Sed, pues, imitadores de Dios[a] como hijos amados.
2 Y andad en amor, como también Cristo nos amó y se entregó a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante.
3 Pero fornicación y toda impureza o avaricia, ni aun se nombre entre vosotros, como conviene a santos.
4 Tampoco digáis palabras deshonestas, ni necedades, ni groserías que no convienen, sino antes bien acciones de gracias.
5 Sabéis esto, que ningún fornicario o inmundo o avaro, que es idólatra, tiene herencia en el reino de Cristo y de Dios.
6 Nadie os engañe con palabras vanas, porque por estas cosas viene la ira de Dios sobre los hijos de desobediencia.
7 No seáis, pues, partícipes con ellos,
8 porque en otro tiempo erais tinieblas, pero ahora sois luz en el Señor; andad como hijos de luz[i]
9 (porque el fruto del Espíritu es en toda bondad, justicia y verdad),[
10 comprobando lo que es agradable al Señor.
11 Y no participéis en las obras infructuosas de las tinieblas,[m] sino más bien reprendedlas,
12 porque vergonzoso es aun hablar de lo que ellos hacen en secreto.
13 Mas todas las cosas, cuando son puestas en evidencia por la luz, son hechas manifiestas, porque la luz es lo que manifiesta todo.
14 Por lo cual dice:
Despiértate, tú que duermes,
y levántate de los muertos,
y te alumbrará Cristo.
15 Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios,
16 aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos.
17 Por tanto, no seáis insensatos, sino entendidos de cuál sea la voluntad del Señor.
18 No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu,
19 hablando entre vosotros con salmos, con himnos y cánticos espirituales, cantando y alabando al Señor en vuestros corazones;
20 dando siempre gracias por todo al Dios y Padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo.
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