miércoles, mayo 03, 2017

COMO UN GANCHO DE ROPAS


Hay algo que me ha llamado la atención, entendiendo que Dios no enseña de muchas maneras, acontece que normalmente cuando mi esposa lava las ropas, yo me encargo de buscar los ganchos de ropa para tenderlas.

Los ganchos que utilizo para ese fin, son los que van quedando a medida de que se utilizan las ropas, pero que es lo que me llama la atención de esto, que con el simple hecho de mirar los ganchos me doy cuenta de que no tiene ropa, a pesar de estar entre los demás que si tienen.

 Cada vez que me toca buscar los ganchos viene el mismo pensamiento, de que así están en medio de las personas todos aquellos que no tienen a Cristo, y más un todos aquellos que asisten a una congregación y están vacíos, porque no están en la voluntad del padre.

No hacer lo que Dios nos encomienda a través de su palabra, nos crea un vacío enorme, es como cuando somos contratados en una empresa para trabajar en un área, y todos los días vamos, pero nunca nos dejan ejercer la labor, llega un momento que nos sentimos vacíos.

Escrito esta en Lucas 2:49: Entonces él les dijo: ¿Por qué me buscabais?  ¿No sabíais que en los negocios de mi Padre me es necesario estar?, las instrucciones están dadas, tu asignación esta entregada, solo falta que dispongas tu corazón estar, porque te conviene, en los negocios de tu Padre Dios.

Y los que están sin Cristo, es hora de que no estemos en la misma situación, sintiéndote de la misma manera, el vacío solo lo llena Jesus, ya que ese sentimiento viene de la separación entre el hombre por su condición a través de Adán, y Dios, solo lo llena Jesus, porque es el punto de enlace de la reconciliación entre el hombre y su Creador.

Hoy Dios está disponible como Padre, ya que es una relación estrecha, que desea tener con cada uno de nosotros, Jesus dijo en Juan 15; 1-5: Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador. Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará; y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto. Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado. Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer.

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