Y poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo suficiente, abundéis para toda buena obra.
–(2 Corintios 9:8)
Si usted tiene el deseo de dar más pero las dificultades económicas no se lo permiten, quizá le sorprenda oír que lo que necesita no es más dinero, sino un concepto espiritual nuevo. Lo que necesita hacer es tomar la Palabra de Dios y con ella echar por tierra el concepto de pobreza que hay en su mente y reem¬plazarlo con la verdad de la abundancia de Dios; entonces, más cosas le vendrán, incluyendo el dinero.
¿Cómo lo hace? Tómese el tiempo para pensar en las promesas de prosperidad que Dios le ha dado en su Palabra, medite en ellas y crea que esas promesas se están cumpliendo en su vida. Por ejemplo, empiece a verse como un dador generoso que ayuda a la gente necesitada. Considérese como alguien que siempre da en lugar de alguien que está siempre en necesidad. Cada vez que lo haga, la promesa de Dios se hará más real en su vida y su fe aumentará.
Sin embargo, quiero advertirle que formarse un concepto de esperanza diferente es difícil, especialmente cuando por experiencias pasadas existen dudas que bloquean el proceso. Si usted, por ejemplo, ha estado mal económicamente toda su vida o la mayor parte de esta, quizá le lleve más tiempo verse como alguien que prospera en Dios; pero podrá lograrlo si permanece en la Palabra.
No deje de meditar en la Palabra de Dios, con el tiempo su mente se renovará y su vida se transformará. Cuando llegue a ese punto, las dificultades económicas dejarán de ser un obstáculo.
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