A diferencia de la voluntad expresa, la voluntad tácita de Dios es resistible y condicional. Tenemos la alternativa de hacer las cosas a nuestra manera o a la Suya. El Señor diseña un plan específico utilizando los dones y talentos especiales que tienen los creyentes. Él quiere compartir Su voluntad tácita para que podemos tener vidas victoriosas.
Primero, Dios desea que obedezcamos las leyes morales, como los Diez Mandamientos, que se aplican a todo el mundo. En toda la Biblia, encontramos principios que pueden traer gozo y significado a nuestras vidas, tales como el mandato de dar siempre gracias y de poner de lado el rencor en favor del perdón (1 Tesalonicenses 5:18; Efesios 4:31, 32).
Seguir estos principios básicos nos permite descubrir claramente la segunda parte de la voluntad tácita de Dios: Sus propósitos para nuestra vida personal. Un buen ejemplo es la vocación. Antes de que naciéramos, Dios nos predestinó para que tuviéramos habilidades, talentos y dones espirituales, que se adaptan a ciertos tipos de trabajos. Nuestra vocación puede cambiar, pero con la dirección divina nuestro trabajo siempre “cuadrará” con nosotros. Otros ejemplos de Sus propósitos son (pero no están limitados a) el cónyuge, las finanzas y el ministerio.
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