Si su trabajo es motivado por amor, hecho en el nombre de Jesús, y para exaltar a Dios, se verá vigorizado por él. Dios le envía cada día oportunidades para influya positivamente a quienes le rodean. ¡Cómo le agrada al Señor ver que su fe brilla cuando ayuda a los demás! Su “servicio” puede ser sólo una sonrisa agradable, una palabra de aliento, o un oído atento. Pero en algunas situaciones, Dios pudiera pedirle que sacrifique tiempo o que comparta generosamente sus recursos. El amor que Dios le da por los demás lo impulsará a sacar tiempo para ellos y a no considerar el costo. Si se derrama amorosamente a los demás, tendrá una sensación de satisfacción y alegría.
Su servicio debe hacerlo siempre “en el nombre de Jesús”. Significa que todo lo que haga deberá armonizar con la voluntad revelada de Dios, y que no se oponga a las Escrituras. Servir en el nombre de Jesús quiere decir también que está actuando en obediencia a Su voluntad, haciendo lo que Él manda y en Su tiempo. Vivir de verdad su fe es depender del poder del Espíritu Santo.
Sólo si se rinde a Su control, puede su trabajo producir verdadero fruto espiritual.
La gente sabrá que su fe es real cuando sus acciones exalten a Dios, no a usted mismo. Como embajadores de Cristo, debemos servir con excelencia para que sea Dios quien reciba la gloria que Él merece. Cualquier éxito que tenga le pertenece a Dios, cuyo Espíritu está operando a través de usted; por eso no tiene ninguna razón para jactarse.
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