Convéncete, son nuestras actitudes las que muchas veces nos detienen, no el diablo ni el mundo. Cuando aceptas al Señor, obtienes la vida eterna y entras en un proceso para renovar tus pensamientos y actitudes. Éstas son la forma habitual de actuar de cada persona y se aprenden. Son costumbres, hábitos y formas de reaccionar ante los pensamientos. Son comportamientos que se emplean para llevar a cabo un pensamiento. Una actitud es cómo actuamos y llevamos las promesas del mundo espiritual al terrenal.
Entonces, nuestra actitud debe ser positiva, confiada en que Dios está de nuestro lado. Una actitud negativa hace que las promesas reboten y no se cumplan. Para alcanzar el éxito debemos tener buenos pensamientos y también buenas actitudes que promuevan nuestra buena conducta. Esa es la fórmula correcta para ver realizadas las promesas en nuestra vida.
A los grandes hombres de la Biblia se les conoce por sus actitudes y conductas. Abraham, Elías y Moisés son recordados por su capacidad de pensar y obrar según la Palabra. Abraham no podía tener hijos pero escuchó la promesa, renovó su actitud y pudo gozarse contemplando las estrellas del cielo y creyendo que era posible ser bendecido de esa forma. Dios te ha llamado a hacer cosas imposibles y sobrenaturales, eres hijo del Todopoderoso, no lo dudes más. Todo lo bueno y grande que tengas dentro de tu cabeza está esperando para concretarse en obras. Es tu tarea y obligación hacerlo porque nadie lo hará por ti, no te quedes sentado esperando escuchar ángeles hablándote.
Si a los buenos pensamientos les sumas mala actitud, el resultado es fracaso, por el contrario, buenos pensamientos más buenas actitudes siempre sumarán éxito.
No hay comentarios:
Publicar un comentario