viernes, enero 20, 2006

LA PAZ QUE PROVIENE DE DIOS

La búsqueda constante del alma humana es la paz. Todos sus esfuerzos están orientados a conseguir un futuro donde la contradic­cion, la inquietud y la inseguridad se hayan eliminado y un remanso de vida apacible haga posible la felicidad.

El escenario de la batalla por la obtención de la paz es el mundo, el cual se halla plagado de guerras, pleitos y desengaños. Sin embar­go, todos ponen su mejor esfuerzo para poder alcanzar la ansiada felicidad que da la paz.

La carrera comienza en la niñez, donde se esfuerza el infante por Culminar sus deberes para poder tener un poco de paz antes de Comenzar la vida universitaria. Una vez allá, la carrera recomienza y se ansía la paz que se experimentará cuando se logre el preciado titulo universitario. Una vez en allá ejercicio profesional, se lucha por la paz que darán los bienes materiales a fin de que los hijos tengan las mejores y mayores oportunidades para triunfar en este mundo.

Con qué ansia se contempla a los hijos crecer y se aguarda la paz de la satisfacción del deber cumplido. Una vez logrado este fin, se continúa la batalla por la paz de la jubilación sin necesidades y temor de desamparo. Se sueña con la vida apacible que se tendrá al final de
la vida, donde al fin se disfrutará de paz y tranquilidad después de la titánica lucha que representó sacar adelante una familia.

Algunos luchan así, otros ansían logros diferentes como cambiar el sistema gubernamental o cambiar al mundo con sus ideas, para Conseguir una sociedad más justa y equilibrada. Algunas metas se cumplen, otras no, lo cierto es que la paz parece una paloma huidiza que se espanta cada que vez que damos un paso para atraparla.

En el desconcierto del mundo, existe una paz interior que una vez alcanzada irradia tranquilidad y gozo a cada área de nuestra vida y por ende al mundo que nos rodea. Esa es la paz con Dios, la cual es independiente y superior a cualquier esfuerzo humano material y nos permite trascender más allá de lo físico y aspirar a una vida espiritual en armonía con el Padre Celestial. Lo más maravilloso es que esta paz es un don de Dios y no tenemos que hacer méritos para alcanzarla, por lo cual está al alcance de todos y cada uno de nosotros. Como dice la Sagrada Escritura:


"Antes ustedes estaban muertos a causa de las maldades y peca­ dos... Pero Dios es tan misericordioso v nos amó con un amor tan grande, que nos dio vida juntamente con Cristo cuando todavía estábamos muertos a causa de nuestros pecados. Por la bondad de Dios han recibido ustedes la salvación por medio de la fe. No es esto algo que ustedes mismos hayan conseguido, sino que es un don de Dios". Efesios 2.1,4,5,8.

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