miércoles, diciembre 21, 2005

Un Pedazo De Cielo En La Tierra

Por lo tanto, como escogidos de Dios, santos y amados,
revístanse de afecto entrañable y de bondad, humildad, amabilidad
. y paciencia, de modo que se toleren unos a otros y se perdonen si alguno
tiene queja contra otro. Así como el Señor los perdonó, perdonarse también ustedes (Colosenses 3:12,13).

Vivir en un hogar lleno de amor y de la paz de Dios es casi como vivir en el cielo aquí en la tie­
rra. Todos sabemos que eso es verdad. Anhelamos vivir en tal hogar. A pesar de todo, una y otra vez, decepcionamos a nuestras familias. Usamos nuestras pa­labras más bondadosas y nuestras sonri­sas más encantadoras con los que están más allá del umbral de nuestra casa.
¿Alguna vez se ha preguntado por qué?

La respuesta es más sencilla de lo que usted pudiera sospechar. En términos es­ pirituales, su familia está bajo ataque. Comprenda, no es sólo uno de los rega­los más preciosos cuando está operando en armonía, es uno de los recursos más poderosos. Aunque no lo sepa, Satanás lo sabe, y está resuelto a destruirIa.

El plan de batalla es simple. Satanás hará todo lo que pueda para crear con­tienda en su hogar. Agitará los sentimien­tos de auto compasión y de celos. Los ani­mará a alimentar resentimientos y abrigar amargura. Su propósito sigue siendo el mismo, el de dividir y destruir su hogar.

Cuando el pueblo de Dios se une mutuamente en armonía, los milagros comienzan a suceder. ¡La armonía crea una atmósfera en la que el poder sobre­ puede fluir libremente! Por lo tanto,
Satanás nos está constantemente tentan do a arruinar esa atmósfera, para estropear las cosas al estar riñendo unos con otros.

Con demasiada frecuencia, cae­mos presos de sus tácticas simplemente porque no nos damos cuenta de lo peli­groso que es realmente la contienda. Sin embargo, una mirada minuciosa a la
Palabra de Dios resolverá ese problema.

Santiago 3:16 dice: "Porque donde hay envidias y rivalidades, también hay con­
fusión y toda clase de acciones malvadas."

No le abra la puerta de su hogar a Sa­tanás al permitirIe a su familia el "lujo"
de unas cuantas disputas.

Detenga la destrucción antes de que comience. Sujétese a la Palabra de Dios. Descubra lo que El tiene que decir sobre el poder de la unidad. Deje de mirar a su familia desde su propia perspectiva li­mitada y comience a verIa como Dios la ve, ¡como una fuente de energía! De esa manera, usted no será arrastrado irremediablemente a una discusión cada vez que una ráfaga de emoción sople en su hogar.

Determine ahora mismo el no dejar que el diablo tenga a su familia. En cam­bio, ore por ellos, respáldelos y ámelos. Unalos para que puedan disfrutar de un pedacito del cielo en la tierra.

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