Romanos 7:15 nos dice: Porque lo que hago, no lo entiendo; pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago.
Nos cuesta decidirnos por lo bueno. Aunque sabemos que es difícil, acepta el riesgo y la responsabilidad de manejar tu vida. Cierta vez que mis malas decisiones me tenían agobiado, me postré ante Dios y quebrantado le dije: “por favor anula mi voluntad, toma tú las decisiones por mí, quiero ser un robot en tus manos”. Pero Dios se negó a hacerlo. Me respondió: “No te anularé, Te di el libre albedrío para que tú decidas porque necesito conocer lo que hay en tu corazón y saber si decides por estar a mi lado siempre”. El Señor conducirá tu vida pero a través de las decisiones que tomes. Él se sentará a tu lado y te aconsejará como copiloto, pero eres tú quien tiene el volante en sus manos y tomas el rumbo que escoges. Para evitar que Él se baje de tu auto, reprográmate y asume la responsabilidad del piloto.
Efesios 5:14 aconseja: Por lo cual dice: Despiértate, tú que duermes, Y levántate de los muertos, Y te alumbrará Cristo.
Despierta, no actúes por inercia como muerto en vida. Toma conciencia de proceder y recibe la luz que el Señor ofrece para iluminar tu camino y dejar de dar vueltas en círculos, como los israelitas en el desierto. Al revisar un mapa, descubrimos que Canaán realmente no está muy lejos de Egipto. Sin embargo, el pueblo de Israel tardó cuarenta años en llegar, incluso muchos murieron en el camino. Lo mejor de tu vida está más cerca de lo que crees. Aunque los faraones de las tentaciones y malas actitudes preconcebidas se interpongan, puedes despertar y caminar hacia tu Tierra Prometida.
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