Observe los delicados nervios de la hoja de un roble, y verá la hermosura de Dios. Mire las olas azotadas por la tormenta contra una playa, y será testigo de Su poder. El sentido de orden del Señor se revela en la secuencia de las estaciones, en la inclinación del eje y en el movimiento de rotación de la tierra. No hay que mirar más allá de la naturaleza para saber que Dios es real.
Romanos nos dice que la revelación del Señor en la naturaleza es suficiente para declarar sin excusa a quienes nieguen Su existencia. No hay ninguna explicación razonable para la creación del universo material aparte de que un Dios omnipotente lo hizo todo. La materia y la energía para un “big bang” tuvieron que venir de Alguien.
Pero la naturaleza no puede darnos una revelación total; la creación no muestra la santidad ni la eternidad de Dios. He ahí la razón por la cual Dios nos dio Su Palabra. La Biblia revela el carácter de Dios, contiene Sus leyes y dice lo que Él espera de los fieles. En sus páginas podemos saber quién es nuestro Padre y qué clase de vida espera que tengamos. “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia” (2 Ti. 3:16).
La Biblia nos enseña la Palabra viva, quien es la revelación perfecta de Dios. El Padre celestial quiso asegurarse de que la humanidad pudiera conocerle íntimamente, y por eso envió a Su Hijo en carne humana para darse a conocer. Jesús dijo: “Si me conocieseis, también a mi Padre conoceríais; y desde ahora le conocéis, y le habéis visto.” (Jn. 14:7). Dedique tiempo al estudio de la Biblia y a la oración, y conozca mejor al Padre.
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