Porque vosotros, hermanos, a libertad fuisteis llamados; solamente que no uséis la libertad como ocasión para la carne, sino servíos por amor los unos a los otros.
Porque toda la ley en esta sola palabra se cumple: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.
Gálatas 5:13-14
Aunque en varios lugares de la Biblia está el mandamiento: "amarás a tu prójimo como a ti mismo" (Lv. 19:18; Mt. 19:19; Gá. 5:14), los cristianos con frecuencia olvidan la parte de "como a ti mismo". Pero nadie puede amar plenamente al Señor o a los demás si no ama a su propio ser. Eso significa quererse a uno mismo como hijo de Dios, creado para tener comunión con Él.
Todas las personas son valiosas para el Señor, pero el valor del creyente radica en el hecho de que tenemos una relación con Dios. Debemos amarnos porque Él nos ha dado la salvación, el Espíritu Santo y trazado un plan especial para nuestra vida.
Amarse a uno mismo es esencial para el plan que Dios tiene para cada creyente. El Señor desea que amemos nuestra persona para que podamos relacionarnos con Él. Si no nos gustamos a nosotros mismos, creeremos que somos indignos del amor de Dios y rehusaremos acercarnos a Él como Padre. Pero el amor nos enseña a vernos como lo hace el Señor: como vasos accesibles con dones y talentos especiales. Entonces podremos ser de mucha utilidad para el reino. El propósito del Padre celestial es que utilicemos al máximo las capacidades que Él nos ha dado; si tenemos un amor legítimo por nuestra persona, ése será también nuestro propósito.
Quienquiera que usted sea, y no importa cuáles sean sus circunstancias, puedo decirle algo sobre su persona: Dios tiene un plan especial para usted. Pero Él no podrá ponerle en el camino de lograr este propósito que tiene para usted si no reconoce su valor y aprende a amar a la persona que el Señor quiere que usted sea.
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