"Su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré. Entra en el gozo de tu señor". (Mateo 25:21)
La fuerza de la fidelidad es un fruto del espíritu que usted recibió el día que nació de nuevo. El diccionario de la Real Academia de la Lengua define fidelidad como "lealtad, observancia de la fe que alguien debe a otra persona. Puntualidad, exactitud en la ejecución de algo".
Una persona fiel constantemente hace lo que es justo, aun cuando pareciera que pudiera perjudicarle. El salmo 106:3 dice: " Dichosos los que guardan juicio, los que hacen justicia en todo tiempo". Sin la fidelidad, no podemos ser justos, porque la naturaleza de Dios es ser fiel.
"Que por la misericordia de Jehová no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron sus misericordias; nuevas son cada mañana.¡Grande es tu fidelidad!" (Lamentaciones 3:22-23). "Fiel es Dios, por el cual fuisteis llamados a la comunión con su Hijo Jesucristo, nuestro Señor" (1 Corintios 1:9).
En 2 Crónicas (16:9) dice que Dios busca la fidelidad: "Porque los ojos de Jehová contemplan toda la tierra, para mostrar su poder a favor de los que tienen un corazón perfecto para con él…". Aquí, la palabra hebrea para perfecto significa "leal, devoto, dedicado, fiel".
Cuando encuentre una promesa en la Palabra, no se descalifique a sí mismo diciendo: "Dios jamás haría eso por mí". Transfórmese por medio de la renovación de su entendimiento (Romanos 12:2). Deje que la Palabra de Dios transforme su manera de pensar. Usted prosperará en cualquier aspecto a medida que su alma (mente, voluntad y estado de ánimo) prospere en el conocimiento y entendimiento bíblico de ese aspecto y lo ponga en práctica. Su ser interior prospera cuando usted cree en la Palabra. Su situación prospera cuando usted recibe lo que Dios le dice y lo pone en práctica.
Medite constantemente en las promesas de la Palabra hasta que lleguen a ser parte de su vida. Todo lo que usted reciba de Dios empieza con la Palabra que tenga en su corazón. En Proverbios 4:20-23 dice: "Hijo mío, está atento a mis palabras; inclina tu oído a mis razones. Que no se aparten de tus ojos; guárdalas en lo profundo de tu corazón, porque son vida para los que las hallan y medicina para todo su cuerpo. Sobre toda cosa que guardes, guarda tu corazón, porque de él mana la vida". La fidelidad le dará fuerzas para ser diligente, aún cuando nunca haya tenido una inclinación natural a serlo. La Palabra constantemente nos dice que debemos buscar a Dios diligentemente, y escuchar y obedecer sus mandatos. ¿Para qué? Deuteronomio 28:1-2 dice que si usted oye y obedece, ¡las bendiciones vendrán sobre usted! Porque "Él recompensa a los que lo buscan" (Hebreos 11:6). El incremento es resultado de la diligencia. Como se señala en Proverbios 10:4: "La mano de los diligentes enriquece".
Sea también diligente y fiel a Dios en su vida diaria. Tome la decisión de ser fiel en su trabajo, en la iglesia, en su vida de oración y en darle prioridad a la Palabra. Nuestra alma prospera a medida que pasamos tiempo en la Palabra y a medida que la creemos y la vivimos en obediencia a Dios. El resultado será lo que dice 1 Juan 3:22: "... y cualquiera cosa que pidamos la recibiremos de él, porque guardamos sus mandamientos y hacemos las cosas que son agradables delante de él".
La primera regla para recibir es ¡no darse por vencido! Manténgase en la Palabra; manténgase en lo que Dios le ha indicado que debe hacer. Aun si comete un error, arrepiéntase y vuelva al camino. Eso es fidelidad y es parte de una vida de prosperidad, porque "el hombre fiel recibirá muchas bendiciones" (Proverbios 28:20).
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