jueves, agosto 07, 2008

Aunque no lo creamos, Él esta vivo.

Jesús vive. Piénselo: ¡Él vive! Puesto que Él vive, todos los que le reciben son vivificados con el mismo poder glorioso que lo resucitó a Él a la inmortalidad. Porque Él vive, los hombres pueden dejar de buscar respuestas en tumbas vacías, en religiones muertas y en dioses sin poder. Pueden preguntarse lo mismo que aquellas mujeres frente a la tumba vacía, la mañana de la resurrección, y oír la misma respuesta gloriosa que ellas oyeron: «¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive?
No está aquí, sino que ha resucitado» (Lucas 24:5-6).

Su Palabra está viva. La manifestación de su vida por medio de su Cuerpo hoy en el mundo aumenta cada vez más en majestad y poder, más allá de lo que la mayoría de los hombres jamás se haya imaginado. Es evidente que la resurrección de Jesucristo abarcó mucho más que la mera restauración de su cuerpo humano o natural; es decir, de su ser carnal; e incluye mucho más que el hecho de que vivirá para siempre.

Esto se ve claramente en las primeras palabras de la Primera Epístola del Apóstol Juan:
Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado, y palparon nuestras manos tocante al Verbo de vida (porque la vida fue manifestada, y la hemos visto, y testificamos, y os anunciamos la vida eterna, la cual estaba con el Padre, y se nos manifestó); lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros; y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo (1 Juan 1:1-3).

Preste atención a las palabras «Verbo de vida» y «la vida eterna». No podemos soslayar la relación entre la Palabra y la resurrección de Jesús. Jesús vive. Su Palabra es la Palabra de vida.

En una ocasión Lutero fatigado por las constantes en su contra, cansado de luchar y no ver ningún cambio aparente, se encerró en su Habitación por varios días. Un día la esposa le toco la puerta, para entregarle la comida, ella estaba vestida de luto, cuando Lutero abrió, se asombro al verla vestida de esa manera le pregunto –amor quien murió- ella le respondió – es que no lo sabes Dios esta muerto- respondió airado –mujer cuidado don tus palabras, estas blasfemando ¿Porque dices eso?- ella de dijo – te vi encerrado, amargado, sin comer y pensé que Dios había muerto- él levantó sus manos al cielo, cayendo de rodillas y dijo –perdón Señor por actuar así-.

Todos tenemos momentos de duda, pero Jesús murió y resucito, hoy gobierna con poder, el esta vivo, y esta obrando en ti, aunque creas no verlo obrar.

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