jueves, marzo 30, 2006

Un espíritu de humildad

Algunos creen que tener una mala opinión de sí mismas es una señal de humildad. Pero Pablo es un precioso ejemplo de cómo debemos acercarnos a Dios. Él no se reprocha a sí mismo, ni le dice a Dios lo vil y pecador que es. Más bien, habla frecuentemente con un espíritu de humildad acerca de la gracia de Dios. Hay siete cosas que podemos hacer para que Dios desarrolle ese espíritu en nuestra vida.

Para procurar la humildad, es necesario morir al yo. Debemos rechazar ponernos en primer lugar, y más bien preguntar al Señor cuál es Su voluntad para nuestra situación. Dios quiere que nos dediquemos a los demás, porque Él nos ha hecho representantes de Su verdad, algo que necesitan mucho quienes nos rodean. Y cuando Dios bendiga a otros, nosotros, como seguidores de Cristo, debemos alegrarnos por las cosas buenas que les suceden (Romanos 12:15).

En cuanto a nosotros, debemos depender totalmente de Dios. Si queremos vivir con auténtica humildad, debemos confiar en Él en todas las circunstancias. El Señor nos tiene reservadas muchas cosas buenas. Si dirigimos nuestros pensamientos continuamente a Su gracia y a Su bondad, nuestra confianza en Él crecerá. También es importante que nos distanciemos de todo lo que apele a nuestro orgullo, como la riqueza, el prestigio, la lista es interminable para cada persona. Por último, debemos resolvernos a obedecer a Dios, no importa las consecuencias.

Cuando usted se humille delante de Él, podrá señalar ese día como el comienzo de la mejor parte de su vida.

El juzgar a los demás (Lc. 6. 37-38, 41-42)

é7:1 No juzguéis, para que no seáis juzgados. 7:2 Porque con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados, y con la medida con que medís, os será medido. 7:3 ¿Y por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo? 7:4 ¿O cómo dirás a tu hermano: Déjame sacar la paja de tu ojo, y he aquí la viga en el ojo tuyo? 7:5 ¡Hipócrita! saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja del ojo de tu hermano. 7:6 No deis lo santo a los perros, ni echéis vuestras perlas delante de los cerdos, no sea que las pisoteen, y se vuelvan y os despedacen.

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