Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá, porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla;y al que llama, se le abrirá.
mateo 7: 7-8
Dios invita a Sus hijos a orar, porque Él se goza dándoles lo que ellos necesitan, y está listo para hacerlo. Pero Dios quiere que vengamos con fe y que le pidamos que lleve a cabo Su plan divino en nuestra circunstancia.
Pero diferentes tipos de obstáculos pueden bloquear la efectividad de nuestras oraciones. Uno de ellos es no conocer la voluntad de Dios para nuestras circunstancias. Él dice “sí”, cuando nuestra petición está de acuerdo con Sus propósitos para nuestra vida. Aun cuando la Biblia no hable específicamente de nuestra situación, ella nos dará, sin embargo, indicación de la voluntad de Dios, como en 1 Pedro 2:15 y 1 Tesalonicenses 4:3 y 5:18.
Otro obstáculo es no tener confianza de que Dios responderá. Como creyentes, debemos pedir confiadamente (Efesios 3:12).
Un tercer problema es la duda. La incertidumbre es como un intruso extraño en nuestra conversación con Dios. Ella le pone trabas a la fe y al poder de la oración. La duda puede originarse por escuchar las voces equivocadas, aceptar creencias incompatibles con la Palabra de Dios, o ver la dificultad y no al Señor. Si Dios demora Su respuesta o responde de una manera inesperada, el escepticismo puede introducirse en nuestro pensamiento. Para enfrentar la duda, debemos conocer a Dios. Cuando centramos nuestras oraciones en quien es Él, surge la fe y la duda se debilita. La incredulidad desaparecerá cuando descubramos Su voluntad y aprendamos a condicionar nuestras peticiones a esa voluntad.
Dios está esperando que le hagamos oraciones específicas, libres de duda y en armonía con Su voluntad. Siempre recibiremos una respuesta positiva de Dios.
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