Marcos 11:24-25 aconseja: Por tanto, os digo que todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá. Y cuando estéis orando, perdonad, si tenéis algo contra alguno, para que también vuestro Padre que está en los cielos os perdone a vosotros vuestras ofensas.
En nuestra oración podemos pedir cualquier cosa. Piensa en todo lo que quieres obtener, tenlo presente cuando te acerques al Señor y antes de pedirlo, recuerda que debes perdonar. Cuando estás frente a Él, recibirá tus peticiones y te dirá: “Yo te puse ese pensamiento, quiero verlo realizado en tu vida, pero primero necesito que vayas y perdones”.
El perdón es una prioridad para el Señor. Es tan importante que envió a Su Hijo Jesucristo para perdonar nuestros pecados. Conozco gente muy noble y humilde que no contamina su corazón con ningún rencor, pero también conozco personas que andan por la vida con la peor actitud, esperando recibir la ofensa para guardarla como un tesoro. Cierta vez, en medio del tránsito, la persona del carro detrás de mí, no me dejaba en paz. Tocaba y tocaba la bocina por más que yo intentaba hacerme a un lado para que me rebasara. A la tercera vez que me quité, esta persona maniobró para quedar junto a mí y bajó su vidrio, en ese momento me preparé para responder cualquier cosa porque ya estaba muy enojado, pero me sorprendí cuando amablemente me dijo: “tiene la llanta pinchada”. Mi actitud no era la correcta, estaba esperando lo malo en vez de ser positivo y esperar lo bueno. Revisa la actitud que tienes ante la vida.
Hay muchas personas que ocupan tiempo valioso en pelearse, pensar en lo que responderán ante las ofensas, lloran, sufren e incluso ayunan por el dolor que sienten, pero hay otros que usamos lo que se llama “aceite de tortuga” para que lo malo nos resbale o nos saque una concha dura que evite las ofensas y el sufrimiento. Es inevitable que nos ofendan pero podemos evitar ser ofendidos. Somos personas sociales que necesitamos trabajar en equipo y relacionarnos con otros que son tan imperfectos como nosotros, pero sentirnos ofendidos no debe impedirnos hacer y actuar bien. Si te ofenden, no esperes a que te pidan perdón de rodillas, por el contrario, perdona incluso antes de que la otra persona descubra que te ofendió. Solamente con una correcta actitud de perdón podrás hacer las cosas y ver las promesas cumplidas.
Lucas 17:3-4 nos pide que perdonemos: Mirad por vosotros mismos. Si tu hermano pecare contra ti, repréndele; y si se arrepintiere, perdónale. Y si siete veces al día pecare contra ti, y siete veces al día volviere a ti, diciendo: Me arrepiento; perdónale.
Perdonar una ofensa siete veces al día es una exageración. Eso significa que esa persona te ofenderá desde que te levantes hasta que te acuestes, pero esa es la medida sobrenatural de perdón que el Señor nos pide porque sabe que de ello depende que avancemos. Es como decirte: “tu actitud de perdón debe adelantarse a las ofensas para que éstas no te limiten y hagan sufrir”. Quien perdona siete veces al día tiene una verdadera actitud de perdón.
Efesios 4:32 nos dice cómo debemos actuar: Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo.
Perdona siempre y antes que te lo pidan. No esperes, tú debes adelantarte para no perder tiempo, entonces, cuando la persona se acerque a pedir perdón, tú ya estarás haciendo lo que debes para ser bendecido. La actitud de perdón anticipada es indispensable para poner en práctica los buenos pensamientos que el Señor pone en nuestra mente.
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