El Señor le enumeró a Abram tres dificultades que su familia habría de superar para ser bendecidos y vivir de Sus riquezas. Debían dejar de sentirse extranjeros, esclavos y oprimidos. Todos somos salvos pero muchas veces continuamos atados por las tradiciones y viejos conceptos. No lo dudes y libérate, primero de la mentalidad de “extranjero” que te impide trabajar y ambicionar prosperidad porque “somos polvo y nada nos llevaremos”. Es cierto que la vida es un paso hacia algo mejor y que al morir no nos llevamos nada de lo que hemos obtenido con trabajo, pero estás obligado a heredar porque dejas descendencia y tienes una responsabilidad con las próximas generaciones.
Cuando uno es extranjero no se preocupa, disfruta el trato que le dan en un país extraño, está libre de obligaciones y presiones. Pero en nuestra propia tierra todo cambia. Debemos trabajar y procurar bienestar a los nuestros. Es un compromiso y una alegría sentirse en casa. Sentirse extranjero es estar de paso, no adquirir ninguna obligación porque la estancia será corta. El Señor condena esa forma de pensar. No eres un advenedizo en la tierra donde naciste y tienes la responsabilidad de heredar algo a tus hijos. Trabaja, construye y forja lo que dejarás en tu tierra.
La segunda mentalidad a vencer es la de ser un esclavo que únicamente trabaja por comida, vive el día a día y no ambiciona nada más. Está comprobado que la diferencia entre ricos y pobres no es el dinero sino la forma de pensar. El pobre piensa en cómo sobrevivir un día a la vez, no va más allá. La persona de clase media piensa de mes en mes, por eso al hacer un préstamo, no pregunta la tasa de interés sino la cuota mensual que deberán pagar. Trabajan para cubrir sus gastos mensuales. Por el contrario, el rico piensa de año en año y está obsesionado con el período fiscal. Pensar a largo plazo es mejor porque te hace planificar y soñar. Hay que hacer pactos de diez años o más y verás que se van volando. Quien hace diez años no planificó, ahora está sufriendo las consecuencias. Abram se preocupó por las próximas generaciones y la promesa fue sacarlo próspero.
Sentirse oprimido y tener conciencia de víctima es la tercera mentalidad equivocada que debemos superar. No te acomodes a una situación de menosprecio. Hay mujeres que sufren violencia doméstica porque creen que lo merecen ya que no cumplen bien con sus responsabilidades. También hay hombres que soportan situaciones humillantes porque se sienten culpables. Sal de ese círculo de opresión y deja de justificar tu actitud de derrota.
Luego de salir de Egipto, muchos israelitas no pudieron ser libres porque no fueron capaces de superar la opresión. A pesar de que Dios ahogó a Faraón ante sus ojos, algunos se sentían todavía esclavos y no pudieron avanzar. Ya no veas hacia atrás, si quieres, voltea una vez más ahora y libérate de la opresión del pasado. El Señor te ha liberado, ahogó a tus opresores delante de ti, te sacó del lugar donde estabas, ya no eres un fracasado, adicto o alcohólico, eres libre para hacer un pacto y recibir tus promesas.
El Salmo 105:37 dice: Los sacó con plata y oro; Y no hubo en sus tribus enfermo.
Después de 430 años de opresión, el pueblo de Israel finalmente vio la libertad, cuánto más debes verla tú que fuiste lavado por la sangre del Cordero. Dios te ha sacado de tierra extranjera, te ha liberado de la esclavitud y de la opresión, si no lo tienes por cierto es porque no le has traído la ofrenda que te ha pedido. No tardes en obedecerle.
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