«Y cualquiera cosa que pidiéremos la recibiremos de él, porque guardamos sus mandamientos, y hacemos las cosas que son agradables delante de él. Y este es su mandamiento: Que creamos en el nombre de su Hijo Jesucristo, y nos amemos unos a otros como nos lo ha mandado».
1 Juan 3:22-23
Si usted le preguntara a la mayoría de los cristianos de hoy que cuál es el Mandamiento que Jesús nos dio, le responderían: «Que nos amemos los unos a los
otros». Aunque eso es verdad, solo es la mitad del mandamiento.
La primera mitad es tan importante como la segunda: Y este es su mandamiento: Que [1] creamos en el nombre de su Hijo Jesucristo, y [2] nos amemos unos a otros como nos lo ha mandado. En este mandamiento del amor se cumplen todos los demás. Cuando usted anda en el amor de Dios, cumple la ley.
Debemos recibir el mandamiento del amor como lo que es en realidad: Un mandamiento divino. Pero mientras usted siga pensando que es una opción de «tómelo» o «déjelo», nunca experimentará el poder del amor de Dios en su vida. La presión es demasiado grande, pues justo cuando usted procura avanzar en la vida guiada por el amor, Satanás se opondrá con tal fuerzA que usted nunca podrá permanecer en ella. Por eso Dios lo dio en forma de mandamiento; así que, no tenemos opción.
Si lo aceptamos como tal, será como un freno en nuestra boca en los tiempos de presión. Esto hará que a ese mandamiento lo traslademos del reino en el que solo amamos cuando nos aman o en el que no lastiman nuestros sentimientos, al poderoso reino del amor de Dios. Allí usted ama porque está comprometido con la Palabra de Dios, y su mandato de amar es una realidad en su corazón.
Recibirlo como mandato exige que amemos sin importar que otros lo hagan o no lo hagan. Si usted obedece este mandamiento será incapaz de desobedecer los otros mandamientos, por eso este es más importante que todos los demás juntos.
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