martes, septiembre 23, 2008

Estar afanados nos aleja de lo importante

Cuando vivimos a prisa no disfrutamos nada. Sobre esto la Escritura nos dice en Lucas 10:38-41: Aconteció que yendo de camino, entró en una aldea; y una mujer llamada Marta le recibió en su casa. 39 Esta tenía una hermana que se llamaba María, la cual, sentándose a los pies de Jesús, oía su palabra. 40 Pero Marta se preocupaba con muchos quehaceres, y acercándose, dijo: Señor, ¿no te da cuidado que mi hermana me deje servir sola? Dile, pues, que me ayude. 41 Respondiendo Jesús, le dijo: Marta, Marta, afanada y turbada estás con muchas cosas.

Marta estaba encargada del banquete para el Señor. Como nosotros, quería ofrecerle lo mejor a Él. Pero estaba muy afanada. Tanto que perdió el enfoque en lo que realmente era valioso.

Algunos creen que la solución es no tener nada qué hacer. Pero están equivocados. No hacer nada es tan malo con hacer más de una tarea a la vez. No puedes hacer muchas cosas al mismo tiempo, y si lo intentas ninguna sale bien. Si le das a cada cosa su momento y su lugar todo lo harás mejor.

El problema de Marta era que estaba haciendo una cosa pero pensaba en muchas otras y eso la afanaba. La palabra afanada en el griego significa ansioso, preocupado.

En Lucas 10:42 leemos lo que Jesús le responde: Pero sólo una cosa es necesaria; y María ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada.

Cuando estudiamos Economía aprendemos sobre la pirámide de Maslow. Ésta nos indica que el hombre satisface sus necesidades primarias: comida, vestido y techo, hasta llegar a la autorrealización. Maslow se olvidó de la necesidad espiritual que debería ser la primera. Para este psicólogo la autorrealización se alcanza cuando, luego de satisfacer nuestras necesidades básicas, somos capaces de meditar y dedicarnos a cultivar nuestro espíritu, leyendo o escribiendo un libro y reflexionando. Quizá por eso la sociedad está de cabeza. Lo mejor sería primero meditar para luego actuar y proveernos de lo necesario.

Jesús dijo: “hay una sola cosa necesaria”. Si llenamos nuestra necesidad espiritual, si saciamos nuestra hambre y sed de Dios, el afán por lo demás empezará a desaparecer. La palabra de Dios nos da instrucciones, si las escuchamos y seguimos, el afán por el vivir desaparece, no nos turbará. Esto se aplica a todos por igual. No es necesario ser predicador para leer, creer y llenar nuestra necesidad con su palabra.

Cuando vives por tu propio interés y no por el de los demás, terminas afanado y angustiado. Las personas egocéntricas manejan mucha ansiedad porque están concentradas en sus problemas y no piensan en el prójimo.

El Señor no quiere que estés sin ocuparte, quiere que no te afanes mientras estás ocupado. El agotamiento no viene por el exceso de trabajo sino por el afán y el exceso de preocupación. Terminas agobiado y agotado por una actitud mental más que por una actividad física.

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