lunes, noviembre 26, 2007

El amor nunca deja de ser

Estoy seguro de que usted no desea caer en eso; yo tampoco. Pero podemos evitarlo. ¿Cómo? Tenemos que darle prioridad al mandamiento de amar en nuestra vida. En lugar de ponernos a pensar cuánto nos han ofendido, pensemos en en el amor de Dios por nosotros y en todo lo que Cristo hizo por nosotros en la cruz. Evitaremos la discordia si ponemos en práctica nuestro amor por el Señor.

Si alguien le saca de quicio, diga: “No puedo altercar con esa persona, no importa lo que haya hecho. Estaría desobedeciendo al Comandante en Jefe. Estaría irrespetando al Dios que amo”.

Si una vez que haya dicho esas palabras aún se siente tentado a decir algo feo, ¡cierre la boca! No deje salir las palabras de ira y discordia de su corazón. Santiago 3:6 dice que esas palabras son como astillas que el infierno mismo utiliza para incendiar todo su ser. Así que no las diga; no empiece el fuego.

En lugar de eso, dé un paso de fe y responda en amor. Haga y diga lo que el amor haría y diría: “El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia; el amor no es jactancioso, no se envanece, no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, sino que se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca deja de ser; pero las profecías se acabarán, cesarán las lenguas y el conocimiento se acabará” (1 Corintios 13:4-8).

Cuanto más practique el mandamiento de amar, más cimentado y arraigado estará en el amor. Y sin que se dé cuenta, andar en amor dejará de ser un mandamiento. Se convertirá en un honor, un privilegio y un gozo. No querrá vivir de ninguna otra manera. La semilla del amor estará creciendo en usted. Estará cimentado y arraigado en el amor. Empezará a conocer el amor de Dios, y al Dios de amor.

Si continúa andando en amor, cada día que salga de su casa estará rebosando un poco más de la presencia del Señor. Cada día estará viviendo más la vida a la que fue llamado y para la cual fue creado: ¡una vida llena de la plenitud de Dios!

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