La comunicación verbal tiene dos partes:
Lo que se dice y lo que se oye. Como padres, tienen la responsabilidad de dedicar tiempo para oír y para comunicar con claridad.
Debemos transmitir de manera consistente, con palabras y acciones, que aceptamos a nuestros hijos y que los consideramos valiosos. Al hacerlo, debemos estar conscientes de los mensajes que ellos están recibiendo. Consideremos dos ejemplos:
Escenario # 1: Las interrupciones de los hijos. Quizás estamos terminando de hacer algo o simplemente viendo TV cuando nuestro hijo se nos acerca con una pregunta. Si su respuesta es: “Ahora no. ¿No ves que estoy viendo un programa en este momento?”, es posible que estemos tratando de decir simplemente que estamos ocupados, pero el niño interpretará el mensaje como: “La actividad de mis padres es más importante que yo. Yo no valgo tanto como lo que ellos hacen”. Cuando nuestros hijos se acerquen a nosotros, debemos detenernos y mirarlos a los ojos. Entonces podremos escuchar su petición o pedirles que esperen un momento.
Escenario # 2: Las tareas escolares. Supongamos que a su hijo no le está yendo bien en la escuela. La reacción típica es decirle: “Sabemos que puedes lograrlo. Debes/Tienes que trabajar más”. Pensamos que estamos expresando: “Eres capaz de hacer más”, pero lo que él recibe es: “No puedo complacer a mis padres”.
Los niños necesitan oír dos cosas de nosotros en una situación como ésta: que entendemos que debemos mejorar nuestra forma de apoyarlos y ayudarlos; y el reconocimiento de que no somos perfectos y que no esperamos que ellos lo sean, tampoco.
No hay comentarios:
Publicar un comentario