hambre; pero los que buscan a Jehová no tendrán falta de ningún bien.
–(Salmo 34:10)
¿Sabía que, de acuerdo con la Palabra de Dios, no hay escasez en el Cuerpo de Cristo? Todo lo que podamos necesitar y todo problema que podamos enfrentar ha sido cubierto por la sangre de Jesús. Sus abundantes y preciosas promesas lo han suplido todo.
¿Por qué entonces muchos seguimos en la escasez? Porque, como dice Hebreos 5:13, somos inexpertos en la Palabra de justicia.
Se necesita ser experto para aplicar la Palabra de Dios. Muchos no saben eso. A veces decimos cualquier cosa de la Palabra y tratamos de usarla a como se nos antoje. Hacemos una oración tonta y luego decimos: "Bueno, Dios sabe lo que quiero decir", y esperamos que sea contestada.
Eso es chistoso. Nosotros nunca permitiríamos esa clase de negligencia en la esfera natural. Si nuestro médico entrara, nos tirara un frasco de píldoras y dijera: "Aquí tiene esto, tómeselo", sin ni siquiera tratar de examinarnos, saldríamos de su oficina y nunca volveríamos. Sin embargo, nos sorprendemos cuando esa misma actitud negligente en el ámbito espiritual hace que nuestras oraciones no sean eficaces.
Vivimos en una sociedad "instantánea" en la que todo es rápido y fácil. Y muchos dejamos que esa mentalidad afecte nuestra vida con el Señor Jesucristo. Cuando alguien necesita sanidad, irrumpimos por la puerta del hospital, le echamos un poco de aceite en la frente y decimos: "¡Gloria a Dios!" y nos vamos. A veces no se necesita decir más que: "¡En el nombre de Jesús, sé sano!" Pero a veces hay algo más que debe hacerse.
Ha llegado la hora de despojarnos de esa mentalidad "instantánea" y darnos cuenta de que hay situaciones en las que debemos tomarnos el tiempo y orar en el Espíritu Santo; situaciones en las que vamos a tener que sentarnos y escuchar las instrucciones de Dios.
Si usted es inexperto en cualquier aspecto de la vida, ya sea sanidad, finanzas o alguna otra cosa, propóngase hacerse experto en la Palabra en cuanto a ese aspecto. Tome la Biblia y lea los pasajes sobre sanidad, lea los versículos sobre milagros, lea todas las promesas de Dios y lea las ben¬diciones sobre Abraham.
Medite en esas cosas y pídale a Dios que le hable por medio de ellas y lo ilumine en la situación que está enfrentando. No diga cualquiera cosa acerca de la Palabra; escudríñela. Tenga comunión con su Padre por medio de ella y pídale que le muestre cómo ser experto a la hora de aplicarla. Con el tiempo, usted no tendrá escasez de ninguna cosa.
–(Salmo 34:10)
¿Sabía que, de acuerdo con la Palabra de Dios, no hay escasez en el Cuerpo de Cristo? Todo lo que podamos necesitar y todo problema que podamos enfrentar ha sido cubierto por la sangre de Jesús. Sus abundantes y preciosas promesas lo han suplido todo.
¿Por qué entonces muchos seguimos en la escasez? Porque, como dice Hebreos 5:13, somos inexpertos en la Palabra de justicia.
Se necesita ser experto para aplicar la Palabra de Dios. Muchos no saben eso. A veces decimos cualquier cosa de la Palabra y tratamos de usarla a como se nos antoje. Hacemos una oración tonta y luego decimos: "Bueno, Dios sabe lo que quiero decir", y esperamos que sea contestada.
Eso es chistoso. Nosotros nunca permitiríamos esa clase de negligencia en la esfera natural. Si nuestro médico entrara, nos tirara un frasco de píldoras y dijera: "Aquí tiene esto, tómeselo", sin ni siquiera tratar de examinarnos, saldríamos de su oficina y nunca volveríamos. Sin embargo, nos sorprendemos cuando esa misma actitud negligente en el ámbito espiritual hace que nuestras oraciones no sean eficaces.
Vivimos en una sociedad "instantánea" en la que todo es rápido y fácil. Y muchos dejamos que esa mentalidad afecte nuestra vida con el Señor Jesucristo. Cuando alguien necesita sanidad, irrumpimos por la puerta del hospital, le echamos un poco de aceite en la frente y decimos: "¡Gloria a Dios!" y nos vamos. A veces no se necesita decir más que: "¡En el nombre de Jesús, sé sano!" Pero a veces hay algo más que debe hacerse.
Ha llegado la hora de despojarnos de esa mentalidad "instantánea" y darnos cuenta de que hay situaciones en las que debemos tomarnos el tiempo y orar en el Espíritu Santo; situaciones en las que vamos a tener que sentarnos y escuchar las instrucciones de Dios.
Si usted es inexperto en cualquier aspecto de la vida, ya sea sanidad, finanzas o alguna otra cosa, propóngase hacerse experto en la Palabra en cuanto a ese aspecto. Tome la Biblia y lea los pasajes sobre sanidad, lea los versículos sobre milagros, lea todas las promesas de Dios y lea las ben¬diciones sobre Abraham.
Medite en esas cosas y pídale a Dios que le hable por medio de ellas y lo ilumine en la situación que está enfrentando. No diga cualquiera cosa acerca de la Palabra; escudríñela. Tenga comunión con su Padre por medio de ella y pídale que le muestre cómo ser experto a la hora de aplicarla. Con el tiempo, usted no tendrá escasez de ninguna cosa.
miércoles, julio 11, 2007
BAJO EL PESO DEL EQUIPAJE
por: carlos rey
Era una mujer bonita, de rostro agraciado. Tenía un metro con cincuenta y dos de estatura, cincuenta y cuatro kilos de peso, cabello negro y ojos castaños almendrados. Vestía pantalones jeans, suéter azul, una blusa, dos camisetas, un anillo, una pulsera y un par de aretes. Parecía tener unos veinte años de edad.
Estaba muerta, en posición fetal. La descubrieron en el aeropuerto de Los Ángeles, California, metida dentro de una estrecha maleta. Al parecer, había intentado entrar a los Estados Unidos como polizón, pero el peso de todo el equipaje que se le puso encima le había oprimido el pecho. La muchacha había muerto por asfixia mecánica. «La mató el peso del equipaje de otros», comentó un funcionario.
Este es un caso patético. Una muchacha pobre y esperanzada, procedente del oriente o de América del Sur, intenta entrar a los Estados Unidos. Sueña quizá con trabajo, dinero, comodidades y poder ayudar a sus familiares. Se esconde en una maleta de reducidas dimensiones. Encima de ella se coloca una gran cantidad de baúles y maletas. Y así muere, oprimido su pecho por un peso que no puede resistir.
Hay muchas personas que se encuentran en una condición parecida a la de esa desconocida joven. Tienen el pecho oprimido por cargas que difícilmente pueden soportar. Y como a la muchacha del aeropuerto, les espera una muerte segura.
Hay mujeres solas, ya sean solteras, viudas o abandonadas, que cargan sobre el corazón un peso que apenas soportan. Sólo una débil esperanza, o esa inmensa capacidad de resistencia que tienen las más fuertes, las mantiene con vida.
Hay esposas que amaron intensamente a su esposo y se casaron con él pensando llegar a la cumbre de la felicidad, y en el camino fueron víctimas de su infidelidad. El peso de esa traición les oprime el corazón, y a duras penas soportan la vida que llevan con él.
Hay esposos y padres que trabajan y trabajan a fin de sostener a su familia, y sienten que sus esfuerzos jamás serán premiados lo suficiente para salir adelante como quisieran. Ese callejón sin salida en que se encuentran es como una maleta en la que están aprisionados y la rutina ingrata los está ahogando lentamente.
Hay artistas que nunca vieron realizados sus sueños; poetas que jamás lograron publicar nada; genios ignorados; triunfadores en las ciencias y en las artes, que por destinos adversos nunca llegaron a nada. Ellos también viven como si estuvieran dentro de una estrecha maleta, sintiendo como que el peso de la vida los asfixia.
¡Basta ya de soportar esas cargas que llevan a la muerte física y espiritual! Acudamos a Cristo. Cuando murió en nuestro lugar, «Él cargó con nuestras enfermedades y soportó nuestros dolores.» 1 Es decir, Cristo murió bajo el peso de nuestro equipaje a fin de librarnos de él. Para todos los que llevan una carga pesada sobre el pecho, que sienten que ya no aguantan más, Jesucristo dice: «Vengan a mí todos ustedes que están cansados y agobiados, y yo les daré descanso.»
Era una mujer bonita, de rostro agraciado. Tenía un metro con cincuenta y dos de estatura, cincuenta y cuatro kilos de peso, cabello negro y ojos castaños almendrados. Vestía pantalones jeans, suéter azul, una blusa, dos camisetas, un anillo, una pulsera y un par de aretes. Parecía tener unos veinte años de edad.
Estaba muerta, en posición fetal. La descubrieron en el aeropuerto de Los Ángeles, California, metida dentro de una estrecha maleta. Al parecer, había intentado entrar a los Estados Unidos como polizón, pero el peso de todo el equipaje que se le puso encima le había oprimido el pecho. La muchacha había muerto por asfixia mecánica. «La mató el peso del equipaje de otros», comentó un funcionario.
Este es un caso patético. Una muchacha pobre y esperanzada, procedente del oriente o de América del Sur, intenta entrar a los Estados Unidos. Sueña quizá con trabajo, dinero, comodidades y poder ayudar a sus familiares. Se esconde en una maleta de reducidas dimensiones. Encima de ella se coloca una gran cantidad de baúles y maletas. Y así muere, oprimido su pecho por un peso que no puede resistir.
Hay muchas personas que se encuentran en una condición parecida a la de esa desconocida joven. Tienen el pecho oprimido por cargas que difícilmente pueden soportar. Y como a la muchacha del aeropuerto, les espera una muerte segura.
Hay mujeres solas, ya sean solteras, viudas o abandonadas, que cargan sobre el corazón un peso que apenas soportan. Sólo una débil esperanza, o esa inmensa capacidad de resistencia que tienen las más fuertes, las mantiene con vida.
Hay esposas que amaron intensamente a su esposo y se casaron con él pensando llegar a la cumbre de la felicidad, y en el camino fueron víctimas de su infidelidad. El peso de esa traición les oprime el corazón, y a duras penas soportan la vida que llevan con él.
Hay esposos y padres que trabajan y trabajan a fin de sostener a su familia, y sienten que sus esfuerzos jamás serán premiados lo suficiente para salir adelante como quisieran. Ese callejón sin salida en que se encuentran es como una maleta en la que están aprisionados y la rutina ingrata los está ahogando lentamente.
Hay artistas que nunca vieron realizados sus sueños; poetas que jamás lograron publicar nada; genios ignorados; triunfadores en las ciencias y en las artes, que por destinos adversos nunca llegaron a nada. Ellos también viven como si estuvieran dentro de una estrecha maleta, sintiendo como que el peso de la vida los asfixia.
¡Basta ya de soportar esas cargas que llevan a la muerte física y espiritual! Acudamos a Cristo. Cuando murió en nuestro lugar, «Él cargó con nuestras enfermedades y soportó nuestros dolores.» 1 Es decir, Cristo murió bajo el peso de nuestro equipaje a fin de librarnos de él. Para todos los que llevan una carga pesada sobre el pecho, que sienten que ya no aguantan más, Jesucristo dice: «Vengan a mí todos ustedes que están cansados y agobiados, y yo les daré descanso.»
martes, julio 10, 2007
Y el Dios de esperanza os llene de todo gozo y paz en el creer, para que abundéis en esperanza por el poder del Espíritu Santo.
–(Romanos 15:13)
Sabe, así es como quiero estar: ¡lleno de esperanza! Quiero atreverme a utilizar mi toda mi vida y todo lo que tengo en construir un sueño que venga del corazón de Dios. Quiero ir tan lejos que no pueda regresar, excepto con la ayuda de Dios.
Sin embargo, mucha gente no piensa de ese modo porque temen fracasar. El temor al fracaso es peligroso. Si se deja dominar por él, le obligará a hacer lo que inevitablemente garantizará el fracaso: el no intentarlo para nada.
¿Cómo puede contrarrestar el temor al fracaso? Abunde en esperanza. Dispóngase a estar a solas con Dios para escucharle. Medite en las promesas bíblicas hasta que la imagen sea tan clara en su interior que nada pueda sacudirla.
Si se encuentra postrado en cama y el médico le ha dicho que nunca más podrá caminar, en vez de sumirse en ese informe maligno, comience a soñar. Empiece a construir un sueño de escalar montañas y testificarle a la gente en las regiones apartadas. Vaya a la Palabra que promete que los que esperan en Jehová correrán y no se cansarán; caminarán y no se fatigarán. Mírelo hasta que usted no vea nada más. Imagínese caminando millas y corriendo de un lugar a otro, diciéndole a todos que Jesús le ha levantado y le ha sanado por completo.
Eso es todo lo que representa la esperanza. Es un sueño divino. Es una imagen interna que es más grande que usted, porque está construida sobre las promesas de Dios.
–(Romanos 15:13)
Sabe, así es como quiero estar: ¡lleno de esperanza! Quiero atreverme a utilizar mi toda mi vida y todo lo que tengo en construir un sueño que venga del corazón de Dios. Quiero ir tan lejos que no pueda regresar, excepto con la ayuda de Dios.
Sin embargo, mucha gente no piensa de ese modo porque temen fracasar. El temor al fracaso es peligroso. Si se deja dominar por él, le obligará a hacer lo que inevitablemente garantizará el fracaso: el no intentarlo para nada.
¿Cómo puede contrarrestar el temor al fracaso? Abunde en esperanza. Dispóngase a estar a solas con Dios para escucharle. Medite en las promesas bíblicas hasta que la imagen sea tan clara en su interior que nada pueda sacudirla.
Si se encuentra postrado en cama y el médico le ha dicho que nunca más podrá caminar, en vez de sumirse en ese informe maligno, comience a soñar. Empiece a construir un sueño de escalar montañas y testificarle a la gente en las regiones apartadas. Vaya a la Palabra que promete que los que esperan en Jehová correrán y no se cansarán; caminarán y no se fatigarán. Mírelo hasta que usted no vea nada más. Imagínese caminando millas y corriendo de un lugar a otro, diciéndole a todos que Jesús le ha levantado y le ha sanado por completo.
Eso es todo lo que representa la esperanza. Es un sueño divino. Es una imagen interna que es más grande que usted, porque está construida sobre las promesas de Dios.
lunes, julio 09, 2007
Decía además: Así es el reino de Dios, como cuando un hombre echa semilla en la tierra.
–(Marcos 4:26)
Jesús comparó el reino de Dios con la siembra y la cosecha. Es un concepto fácil, uno que todos podemos entender. Entonces ¿por qué no estamos todos recogiendo una cosecha abundante cada temporada? Porque estamos sin hacer nada, esperando que Dios haga todo el trabajo. Pero Él no hace las cosas de esa manera. Él colabora con usted, pero no lo hace todo. Hay algunas cosas que usted debe hacer por fe si quiere recoger una buena cosecha en el tiempo de la siega.
Primero, usted debe sembrar por fe la semilla de la Palabra con la esperanza de que crezca. Debe encontrar las preciosas promesas de Dios en su Palabra y sembrarlas en su corazón y en su vida.
Luego, debe regar la semilla. Riéguela todos los días con la alabanza y con el agua espiritual de la Palabra. Esa Palabra contiene vida y esas semillas de promesas no podrán crecer sin ella.
Y por último, tiene que deshacerse de la mala hierba. Cuando la mala hierba del rencor, la duda, el temor, el desaliento y toda la otra basura que el diablo trata de sembrar en su cosecha quier¬an entrar, deshágase de ellas para que no ahoguen la Palabra.
Eso va a requerir que usted sea diligente. Nadie más lo hará por usted. Es necesario que deshierbe su propia cosecha. Tendrá que ser muy firme para esto. Cuando la mala hierba empiece a salir, ¡mátela! No le dé lugar en su campo ni por un momento, desarráiguela y riéguela con la Palabra. No se conforme con una flor silvestre cuando usted puede tener lo mejor de lo mejor de Dios.
No se quede con los brazos cruzados esperando que Dios planee la cosecha suya. Empiece usted a sembrarla. Empiece a vigilar su tierra (su corazón y su mente) para mantenerla húmeda con el agua de la Palabra y libre de mala hierva. Comprométase a hacer su parte y confíe en que Dios hará la de Él; y usted tendrá una cosecha abundante esta temporada.
–(Marcos 4:26)
Jesús comparó el reino de Dios con la siembra y la cosecha. Es un concepto fácil, uno que todos podemos entender. Entonces ¿por qué no estamos todos recogiendo una cosecha abundante cada temporada? Porque estamos sin hacer nada, esperando que Dios haga todo el trabajo. Pero Él no hace las cosas de esa manera. Él colabora con usted, pero no lo hace todo. Hay algunas cosas que usted debe hacer por fe si quiere recoger una buena cosecha en el tiempo de la siega.
Primero, usted debe sembrar por fe la semilla de la Palabra con la esperanza de que crezca. Debe encontrar las preciosas promesas de Dios en su Palabra y sembrarlas en su corazón y en su vida.
Luego, debe regar la semilla. Riéguela todos los días con la alabanza y con el agua espiritual de la Palabra. Esa Palabra contiene vida y esas semillas de promesas no podrán crecer sin ella.
Y por último, tiene que deshacerse de la mala hierba. Cuando la mala hierba del rencor, la duda, el temor, el desaliento y toda la otra basura que el diablo trata de sembrar en su cosecha quier¬an entrar, deshágase de ellas para que no ahoguen la Palabra.
Eso va a requerir que usted sea diligente. Nadie más lo hará por usted. Es necesario que deshierbe su propia cosecha. Tendrá que ser muy firme para esto. Cuando la mala hierba empiece a salir, ¡mátela! No le dé lugar en su campo ni por un momento, desarráiguela y riéguela con la Palabra. No se conforme con una flor silvestre cuando usted puede tener lo mejor de lo mejor de Dios.
No se quede con los brazos cruzados esperando que Dios planee la cosecha suya. Empiece usted a sembrarla. Empiece a vigilar su tierra (su corazón y su mente) para mantenerla húmeda con el agua de la Palabra y libre de mala hierva. Comprométase a hacer su parte y confíe en que Dios hará la de Él; y usted tendrá una cosecha abundante esta temporada.
viernes, julio 06, 2007
Hable palabras de fe
Así también la lengua es un miembro pequeño, pero se jacta de grandes cosas. He aquí, ¡cuán grande bosque enciende un pequeño fuego! Y la lengua es un fuego, un mundo de maldad. La lengua está puesta entre nuestros miembros, y contamina todo el cuerpo, e inflama la rueda de la creación, y ella misma es inflamada por el infierno.
–(Santiago 3:5-6)
Palabras: si se usan bien, pueden mover montes; si se usan mal, pueden hacer que su vida entera se haga humo.
Considere lo que dice Santiago: "¡cuán grande bosque enciende un pequeño fuego!" ¿Alguna vez ha encendido astillas y las ha puesto debajo de un montón de leña? ¿Qué sucedió?
Probablemente las llamas empezaron a esparcirse de un leño a otro, hasta que todo se convirtió en un gran fuego. Después de apagar el fuego, si usted escarba en las cenizas no podrá encontrar las astillas que lo empezaron todo, ¿cierto? Las astillas se hicieron humo, no quedó ningún rastro de ellas.
La lengua es así. Primero contamina el cuerpo, luego inflama la rueda de la creación con un incendio tan grande que no queda rastro alguno de dónde se originó todo. Las palabras que empezaron el fuego se hicieron humo, no quedó rastro alguno de ellas; es como si nunca hubieran existido.
Por tanto, jamás subestime el poder de sus palabras. Puedo asegurarle que Satanás no lo hace. Él trabaja constantemente para hacer que usted las use en una manera negativa. Le disparará dardos de dolor, de enfermedad y de desaliento para hacerle hablar palabras negativas que harán que su vida se haga humo. Pero no le permita tener éxito. Apague el fuego siguiendo las instrucciones de Efesios 6:16. Haga lo que el apóstol Pablo dice: "Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno".
¡Ahora mismo, hable palabras de fe y apague el fuego antes de que se extienda más!
–(Santiago 3:5-6)
Palabras: si se usan bien, pueden mover montes; si se usan mal, pueden hacer que su vida entera se haga humo.
Considere lo que dice Santiago: "¡cuán grande bosque enciende un pequeño fuego!" ¿Alguna vez ha encendido astillas y las ha puesto debajo de un montón de leña? ¿Qué sucedió?
Probablemente las llamas empezaron a esparcirse de un leño a otro, hasta que todo se convirtió en un gran fuego. Después de apagar el fuego, si usted escarba en las cenizas no podrá encontrar las astillas que lo empezaron todo, ¿cierto? Las astillas se hicieron humo, no quedó ningún rastro de ellas.
La lengua es así. Primero contamina el cuerpo, luego inflama la rueda de la creación con un incendio tan grande que no queda rastro alguno de dónde se originó todo. Las palabras que empezaron el fuego se hicieron humo, no quedó rastro alguno de ellas; es como si nunca hubieran existido.
Por tanto, jamás subestime el poder de sus palabras. Puedo asegurarle que Satanás no lo hace. Él trabaja constantemente para hacer que usted las use en una manera negativa. Le disparará dardos de dolor, de enfermedad y de desaliento para hacerle hablar palabras negativas que harán que su vida se haga humo. Pero no le permita tener éxito. Apague el fuego siguiendo las instrucciones de Efesios 6:16. Haga lo que el apóstol Pablo dice: "Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno".
¡Ahora mismo, hable palabras de fe y apague el fuego antes de que se extienda más!
jueves, julio 05, 2007
No nos dejemos confundir
Dios nunca trata de confundirnos. Por el contrario, Él se expresa con precisión porque desea que entendamos de verdad Sus enseñanzas, y cómo se aplican ellas a nuestras vidas. En palabras sencillas, el Señor quiere que tengamos absoluta confianza en Él.
Pero, tenemos un Enemigo que intenta debilitar esa confianza constantemente. Un día tenemos mucho gozo en la vida, estamos seguros de nuestra salvación, y luego, ¡bam! Pecamos, y nuestros sentimientos nos controlan. El diablo utiliza nuestros remordimientos y nuestras emociones encontradas para destruir nuestra confianza. Pensamos: No es posible que yo sea salvo/a. Si realmente lo fuera, nunca habría hecho tal cosa. Abrumados por sentimientos de remordimiento y vergüenza, vemos que nuestra fe es puesta a prueba.
Es increíble lo efectivas que pueden ser nuestras fugaces emociones humanas para debilitar nuestra seguridad en las promesas de Dios. Sin embargo, eso no debe sorprendernos porque, después de todo, hombres y mujeres han sido acondicionados para ser dirigidos por sus sentimientos a lo largo de sus vidas. “Si te hace sentir bien, hazlo” es un lema muy común en el mundo de hoy.
Pero, el Señor no habla con sentimientos, sino con la verdad. Para un creyente, “sentirse salvo” es como para un esposo o una esposa “sentirse casado/a”. O lo está, o no lo está; los sentimientos no determinan esa realidad.
¿Sus sentimientos de remordimiento le han robado su confianza en la salvación eterna de Dios? Ponga sus sentimientos delante del Señor hoy, y acepte la seguridad que da sólo Su verdad.
Pero, tenemos un Enemigo que intenta debilitar esa confianza constantemente. Un día tenemos mucho gozo en la vida, estamos seguros de nuestra salvación, y luego, ¡bam! Pecamos, y nuestros sentimientos nos controlan. El diablo utiliza nuestros remordimientos y nuestras emociones encontradas para destruir nuestra confianza. Pensamos: No es posible que yo sea salvo/a. Si realmente lo fuera, nunca habría hecho tal cosa. Abrumados por sentimientos de remordimiento y vergüenza, vemos que nuestra fe es puesta a prueba.
Es increíble lo efectivas que pueden ser nuestras fugaces emociones humanas para debilitar nuestra seguridad en las promesas de Dios. Sin embargo, eso no debe sorprendernos porque, después de todo, hombres y mujeres han sido acondicionados para ser dirigidos por sus sentimientos a lo largo de sus vidas. “Si te hace sentir bien, hazlo” es un lema muy común en el mundo de hoy.
Pero, el Señor no habla con sentimientos, sino con la verdad. Para un creyente, “sentirse salvo” es como para un esposo o una esposa “sentirse casado/a”. O lo está, o no lo está; los sentimientos no determinan esa realidad.
¿Sus sentimientos de remordimiento le han robado su confianza en la salvación eterna de Dios? Ponga sus sentimientos delante del Señor hoy, y acepte la seguridad que da sólo Su verdad.
Etiquetas:
Dios no cambia,
El es fiel.
miércoles, julio 04, 2007
Por instinto y no por razonamiento
por el Hermano Pablo
Eran compañeros de infancia. Se habían criado juntos, y les había enseñado el mismo tutor. Juntos habían recorrido varios países, en los que habían trabajado. Incluso, habían aparecido juntos en varios circos y películas. Pero el tiempo, finalmente, los cubrió con su manto blanco, y ya viejos, Garth y Percy se jubilaron juntos en un zoológico. Porque Garth y Percy eran dos hipopótamos.
En un mes de agosto, unos vándalos mataron a Percy de un tiro, y su compañero Garth nunca se consoló de su muerte. Un año después, en una gran tormenta, Garth se quedó obstinadamente a la intemperie, y murió fulminado. Algunos expertos en psicología animal concluyeron que su muerte fue voluntaria.
En el libro de los Proverbios, el sabio Salomón nos enseña que aun los animales pueden servirnos de maestros. En un conocido pasaje, mediante la lección que da la hormiga, nos exhorta sobre la haraganería: «¡Anda, perezoso, fíjate en la hormiga! ¡Fíjate en lo que hace, y adquiere sabiduría!» (Proverbios 6:6).
Eso mismo debemos hacer en el caso de los hipopótamos. La lección es clara. Si entre los animales hay evidencia de lealtad y de afecto, ¿por qué será que entre nosotros los seres humanos hay tanta desconfianza, tantos celos y tanto odio? ¿Por qué nos hacemos daño el uno al otro? Los amigos se traicionan por la menor razón. Los hermanos se odian a muerte por bienes raíces. Los padres abandonan a sus hijos, y los hijos deshonran a sus padres.
Un viejo hipopótamo pierde a su camarada en un acto vandálico, y nunca se consuela. Al año de la muerte de su compañero, busca voluntariamente su propia muerte. ¿Qué tienen los animales que nosotros los seres humanos no tenemos?
La respuesta debiera ser la vergüenza más grande de la raza humana. El reino animal, que no conoce el odio, se rige por el instinto. En cambio, el reino humano se rige por el raciocinio. Es triste que sea más leal un animal que un ser humano. ¿De dónde viene la predisposición a odiarnos los unos a los otros? Viene del pecado que reina en nosotros. El mal no está en nuestra cabeza sino en nuestro corazón.
¿Quiere eso decir que el género humano está destinado a odios y traiciones y matanzas y guerras? En sentido colectivo, sí. Pero no en sentido individual.
Jesucristo nos ofrece la alternativa de un nuevo nacimiento, un cambio radical en nuestra naturaleza, un nuevo corazón. Eso es precisamente lo que ocurre cuando le entregamos nuestra vida. Él quiere y puede cambiar nuestro corazón.
Entreguémosle a Cristo nuestra voluntad. Rindámosle nuestra vida. Regresemos al Dios que tanto nos ama. Él será nuestro Señor, y nos dará un nuevo corazón. Si nos entregamos a Él, nuestra vida entera cambiará.
Eran compañeros de infancia. Se habían criado juntos, y les había enseñado el mismo tutor. Juntos habían recorrido varios países, en los que habían trabajado. Incluso, habían aparecido juntos en varios circos y películas. Pero el tiempo, finalmente, los cubrió con su manto blanco, y ya viejos, Garth y Percy se jubilaron juntos en un zoológico. Porque Garth y Percy eran dos hipopótamos.
En un mes de agosto, unos vándalos mataron a Percy de un tiro, y su compañero Garth nunca se consoló de su muerte. Un año después, en una gran tormenta, Garth se quedó obstinadamente a la intemperie, y murió fulminado. Algunos expertos en psicología animal concluyeron que su muerte fue voluntaria.
En el libro de los Proverbios, el sabio Salomón nos enseña que aun los animales pueden servirnos de maestros. En un conocido pasaje, mediante la lección que da la hormiga, nos exhorta sobre la haraganería: «¡Anda, perezoso, fíjate en la hormiga! ¡Fíjate en lo que hace, y adquiere sabiduría!» (Proverbios 6:6).
Eso mismo debemos hacer en el caso de los hipopótamos. La lección es clara. Si entre los animales hay evidencia de lealtad y de afecto, ¿por qué será que entre nosotros los seres humanos hay tanta desconfianza, tantos celos y tanto odio? ¿Por qué nos hacemos daño el uno al otro? Los amigos se traicionan por la menor razón. Los hermanos se odian a muerte por bienes raíces. Los padres abandonan a sus hijos, y los hijos deshonran a sus padres.
Un viejo hipopótamo pierde a su camarada en un acto vandálico, y nunca se consuela. Al año de la muerte de su compañero, busca voluntariamente su propia muerte. ¿Qué tienen los animales que nosotros los seres humanos no tenemos?
La respuesta debiera ser la vergüenza más grande de la raza humana. El reino animal, que no conoce el odio, se rige por el instinto. En cambio, el reino humano se rige por el raciocinio. Es triste que sea más leal un animal que un ser humano. ¿De dónde viene la predisposición a odiarnos los unos a los otros? Viene del pecado que reina en nosotros. El mal no está en nuestra cabeza sino en nuestro corazón.
¿Quiere eso decir que el género humano está destinado a odios y traiciones y matanzas y guerras? En sentido colectivo, sí. Pero no en sentido individual.
Jesucristo nos ofrece la alternativa de un nuevo nacimiento, un cambio radical en nuestra naturaleza, un nuevo corazón. Eso es precisamente lo que ocurre cuando le entregamos nuestra vida. Él quiere y puede cambiar nuestro corazón.
Entreguémosle a Cristo nuestra voluntad. Rindámosle nuestra vida. Regresemos al Dios que tanto nos ama. Él será nuestro Señor, y nos dará un nuevo corazón. Si nos entregamos a Él, nuestra vida entera cambiará.
martes, julio 03, 2007
Porque el Señor al que ama, disciplina.
Porque el Señor al que ama, disciplina, y azota a todo el que recibe por hijo. Si soportáis la disciplina, Dios os trata como a hijos; porque ¿qué hijo es aquel a quien el padre no disciplina?
–(Hebreos 12:6-7)
Hoy día existe un terrible malentendido entre los creyentes acerca del método de Dios para disciplinar a sus hijos. Algunos mencionan cierta clase de desastre, como un tornado o un accidente automovilístico, para decir: "Creo que Dios envió eso para enseñarnos algo".
¡No! ¡Él no lo hizo! Un Dios amoroso no envía muerte y destrucción a sus hijos para enseñarles algo. Él no desata su perro bravo para que nos muerda en la pierna y así aprendamos a usar nuestras botas.
¿Cómo disciplina Dios a los suyos? Lo hace con su Palabra. En 2 Timoteo 3:16-17 dice: "Toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir y para instruir en la justicia, a fin de que el siervo de Dios esté enteramente capacitado para toda buena obra".
En 2 Corintios 7 encontrará un ejemplo de esto. Allí el apóstol Pablo habla de una situación en la iglesia de Corinto que necesitaba ser corregida. La iglesia se había salido del camino.
¿Cómo lo hizo Pablo? Pues, no le pidió a Dios que enviara un terremoto para sacudir a los creyentes. Lo que hizo fue enviarles una carta en la que les reprochaba lo que habían hecho. Les dolió tanto que hubieran preferido mejor ser golpeados con un palo. El reproche les llegó al corazón y los llevó al arrepentimiento.
El Padre celestial le ama a usted y por eso lo disciplina, pero lo hará con instrumentos espirituales, no carnales. Dios usará el poder del Espíritu en su Palabra para disciplinar la incredul¬idad y purificar su espíritu de tal manera que usted no se sienta debilitado ni culpable, sino fortalecido.
Así que deje de inclinarse a los desastres y comience a someterse a la Palabra de Dios. Ríndase a la Palabra y deje que le corrija y que corte de usted la carne y la lujuria que lo hacen desviarse. Recuerde, la espada del Espíritu es de dos filos: uno es para Satanás y el otro para usted. Deje que Dios la use para guardarlo a usted en el camino correcto.
–(Hebreos 12:6-7)
Hoy día existe un terrible malentendido entre los creyentes acerca del método de Dios para disciplinar a sus hijos. Algunos mencionan cierta clase de desastre, como un tornado o un accidente automovilístico, para decir: "Creo que Dios envió eso para enseñarnos algo".
¡No! ¡Él no lo hizo! Un Dios amoroso no envía muerte y destrucción a sus hijos para enseñarles algo. Él no desata su perro bravo para que nos muerda en la pierna y así aprendamos a usar nuestras botas.
¿Cómo disciplina Dios a los suyos? Lo hace con su Palabra. En 2 Timoteo 3:16-17 dice: "Toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir y para instruir en la justicia, a fin de que el siervo de Dios esté enteramente capacitado para toda buena obra".
En 2 Corintios 7 encontrará un ejemplo de esto. Allí el apóstol Pablo habla de una situación en la iglesia de Corinto que necesitaba ser corregida. La iglesia se había salido del camino.
¿Cómo lo hizo Pablo? Pues, no le pidió a Dios que enviara un terremoto para sacudir a los creyentes. Lo que hizo fue enviarles una carta en la que les reprochaba lo que habían hecho. Les dolió tanto que hubieran preferido mejor ser golpeados con un palo. El reproche les llegó al corazón y los llevó al arrepentimiento.
El Padre celestial le ama a usted y por eso lo disciplina, pero lo hará con instrumentos espirituales, no carnales. Dios usará el poder del Espíritu en su Palabra para disciplinar la incredul¬idad y purificar su espíritu de tal manera que usted no se sienta debilitado ni culpable, sino fortalecido.
Así que deje de inclinarse a los desastres y comience a someterse a la Palabra de Dios. Ríndase a la Palabra y deje que le corrija y que corte de usted la carne y la lujuria que lo hacen desviarse. Recuerde, la espada del Espíritu es de dos filos: uno es para Satanás y el otro para usted. Deje que Dios la use para guardarlo a usted en el camino correcto.
lunes, julio 02, 2007
Es necesario dedicar tiempo para lograrlo
Sabiduría ante todo; adquiere sabiduría; y sobre todas tus posesiones adquiere inteligencia. Engrandécela, y ella te engrandecerá; ella te honrará, cuando tú la hayas abrazado. Adorno de gracia dará a tu cabeza; corona de hermosura te entregará.
–(Proverbios 4:7-9)
Si usted de veras quiere recibir sabiduría de Dios, tendrá que leer las Escrituras de una forma menos superficial. Será necesario que se alimente de ellas noche y día. Tendrá que renovar su mente con la Palabra de Dios para deshacerse de la basura con la que ha estado alimentándola.
"Ah, hermano "quizá diga usted-, Eso es poco razonable".
Pues, así es. Considere lo siguiente. El estudiante de música en la universidad ensaya varias horas todos los días. Los atletas olímpicos se entrenan de seis a ocho horas al día para perfeccionar su técnica. Lo hacen porque su dedicación para lograr sus metas es "poco razonable".
Lo mismo se aplica en su vida. Si quiere lograr la clase de excelencia espiritual a la que está aspirando, tendrá que dedicarse de una manera poco razonable a la Palabra de Dios. Eso quizá signifique tener que llevar una grabadora a todo lugar que vaya. O quizá signifique tener la afeitadora en una mano y la grabadora en la otra, o la grabadora en una mano y el tenedor en la otra.
Haga lo que sea necesario para saturarse totalmente de la Palabra de Dios. Yo no le hablaría a usted de forma diferente si fuera su jefe de comando, y estaría a punto de enviarle al frente de batalla contra las tropas bien entrenadas de un enemigo cruel.
Usted forma parte de las tropas de asalto de Dios. Tiene un enemigo que está empeñado en destruirle a como dé lugar. En este ataque a todo dar y sin tregua contra usted, Satanás despachará el personal infernal mejor entrenado para derribarle. Y si usted quiere obtener la victoria, tendrá que someterse al entrenamiento.
Para obtener sabiduría ante todo, tendrá que tener una dedicación poco razonable.
–(Proverbios 4:7-9)
Si usted de veras quiere recibir sabiduría de Dios, tendrá que leer las Escrituras de una forma menos superficial. Será necesario que se alimente de ellas noche y día. Tendrá que renovar su mente con la Palabra de Dios para deshacerse de la basura con la que ha estado alimentándola.
"Ah, hermano "quizá diga usted-, Eso es poco razonable".
Pues, así es. Considere lo siguiente. El estudiante de música en la universidad ensaya varias horas todos los días. Los atletas olímpicos se entrenan de seis a ocho horas al día para perfeccionar su técnica. Lo hacen porque su dedicación para lograr sus metas es "poco razonable".
Lo mismo se aplica en su vida. Si quiere lograr la clase de excelencia espiritual a la que está aspirando, tendrá que dedicarse de una manera poco razonable a la Palabra de Dios. Eso quizá signifique tener que llevar una grabadora a todo lugar que vaya. O quizá signifique tener la afeitadora en una mano y la grabadora en la otra, o la grabadora en una mano y el tenedor en la otra.
Haga lo que sea necesario para saturarse totalmente de la Palabra de Dios. Yo no le hablaría a usted de forma diferente si fuera su jefe de comando, y estaría a punto de enviarle al frente de batalla contra las tropas bien entrenadas de un enemigo cruel.
Usted forma parte de las tropas de asalto de Dios. Tiene un enemigo que está empeñado en destruirle a como dé lugar. En este ataque a todo dar y sin tregua contra usted, Satanás despachará el personal infernal mejor entrenado para derribarle. Y si usted quiere obtener la victoria, tendrá que someterse al entrenamiento.
Para obtener sabiduría ante todo, tendrá que tener una dedicación poco razonable.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)