El perdón, difícil pero necesario
Marcos 11: 24-26 nos dice: Por tanto, os digo que todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá. Y cuando estéis orando, perdonad, si tenéis algo contra alguno, para que también vuestro Padre que está en los cielos os perdone a vosotros vuestras ofensas. Porque si vosotros no perdonáis, tampoco vuestro Padre que está en los cielos os perdonará vuestras ofensas.
Perdonar es la única forma de asegurarnos una buena comunicación con Dios. Si te presentas ante Él con resentimientos no puedes esperar que te perdone. Sería terrible que Dios fuera resentido, pero no lo es, por eso recibe tu oración. Aunque es difícil, debes perdonar, especialmente cuando la ofensa es grande. Incluso al mismo Padre le costó caro, porque tuvo que sacrificar la vida de su Hijo Jesucristo para perdonar nuestros pecados. Así que el perdón es el fundamento del cristianismo y como tal debemos hacerlo evidente en nuestras vidas. El pecado de otro no justifica tu pecado. Tienes tanta responsabilidad de no sentirte ofendido como la tienes de no ofender.
Hay tres cosas básicas que debes tomar en cuenta para no sentirte ofendido:
Primero: Perdona las veces que sea necesario
En Mateo 18:21-22 encontramos la clave: Entonces se le acercó Pedro y le dijo: Señor, ¿cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mí? ¿Hasta siete? Jesús le dijo: No te digo hasta siete, sino aun hasta setenta veces siete.
Significa que si la ofensa aún te molesta debes continuar perdonándola hasta que ya no te afecte. Aunque la ofensa haya sido una sola vez, si la guardas en tu corazón deberás perdonarla cuantas veces la recuerdes y te sientas ofendido de nuevo. Hay personas que se ponen histéricas cuando las ofenden e históricas recordándola. Olvida las ofensas porque guardar rencor solamente hiere tu corazón y te obliga a practicar una y otra vez el perdón hacia tu ofensor. Hay personas que nunca logran perdonar a sus padres y justifican sus acciones con lo negativo que recibieron de ellos. Una persona tal vez ya va por la cuarta relación sentimental y continúa guardando rencor por la ofensa que recibió de su primera pareja. Dios tira tus pecados al fondo del mar y no los recuerda más. Olvida las ofensas y sana tu corazón. La falta de perdón provoca enfermedad e insomnio. Aprende a vivir en salud espiritual.
Segundo: El valor de la palabra
En Mateo 18:15-20 leemos: Por tanto, si tu hermano peca contra ti, ve y repréndele estando tú y él solos; si te oyere, has ganado a tu hermano. Más si no te oyere, toma aún contigo a uno o dos, para que en boca de dos o tres testigos conste toda palabra. Si no los oyere a ellos, dilo a la iglesia; y si no oyere a la iglesia, tenle por gentil y publicano. De cierto os digo que todo lo que atéis en la tierra, será atado en el cielo; y todo lo que desatéis en la tierra, será desatado en el cielo. Otra vez os digo, que si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra acerca de cualquiera cosa que pidieren, les será hecho por mi Padre que está en los cielos. Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.
Cuando estés ofendido comunícate hablando con el ofensor. El silencio es otra forma de comunicación, pero no es la mejor. Envía un mensaje de rechazo, orgullo y negación a buscar soluciones. Un hombre me dijo: “Hace 10 años me casé con la mujer de mi vida y hace 5 me divorcié. Cada vez que discutíamos me callaba, hasta que un día exploté y tuvimos que separarnos”. Si algo te molesta exprésalo, no esperes a que se rebose el vaso de tu tolerancia. Recuerda que la Biblia dice “La blanda respuesta aplaca la ira”.
El Señor Jesús te motiva a buscar ayuda cuando creas que no puedes resolver tus conflictos con quienes te ofenden. Pide consejo a personas sabias y pacíficas, no a quienes solamente echarán leña al fuego. No busques quién te de la razón, sino a alguien que te ayude a encontrar y dar perdón. Habla con la persona que te ha ofendido y desahógate buscando la reconciliación y acuerdo entre ambos. Al Señor le agrada tanto que busques esos momentos que lo que pidas te lo dará.
Tercero: Madurez espiritual
Proverbios 19:11 nos dice: La cordura del hombre detiene su furor, Y su honra es pasar por alto la ofensa.
Las personas se vuelven honrosas cuando dejan de sentirse ofendidas. Conocí a una señora que sufrió el secuestro de su amada hija. Los criminales se la llevaron por equivocación y al darse cuenta de su error le quitaron la vida y escondieron el cuerpo. Le costó años de búsqueda encontrar los restos y sepultarlos. Durante el juicio a los secuestradores, ella públicamente les perdonó de todo corazón. Su decisión fue difícil pero sabia, y para explicar su actitud dijo: “si ya me quitaron la vida de mi hija, no permitiré que por la amargura también se lleven la mía”. Debes crecer, no puedes sentirte ofendido toda tu vida por las mismas razones.
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