La vida de José enseña principios importantes en cuanto a las dificultades.
Las dificultades seguirán hasta que se cumpla el propósito de Dios. En el caso de José, el plan de Dios era prepararlo para salvar del hambre a su familia y a la nación egipcia. Dios lo puso como esclavo en una importante casa de Egipto. Allí, bajo circunstancias difíciles, aprendió lecciones fundamentales para el futuro. Adquirió destrezas importantes, su fe y su relación con el Señor se vieron fortalecidas. Dios sigue actúa de la misma manera, equipándonos para que realicemos la obra que Él ha planeado para nosotros (Ef. 2:10).
Aprendemos más estando en la oscuridad que en la luz. Además de descubrir la fidelidad de Dios, José aprendió a desempeñar posiciones altas y bajas, a rechazar la tentación, y a discernir la presencia de Dios. Estos principios que leemos en la Biblia no son en realidad nuestros hasta que los probamos y ponemos en práctica.
Lo que aprendamos en la oscuridad, debemos compartirlo en la luz. José compartió su fe y su conocimiento de Dios cuando interpretó los sueños de Faraón (Gn. 41:15, 16). Él no dejó que su encarcelamiento lo privara de ayudar a otros (Gn. 40:1-23). Lo que aprendamos en nuestras pruebas, debemos compartirlo con los que estén sufriendo.
Ninguno de nosotros anda en busca de dificultades, pero éstas siempre parecen encontrarnos. Por eso, en vez de tenerles miedo, podemos confiar en Dios y aceptar Su plan. Él utiliza las pruebas para Su gloria y para nuestro provecho (Job 23:10). De eso podemos estar seguros.
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