Es el secreto de mantener una conexión, una relación viva con Dios. Permanecer en comunión diaria con Él es, sin lugar a dudas, la prioridad número uno de la vida cristiana. Es la llave que abre toda puerta en esta vida y en la vida venidera.
Si realmente no conocemos a Dios, no importa cuánta información tengamos acerca de Él. Podemos estar llenos de conocimiento sobre la fe. Podemos entender cómo viene, qué hace y cómo liberarla. Podemos estudiar acerca del amor hasta que hayamos memorizado cada versículo sobre el amor en la Biblia.
Podemos hasta conocer los pasos a la sanidad y a la prosperidad al derecho y al revés. Pero, no podremos percatarnos del momento preciso en que pondremos estas cosas en acción, a menos que pasemos tiempo con Dios y mantengamos una conexión viva con Él.
Cuando ya todo está dicho y hecho, lo que sabemos no es lo que cuenta, realmente lo que cuenta es lo que hacemos. ¡Y sin una unión vital y continua con Dios, no estaremos lo suficientemente fuertes espiritualmente para poder hacer lo que sabemos hacer! Como Filipenses 2:12-13 dice:
Por tanto, amados míos, como siempre habéis obedecido [mis sugerencias], no como en mi presencia solamente [con el entusiasmo que deberías mostrar], sino mucho más ahora en mi ausencia, (cultiven,
cumplan con la meta, y llévenla totalmente a cabo) ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor, (no fiándose de sí mismos, con seria prudencia, ternura de conciencia, cuidado en contra de la tentación, haciéndose menos con timidez de todo aquello que pudiera ofender a Dios y desacreditar el nombre de Cristo). [No en su propia fuerza] porque Dios es el que en vosotros produce [energiza y crea en ti el
poder y deseo], así el querer como el hacer, por su buena voluntad y complacencia y deleite.
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