jueves, enero 19, 2006

Recibirás 100 veces más (primera parte)

En Marcos 10:23-30 leemos: “Entonces Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos: ¡Cuán difícilmente entrarán en el reino de Dios los que tienen riquezas! Los discípulos se asombraron de sus palabras; pero Jesús, respondiendo, volvió a decirles: Hijos, ¡cuán difícil les es entrar en el reino de Dios, a los que confían en las riquezas! Más fácil es pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios. Ellos se asombraban aun más, diciendo entre sí: ¿Quién, pues, podrá ser salvo?”


Cuando los discípulos escucharon al Señor decir esto se asombraron porque varios de ellos eran personas con muchos recursos. Algunos de ellos eran empresarios, incluso con varios jornaleros a su cargo, antes de dejar sus redes. Por eso se asombraron de la afirmación del Señor, preguntándose quien entonces de ellos podría alcanzar la salvación. Si ellos hubieran sido pobres, su reacción hubiera sido diferente. Hubieran dicho algo así: “lastima por los ricos, pero nosotros no tendremos problemas entrando en el reino”.
“Entonces Jesús, mirándolos, dijo: Para los hombres es imposible, mas para Dios, no; porque todas las cosas son posibles para Dios.”
Lo que Jesús les estaba enseñando es lo difícil que es entrar en el reino si se confía en la riquezas. Por ello repitió la enseñanza una segunda vez, para dejar claro que les será muy difícil entrar en el reino a aquellos que han puesto su confianza en los bienes materiales. Pero para aquellos que son ricos y han puesto su confianza solo en el Señor, El tiene de ellos misericordia, pues todo es posible para Dios.
“Entonces Pedro comenzó a decirle: He aquí, nosotros lo hemos dejado todo, y te hemos seguido. Respondió Jesús y dijo: De cierto os digo que no hay ninguno que haya dejado casa, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras, por causa de mí y del evangelio, que no reciba cien veces más ahora en este tiempo; casas, hermanos, hermanas, madres, hijos, y tierras, con persecuciones; y en el siglo venidero la vida eterna.”
Siempre nos han enseñado que la vida eterna es para ahora y las bendiciones para después, cuando lleguemos al cielo. Pero en este pasaje aprendemos que, si hemos dejado algo por el evangelio, el Señor nos bendecirá cien veces más en este tiempo, aquí en la tierra, y que la vida eterna se nos dará después, en el siglo venidero. Y también añade el Señor que al bendecirnos tendremos persecuciones, como parte del mismo paquete.
Es feo ser perseguido por los hombres cuando Dios lo bendice a uno, pero es más feo ser el perseguidor. Si alguien alguna vez dice algo malo de ti, que sea por hacer lo bueno, no por hacer lo malo. Haz siempre lo correcto sin tomar en cuenta los comentarios ajenos o medir las consecuencias de tus acciones. Puede ser que si las mides dejes de serlo, al preferir los resultados de hacer lo incorrecto. Sé íntegro siempre, sin importar que piensen los demás.

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