La batalla espiritual es real. A nuestro alrededor y dentro de nosotros se libra cada día un invisible y furioso conflicto.
Para luchar victoriosamente, tenemos que vestirnos apropiadamente y tener las armas adecuadas. Esto pudiera sonar muy sencillo. La Palabra de Dios nos dice qué ponernos y con qué luchar. Pero el problema está en que todo el equipaje es de naturaleza espiritual y tiene que ser utilizado con fe. He aquí algunas sugerencias en cuanto a cómo ponernos nuestro uniforme espiritual. Ore diciendo...
“Señor, elijo ponerme hoy el yelmo de la salvación para que guarde mi mente. Deseo tener buenos pensamientos, que te agraden y estén en armonía con lo que soy en Cristo (Romanos 12:2). Gracias, Padre, por la coraza de justicia, que ayuda a proteger mi corazón y mis emociones de la influencia del Enemigo (Proverbios 4:23). Capacítame para tener afectos piadosos (Gálatas 5:22). Quiero responder basado en mi condición de hijo tuyo, no en mis propios deseos. Gracias también por el cinto de la verdad. Deseo que toda mi vida sea rodeada por Tu verdad; quiero conocerla, vivir por ella y compartirla con otros.
Ayúdame a apartar tiempo cada día para meditar en las Escrituras. Padre, donde sea que me envíes, quiero llevar puesto el calzado de la paz y ser un pacificador (Mateo 5:9). Úsame para reconciliar a otros contigo, por medio del Evangelio de Jesucristo. Ayúdame a ser de influencia para los creyentes, de modo que resuelvan sus conflictos y sean uno en Ti”.
Nuestro equipaje espiritual hace posible que nos mantengamos firmes en el Señor.
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