jueves, octubre 19, 2006

Una brújula para el viaje de la vida

3:1 Hijo mío, no te olvides de mi ley, Y tu corazón guarde mis mandamientos; 3:2 Porque largura de días y años de vida Y paz te aumentarán. 3:3 Nunca se aparten de ti la misericordia y la verdad; Atalas a tu cuello, Escríbelas en la tabla de tu corazón; 3:4 Y hallarás gracia y buena opinión Ante los ojos de Dios y de los hombres. 3:5 Fíate de Jehová de todo tu corazón, Y no te apoyes en tu propia prudencia. 3:6 Reconócelo en todos tus caminos.

proverbios 3:1-6

Una brújula es una herramienta direccional útil, hecha siempre para apuntar hacia el Polo Norte. Al usarla, los viajeros pueden determinar si se están dirigiendo hacia el norte o a otra dirección. En el reino de Dios, la Biblia es la brújula que siempre señala un solo camino: Dios mismo. Dirigirse “proa al norte” es seguir la senda de la rectitud. Consultemos nuestra brújula, utilizando a Proverbios 3, para recibir orientación práctica en cuanto a nuestra vida diaria.

El primer paso para utilizar una brújula, es verla. El estudio diario de la Biblia nos mantendrá en la dirección correcta. El obedecer los principios bíblicos nos permite capear las tormentas difíciles y mantener el rumbo.

Dios promete prosperar a quienes guardan Sus mandamientos (vv. 1, 2).

En segundo lugar, la verdad de la Palabra de Dios debe ser nuestra única norma para la vida. En particular, las relaciones con los demás deben caracterizarse por la benevolencia. Nuestra recompensa será el favor divino y una buena opinión de parte de Dios y de los hombres (vv. 3, 4).

Tercero, nuestra brújula nos dice que debemos confiar en Dios con todo nuestro ser, aun cuando las circunstancias nos desconcierten y nuestras decisiones sean desagradables. Debemos dejar a un lado el razonamiento humano, y poner al Señor y Sus caminos primero (v. 5).

En cuarto lugar, la Biblia puede arrojar luz en cualquier situación que enfrentemos, ya sea económica, de algo que nos preocupe, de relaciones o de trabajo. Confiar en Dios y tener Sus respuestas, no las del mundo, traerá bendición (v. 6).

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