El primer principio que aprendí en mi vida es que hay que ser obediente a Dios. La primera vez que se anunciaron los bautismos, lo hice. El primer domingo que dijeron los diezmos, hice el cheque, el primer día que dijeron que había que servir lo hice, porque entendí que Jesús es Señor y yo quiero entrar en los cielos, pero Jesús me pide que obedezca al padre que está en los cielos. Es decir, queremos entrar en ese lugar pero no obedecer al que vive ahí. Imagínate que mal entrar al lugar, verlo a Él, y que te diga: Ya viene mi hijito desobediente tan lindo. Queremos el cielo, queremos estar con Dios, pero ¿Queremos hacer la voluntad de Dios? Cuando nos hicimos novios con Sonia establecimos un pacto y dijimos: No va haber alguien superior en este noviazgo y en nuestro matrimonio que Jesús. Es decir, si yo le quiero hacer algo a Sonia, mi esposa, primero se lo tengo que hacer Jesús. Por eso nuestro matrimonio se ha mantenido a flote durante estos años por una razón muy importante, obedecemos a Jesús.
Ese es el primer principio, sin fruto no somos cristianos. Y empecé a ver gente que sustituyó los cultos por carácter, mientras más cultos va piensa que es mejor, pero el fruto se da en todas las áreas, se da en el trabajo, se da en el estudio.
Cuando la gente entra en el mundo cristiano, se confunde entre los dones y el fruto. Pero los dones son inmediatos, por ejemplo, el profetizar, el hablar lenguas y la fe son inmediatos. Todos esos son dones, son regalos, ahora el fruto no es inmediato, este requiere la paciencia de todos nosotros, sin andar señalando a la gente, sino apoyándola para que de fruto. Pero la gente se pierde y cree que ser un buen cristiano es hablar muchas lenguas, pero hablar lenguas no da carácter. Por eso nosotros hemos tenido ese tipo de avivamientos que no se conservan, porque aunque hay una explosión de los dones sobrenaturales, pero no hay una expresión de la obediencia de nuestro Señor Jesucristo. Entonces, cuando estoy en una encrucijada y no sé que hacer, voy a la palabra, que es la que me dice que hacer. No tengo porque estar buscando que hacer, o que decidir, yo dejo que la Biblia decida por mí. Si ahí dice que no mientas, lo que hay que hacer es no mentir, si dice que no codicies lo que debes hacer es no codiciar. Si ahí dice: trata a tu mujer sin aspereza, ¿qué hay que hacer? Tratarla bien. Si ahí dice sométete a tu marido, ¿Qué hay que hacer? Someterse a él. No es cuestión de la religión que tengas, no puedes andar emborrachándote porque es pecado.
En Mateo 6:33 dice: Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todos estas cosas os serán añadidas.
El segundo principio no es buscar cosas, es buscar a quien las da. No es que sea malo que busques sanidad, pero es mejor que busques al que sana. No está malo que desees ser prospero, malo sería que desees ser pobre. Lo mejor que puedes hacerle a un pobre, es no ser uno de ellos, porque si eres uno de ellos nunca los podrás ayudar. Por lo tanto, por amor a los pobres, sal adelante. Si quieres ayudar a los pobres, deja de ser uno de ellos, porque solo así tendrás para ayudar a alguno de ellos.
La segunda cosa que aprendí es no buscar cosas, las cosas me han llegado, yo busco el reino. Y cuando hablo de reino, quiero decirles que el reino implica un rey, incluye reglas y leyes. Pero, ¿Qué pasa con nosotros? Muchas veces buscamos la dádiva en vez de buscar al que la da. Y he visto gente perderse severamente en este punto. He visto a mucha gente bien necesitada económica, sentimental y familiarmente hablando, y se vale, porque Jesús vino a eso, a salvarnos, a sanarnos y prosperarnos. Él vino a darle buenas noticias al pobre y al enfermo, Él vino a esto.
La Parábola del hijo pródigo es financiera. El hijo pródigo se llevó todo el dinero que el padre le dio, lo malgastó y se quedó sin nada, y al verse así dijo: Me levantaré e iré a la casa de mi padre, porque en su casa hay abundancia de pan.
Hay gente que le dice a otra: No te deberías de acercar a Dios así, sólo cuando estás bien necesitado lo buscas, déjelo. No presuma que no vino necesitado, más bien está reflejando un poco de orgullo. Porque el hijo pródigo volvió, y el padre no lo estaba esperando con un garrote, y cuando lo vio le dijo: Así te quería ver. Ese era el hermano que le tenía envidia, porque encima de que se fue, cuando regresó el padre lo bendijo, se comió el becerro gordo, uso vestido y calzado nuevo, hasta un anillo le regalaron. El señor está con los brazos abiertos, esperándonos siempre cuando estemos necesitado. Él no te va ha rechazar, es tu conciencia la que te dice a veces: Sólo cuando estás necesitado buscas a Dios, y eso es porque no has sido libre todavía, no tienes conciencia de un hijo todavía. Los padres tenemos las puertas abiertas para nuestros hijos siempre, aunque nos duele a veces lo que han hecho, pero siempre les abrimos las puertas.
Ahora bien, el buscar las dádivas no está mal, el problema está en que te acostumbres a buscar las dádivas en lugar de buscar el reino. Entonces, la gente busca al Señor cuando está mal, y recibe al Señor y se postra, se hace servidor, entra a la academia y cuando consigue su primer buen empleo se desaparece, ya no le da tiempo y ya no puede, y yo le digo: Por qué terminaste justo cuando Dios estaba empezando a bendecirte. Dios estaba apenas empezando a penas a darte la bendición y tu diste por terminado con esa actitud lo que Dios iba hacer contigo. ¡Me dieron una gerencia! Ya no tengo tiempo para servir al Señor. Pero... Sólo con la gerencia te vas a quedar. Dios tenía una empresa propia para ti. Pero justo lo que te llevó el servir al Señor, es lo que cancelas. La mayor parte de mi vida yo he sido más laico que pastor, he servido a Dios, he parqueado carros, he visitado enfermos, he visitado hospitales, daba conferencias, al mismo tiempo trabajaba, estudiaba y criaba a mis hijos; y cuando las cosas se ponían feas seguía sirviendo, y aun cuando las cosas estaban gloriosas seguía sirviendo a Dios. Recuerdo bien el día de mi examen privado en la universidad, salí de la universidad a predicarle a los jóvenes. Pude haber sido el novato del año, pero me fui de misionero un mes, pero para mí valía más irme un mes de misionero y buscar el reino que ser el novato del año. Porque si yo busco la dádiva en vez del reino, ahí termina Dios conmigo. Justo donde Dios iba a empezar, tú lo das por finalizado, por eso es que le das vueltas al desierto, por eso es que te estoy exhortando. Estos principios son los que me han mantenido por 20 años y más. Busco primeramente el reino y su justicia y lo demás es añadido. Deja que las añadiduras lleguen a tu vida, busca primero el reino, has de Jesús tu rey, sométete a tus reglas, a tus principios y leyes. Deja que la bendición te persiga. No hay cosa más bella que ver que la bendición lo anda persiguiendo a uno todos los días. Eso no quiere decir que no trabajes, porque la gente cree que eso es venir a vivir en el tempo. Buscar el reino de Dios no es irse a vivir al templo, es buscar los mandatos de Dios donde quiera que estemos, es servir en su reino, es testificar en el lugar de trabajo, es compartir, es traer almas a los pies de Cristo, es extender la mano para ayudar a alguien. Cumple estos principios y verás que las cosas te van a seguir. Hay que buscar su reino.
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