Pregunta: Estoy pasando demasiados obstáculos en mi carrera. ¿Hay alguna forma de discernir si estos obstáculos proceden de Dios con el fin de prepararme para el futuro, o si Dios ha puesto barreras en mi camino porque no estoy siguiendo su plan para mi vida?
Nuestra curiosidad quiere todos los detalles. La voluntad de Dios, sin embargo, no nos es revelada como un mapa de carreteras, sino como señales de tránsito. Adicionalmente, los "relámpagos" de Dios son extremadamente inusuales, mientras que su "silbo apacible y delicado" (1 Reyes 19:12) es bastante común.
En Hechos 9:1-9 el apóstol Pablo nos da un ejemplo de cómo seguir la voluntad de Dios. En este pasaje Jesús transforma a Pablo de perseguidor de creyentes, probablemente, al más celoso defensor del cristianismo de todos los tiempos. En su cambio de perseguidor a predicador, Pablo exhibe tres cualidades esenciales para conocer la voluntad de Dios: disponibilidad, humildad y honestidad.
Igual que Pablo, usted debe estar dispuesto a hacer lo que Dios desea, aunque pueda ser contrario a sus deseos inmediatos. También, debe ser humilde, moldeable, poniendo a un lado su orgullo permitiendo que Dios le dé nuevo entendimiento y sabiduría. Finalmente, debe ser honesto, deseando lo mejor de Dios para su vida.
En este pasaje Dios sólo le revela a Pablo el siguiente paso: "Levántate y entra en la ciudad, y se te dirá lo que debes hacer" (v.6). Asimismo sencillamente tenemos que escuchar su voz y luego obedientemente proseguir con el siguiente paso. Note, sin embargo, que la voluntad de Dios fue revelada a Pablo a través de su Palabra, no a través de circunstancias. Dios quizás no le hable audiblemente, pero posee la Palabra a su vez tan segura: la Biblia. Estúdiela. Ore. Busque consejo piadoso. Entonces interprete sus circunstancias, si son obstáculos o puertas abiertas. Las circunstancias independientes de la Palabra de Dios en ocasiones pueden desviar.
Doble, guarde su mapa y ponga atención a la señal de tránsito: El "silbo apacible y delicado de Dios." Entonces simplemente obedezca un paso a la vez, y la paz de Dios le asegurará que está caminando en su voluntad.
MATEO 28;19-20: "Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; 28:20 enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén."
miércoles, agosto 27, 2008
martes, agosto 26, 2008
Aprenda a confiar en Dios
Por Jehová son ordenados los pasos del hombre, y él aprueba su camino.
– Salmo 37:23
La voluntad de Dios es dirigirlo diariamente. Él le ha dado Su Espíritu para guiarle cada día. La mayoría de los creyentes no saben eso. Esperan que Dios les muestre toda su volun¬tad para sus vidas en una gran revelación. No cometa ese error. No esté inactivo esperando que Dios le muestre si Él quiere o no que usted vaya a África por el resto de su vida.
Deje que Él empiece a dirigirle en los asuntos pequeños primero, a decirle lo que usted necesita hacer en esta situación o en aquella. Él le mostrará lo que necesita cambiar, y cuando se lo muestre, cambie una cosa a la vez.
La verdad es que, probablemente ya sabe algo que Dios quiere que usted haga. Puede ser que no sepa el porqué Él quiere que usted lo haga. Puede ser que no sepa dónde lo lleva, pero usted ha oído su voz en su corazón. Si quiere seguir escuchándolo, tendrá que abandonar sus ambiciones y deseos. Pase tiempo en oración y en la Palabra. Sintonice el oído a la voz del Espíritu de Dios.
Aprenda a confiar en Dios. Recuerde que Él es más sabio de lo que usted es, y esté dispuesto a hacer lo que le diga; ya sea que usted pueda o no entenderlo. Obedezca hasta sus instrucciones más pequeñas. Si lo hace, Él transformará su vida entera, un paso a la vez.
– Salmo 37:23
La voluntad de Dios es dirigirlo diariamente. Él le ha dado Su Espíritu para guiarle cada día. La mayoría de los creyentes no saben eso. Esperan que Dios les muestre toda su volun¬tad para sus vidas en una gran revelación. No cometa ese error. No esté inactivo esperando que Dios le muestre si Él quiere o no que usted vaya a África por el resto de su vida.
Deje que Él empiece a dirigirle en los asuntos pequeños primero, a decirle lo que usted necesita hacer en esta situación o en aquella. Él le mostrará lo que necesita cambiar, y cuando se lo muestre, cambie una cosa a la vez.
La verdad es que, probablemente ya sabe algo que Dios quiere que usted haga. Puede ser que no sepa el porqué Él quiere que usted lo haga. Puede ser que no sepa dónde lo lleva, pero usted ha oído su voz en su corazón. Si quiere seguir escuchándolo, tendrá que abandonar sus ambiciones y deseos. Pase tiempo en oración y en la Palabra. Sintonice el oído a la voz del Espíritu de Dios.
Aprenda a confiar en Dios. Recuerde que Él es más sabio de lo que usted es, y esté dispuesto a hacer lo que le diga; ya sea que usted pueda o no entenderlo. Obedezca hasta sus instrucciones más pequeñas. Si lo hace, Él transformará su vida entera, un paso a la vez.
viernes, agosto 22, 2008
Aprendamos la Paciencia, que fortalece la fe
Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna.
– Santiago 1:4
Yo hablo mucho de la fe, pero hay otra fuerza que va junto con ella que es igual de importante. Es la paciencia: la capacidad de permanecer firme en la Palabra de Dios aun cuando la victoria parece demorarse.
La paciencia no es automática. No funciona a menos que usted la ponga a trabajar. Hay tanta gente que no comprende eso. Piensan que de alguna manera la fe y la paciencia les funcionarán sin ayuda. Dejan que el diablo destruya sus vidas y luego dicen cosas tontas como: "Bueno, creo que Dios envió esa prueba para fortalecer mi fe". ¡No sea usted jamás sorprendido diciendo eso!
En primer lugar, Santiago dice: "Que nadie, al ser tentado, diga: «Es Dios quien me tienta»" (Santiago 1:13). En segundo lugar, esa prueba no va a fortalecer su fe. A decir verdad, la destruirá si usted lo permite.
Si le diera a usted un juego de pesas, ¿ese juego de pesas lo haría más fuerte? No. De hecho, si deja caer una de ellas sobre su pie, podría resultar penosamente más débil. Lo que cuenta es lo que usted hace con ellas, ¿cierto?
Bueno, lo mismo se aplica cuando usted tropieza con alguna mala situación que el diablo ha puesto en su camino. Si se acuesta y deja que le atropelle, le causará daño. Pero si usted deja que la paciencia tenga su obra perfecta, si permanece y persevera constantemente, creyendo y apoyándose confiadamente en la Palabra de Dios, usted terminará siendo perfecto y cabal, sin que le falte cosa alguna.
"Sin que os falte cosa alguna". Esas palabras deberían ser suficientes para convencerlo de que la paciencia no es un premio de consolación. Es un poder de primera clase que pondrá las promesas de Dios a su alcance. Es una fuerza que lo convertirá en vencedor.
– Santiago 1:4
Yo hablo mucho de la fe, pero hay otra fuerza que va junto con ella que es igual de importante. Es la paciencia: la capacidad de permanecer firme en la Palabra de Dios aun cuando la victoria parece demorarse.
La paciencia no es automática. No funciona a menos que usted la ponga a trabajar. Hay tanta gente que no comprende eso. Piensan que de alguna manera la fe y la paciencia les funcionarán sin ayuda. Dejan que el diablo destruya sus vidas y luego dicen cosas tontas como: "Bueno, creo que Dios envió esa prueba para fortalecer mi fe". ¡No sea usted jamás sorprendido diciendo eso!
En primer lugar, Santiago dice: "Que nadie, al ser tentado, diga: «Es Dios quien me tienta»" (Santiago 1:13). En segundo lugar, esa prueba no va a fortalecer su fe. A decir verdad, la destruirá si usted lo permite.
Si le diera a usted un juego de pesas, ¿ese juego de pesas lo haría más fuerte? No. De hecho, si deja caer una de ellas sobre su pie, podría resultar penosamente más débil. Lo que cuenta es lo que usted hace con ellas, ¿cierto?
Bueno, lo mismo se aplica cuando usted tropieza con alguna mala situación que el diablo ha puesto en su camino. Si se acuesta y deja que le atropelle, le causará daño. Pero si usted deja que la paciencia tenga su obra perfecta, si permanece y persevera constantemente, creyendo y apoyándose confiadamente en la Palabra de Dios, usted terminará siendo perfecto y cabal, sin que le falte cosa alguna.
"Sin que os falte cosa alguna". Esas palabras deberían ser suficientes para convencerlo de que la paciencia no es un premio de consolación. Es un poder de primera clase que pondrá las promesas de Dios a su alcance. Es una fuerza que lo convertirá en vencedor.
jueves, agosto 21, 2008
NADA NUEVO BAJO EL SOL
A diario los medios publicitarios anuncian nuevos descubrimientos en todos los campos del saber humano. Como que todo lo que la mente humana imagina, también realiza. ¿Por qué se dirá entonces que no hay nada nuevo bajo el sol?
El Dr. Leen Macon, en un editorial de un importante periódico de Alabama, Estados Unidos, dijo: «Vivimos en el centro de los años antiguos. Cuando bebemos agua, experimentamos algo con la naturaleza que tiene millones de años, y cuando miramos al sol en su amanecer, somos testigos de la vista más antigua del universo. No hay nada nuevo bajo el sol. El poder que se ha encontrado en el átomo no es la creación de algo nuevo —continuó el Dr. Macon—. Ese poder ha existido desde las primeras fases de la creación. El hombre solamente lo ha descubierto.»
El sabio Salomón también contempló el universo y escribió lo siguiente: «Generación va, generación viene, mas la tierra siempre es la misma. Sale el sol, se pone el sol, y afanoso vuelve a su punto de origen para de allí volver a salir. Dirigiéndose al sur, o girando hacia el norte, sin cesar va girando el viento para de nuevo volver a girar.... Lo que ya ha acontecido volverá a acontecer; lo que ya se ha hecho se volverá a hacer ¡y no hay nada nuevo bajo el sol! (Eclesiastés 1:4‑6,9).
No, no hay nada nuevo bajo el sol. Las agonías que sufrían nuestros antepasados son las mismas que sufrimos hoy. Las inquietudes e incertidumbres de nuestros progenitores son las de todo tiempo. Los padres les piden a sus hijos que busquen el buen camino. Las madres les piden a sus hijas que no sigan el rumbo equivocado. La gente sigue pecando, y el clamor de su angustia no es más que una repetición del dolor de Adán y Eva.
Lo cierto es que nada ha cambiado. Nada es nuevo. El hombre que ha alcanzado su posición gracias a sus propios esfuerzos sigue lleno de arrogancia, soberbia y altivez. Pero hay otra cosa que tampoco ha cambiado. Las mismas consecuencias que sufrieron nuestros antepasados, las mismas desventuras, las mismas derrotas y los mismos fracasos, son también los que sufrimos hoy en día. Es que la ley de la vida es tajante. La misma semilla siempre producirá la misma cosecha.
¿Podrá el hombre detener este ciclo vicioso que destruye su vida? No en sentido universal, pero sí en sentido individual. La persona que se arrepiente y vuelve a Dios experimentará el poder creador divino, y entonces habrá algo nuevo en ese ser. La Biblia lo llama una «nueva creación». El Señor quiere que cada uno de nosotros llegue a ser una nueva criatura. Volvámonos a Dios.
Por el Hermano Pablo...
El Dr. Leen Macon, en un editorial de un importante periódico de Alabama, Estados Unidos, dijo: «Vivimos en el centro de los años antiguos. Cuando bebemos agua, experimentamos algo con la naturaleza que tiene millones de años, y cuando miramos al sol en su amanecer, somos testigos de la vista más antigua del universo. No hay nada nuevo bajo el sol. El poder que se ha encontrado en el átomo no es la creación de algo nuevo —continuó el Dr. Macon—. Ese poder ha existido desde las primeras fases de la creación. El hombre solamente lo ha descubierto.»
El sabio Salomón también contempló el universo y escribió lo siguiente: «Generación va, generación viene, mas la tierra siempre es la misma. Sale el sol, se pone el sol, y afanoso vuelve a su punto de origen para de allí volver a salir. Dirigiéndose al sur, o girando hacia el norte, sin cesar va girando el viento para de nuevo volver a girar.... Lo que ya ha acontecido volverá a acontecer; lo que ya se ha hecho se volverá a hacer ¡y no hay nada nuevo bajo el sol! (Eclesiastés 1:4‑6,9).
No, no hay nada nuevo bajo el sol. Las agonías que sufrían nuestros antepasados son las mismas que sufrimos hoy. Las inquietudes e incertidumbres de nuestros progenitores son las de todo tiempo. Los padres les piden a sus hijos que busquen el buen camino. Las madres les piden a sus hijas que no sigan el rumbo equivocado. La gente sigue pecando, y el clamor de su angustia no es más que una repetición del dolor de Adán y Eva.
Lo cierto es que nada ha cambiado. Nada es nuevo. El hombre que ha alcanzado su posición gracias a sus propios esfuerzos sigue lleno de arrogancia, soberbia y altivez. Pero hay otra cosa que tampoco ha cambiado. Las mismas consecuencias que sufrieron nuestros antepasados, las mismas desventuras, las mismas derrotas y los mismos fracasos, son también los que sufrimos hoy en día. Es que la ley de la vida es tajante. La misma semilla siempre producirá la misma cosecha.
¿Podrá el hombre detener este ciclo vicioso que destruye su vida? No en sentido universal, pero sí en sentido individual. La persona que se arrepiente y vuelve a Dios experimentará el poder creador divino, y entonces habrá algo nuevo en ese ser. La Biblia lo llama una «nueva creación». El Señor quiere que cada uno de nosotros llegue a ser una nueva criatura. Volvámonos a Dios.
Por el Hermano Pablo...
miércoles, agosto 20, 2008
Si alguien le hace daño
He aquí os doy potestad de hollar serpientes y escorpiones, y sobre toda fuerza del enemigo, y nada os dañará
– Lucas 10:19-
El agravio: tarde o temprano a todos nos sucede. Nos hieren, nos engañan, nos mienten o nos maltratan. Es tan predecible como doloroso. Sin embargo, cuando sucede, la mayoría no estamos preparados. En nuestra indignación, clamamos a Dios contra la persona que nos ha hecho mal. Pedimos justicia, y hasta venganza, y terminamos haciendo que las cosas sean más difíciles para todos los involucrados, hasta para nosotros.
Si eso le ha ocurrido, es hora de que descubra cómo puede poner el poder de Dios a obrar a su favor la próxima vez que alguien le haga un mal.
Primero: identifique al enemigo. Es aquí donde la mayoría de nosotros cometemos el error más grande: identificamos a la persona que nos lastima como nuestro enemigo. No pierda su energía gritando y enfureciéndose ni tramando contra las personas que le causan daño. Ellas están bajo la influencia del diablo. Apunte su munición espiritual al blan¬co correcto. Es el diablo quien está detrás de todo. Vaya tras él.
Segundo: dispare. Una vez que haya apuntado sus armas espirituales en la dirección correcta, dispare. Golpee al diablo rápido y furiosamente con la Palabra de Dios. Use el nombre de Jesús y el poder que le ha sido dado como creyente e impídale que le cause más daño en ese aspecto. Luego proceda a la siguiente parte de esta batalla espiritual y la más importante.
Tercero: haga la oración de intercesión. En Mateo 5:44-45, Jesús nos da estas instrucciones: "Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen; para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos".
Pedir que la venganza de Dios golpee como un rayo cuando alguien nos hace mal no es actuar como nuestro Padre. Recuerde que Dios tiene gran misericordia no sólo por usted, sino por todos.
El diablo probablemente lo pensará dos veces antes de volver a molestarle. La próxima vez que alguien le haga un mal, ponga el poder de Dios a obrar a su favor. Identifique al verdadero enemigo. Golpéelo fuertemente con la autoridad que le ha sido dada como creyente. Luego haga la oración de intercesión.
– Lucas 10:19-
El agravio: tarde o temprano a todos nos sucede. Nos hieren, nos engañan, nos mienten o nos maltratan. Es tan predecible como doloroso. Sin embargo, cuando sucede, la mayoría no estamos preparados. En nuestra indignación, clamamos a Dios contra la persona que nos ha hecho mal. Pedimos justicia, y hasta venganza, y terminamos haciendo que las cosas sean más difíciles para todos los involucrados, hasta para nosotros.
Si eso le ha ocurrido, es hora de que descubra cómo puede poner el poder de Dios a obrar a su favor la próxima vez que alguien le haga un mal.
Primero: identifique al enemigo. Es aquí donde la mayoría de nosotros cometemos el error más grande: identificamos a la persona que nos lastima como nuestro enemigo. No pierda su energía gritando y enfureciéndose ni tramando contra las personas que le causan daño. Ellas están bajo la influencia del diablo. Apunte su munición espiritual al blan¬co correcto. Es el diablo quien está detrás de todo. Vaya tras él.
Segundo: dispare. Una vez que haya apuntado sus armas espirituales en la dirección correcta, dispare. Golpee al diablo rápido y furiosamente con la Palabra de Dios. Use el nombre de Jesús y el poder que le ha sido dado como creyente e impídale que le cause más daño en ese aspecto. Luego proceda a la siguiente parte de esta batalla espiritual y la más importante.
Tercero: haga la oración de intercesión. En Mateo 5:44-45, Jesús nos da estas instrucciones: "Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen; para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos".
Pedir que la venganza de Dios golpee como un rayo cuando alguien nos hace mal no es actuar como nuestro Padre. Recuerde que Dios tiene gran misericordia no sólo por usted, sino por todos.
El diablo probablemente lo pensará dos veces antes de volver a molestarle. La próxima vez que alguien le haga un mal, ponga el poder de Dios a obrar a su favor. Identifique al verdadero enemigo. Golpéelo fuertemente con la autoridad que le ha sido dada como creyente. Luego haga la oración de intercesión.
viernes, agosto 15, 2008
No temas ni desmayes.
Jesus es fiel y verdadero, no dudes de lo que èl puede hacer por ti, la palabra dice: eh aqui yo estoy con vosotros todos las dias hasta el fin del mundo.
Hoy es una nueva oportunidad para alcanzar lo que quieres, pues sus bendiciones son nuevas cada mañana. Por nada esteis afanosos sin que antes sean conocidas vuestras peticiones.
Ten presente Dios esta contigo y si el es contigo, quien en tu contra...
Hoy es una nueva oportunidad para alcanzar lo que quieres, pues sus bendiciones son nuevas cada mañana. Por nada esteis afanosos sin que antes sean conocidas vuestras peticiones.
Ten presente Dios esta contigo y si el es contigo, quien en tu contra...
jueves, agosto 14, 2008
Activa el Poder
Si perseverábamos, la respuesta siempre llegaba, tarde o temprano. Así tenía que ser, pues la Escritura dice: «No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo
lo que el hombre sembrare, eso también segará. Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra para el Espíritu, del Espíritu
segará vida eterna.
No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos»
(Gálatas 6:7, 9). Cuando usted siembra la Palabra con fe, siempre obtendrá una cosecha. Pero le confesaré algo, hubo momentos en los que Ken y yo nos cansamos de hacer bien, porque nuestro «tiempo» tardaba mucho en llegar.
Desde entonces, alabado sea Dios, hemos aprendido algunas cosas. Hemos descubierto que cuando se vive por fe, si bien hay un tiempo de esperar pacientemente para que las promesas de Dios se cumplan en su vida, es posible acelerar en gran medida su cumplimiento.
Si usted es un agricultor espiritual sabio, puede acortar el tiempo entre la siembra y la cosecha. ¿Cómo? Prepare cuidadosamente el terreno de su corazón. Cuando se piensa en esto, simplemente resulta lógico. Después de todo, ningún agricultor siembra la semilla para luego desatenderla. Aun en el mundo natural es imposible tener una cosecha sin esfuerzo. Si usted quiere una buena cosecha, tiene que abonar la tierra, regarla y mantenerla libre de maleza.
De lo que realmente hablamos aquí es de santidad. Contrario a lo que usted pudiera pensar, la santidad no es alguna clase de religiosidad santurrona. Santidad es
vivir para Dios.
A diferencia de la manera de vivir del mundo, la santidad no es fácil. Usted sencillamente no puede dejarse llevar por lo que todos los demás hacen y ser
santo. Exige esfuerzo y determinación; supone que usted se someta a Dios cuando, por naturaleza, quiere hacer otra cosa. No obstante, las recompensas son muy grandes.
La dedicación total de Jesús a complacer al Padre creó en Él una confianza total en el Padre. La dedicación total de su vida a las cosas de Dios hará lo mismo en
usted. Eso limpiará la maleza del terreno de su corazón; hará que la tierra de su vida sea rica, pura y productiva, de tal manera que cuando usted siembre para el espíritu, recogerá su cosecha mucho más rápido. Usted sembrará la Palabra de Dios en su corazón y la confesará con su boca, y en breve comenzará a ver que brotan los resultados. Jesús se hará real en su vida, y su corazón estará siempre lleno de confianza en Dios.
lo que el hombre sembrare, eso también segará. Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra para el Espíritu, del Espíritu
segará vida eterna.
No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos»
(Gálatas 6:7, 9). Cuando usted siembra la Palabra con fe, siempre obtendrá una cosecha. Pero le confesaré algo, hubo momentos en los que Ken y yo nos cansamos de hacer bien, porque nuestro «tiempo» tardaba mucho en llegar.
Desde entonces, alabado sea Dios, hemos aprendido algunas cosas. Hemos descubierto que cuando se vive por fe, si bien hay un tiempo de esperar pacientemente para que las promesas de Dios se cumplan en su vida, es posible acelerar en gran medida su cumplimiento.
Si usted es un agricultor espiritual sabio, puede acortar el tiempo entre la siembra y la cosecha. ¿Cómo? Prepare cuidadosamente el terreno de su corazón. Cuando se piensa en esto, simplemente resulta lógico. Después de todo, ningún agricultor siembra la semilla para luego desatenderla. Aun en el mundo natural es imposible tener una cosecha sin esfuerzo. Si usted quiere una buena cosecha, tiene que abonar la tierra, regarla y mantenerla libre de maleza.
De lo que realmente hablamos aquí es de santidad. Contrario a lo que usted pudiera pensar, la santidad no es alguna clase de religiosidad santurrona. Santidad es
vivir para Dios.
A diferencia de la manera de vivir del mundo, la santidad no es fácil. Usted sencillamente no puede dejarse llevar por lo que todos los demás hacen y ser
santo. Exige esfuerzo y determinación; supone que usted se someta a Dios cuando, por naturaleza, quiere hacer otra cosa. No obstante, las recompensas son muy grandes.
La dedicación total de Jesús a complacer al Padre creó en Él una confianza total en el Padre. La dedicación total de su vida a las cosas de Dios hará lo mismo en
usted. Eso limpiará la maleza del terreno de su corazón; hará que la tierra de su vida sea rica, pura y productiva, de tal manera que cuando usted siembre para el espíritu, recogerá su cosecha mucho más rápido. Usted sembrará la Palabra de Dios en su corazón y la confesará con su boca, y en breve comenzará a ver que brotan los resultados. Jesús se hará real en su vida, y su corazón estará siempre lleno de confianza en Dios.
lunes, agosto 11, 2008
Napoleón y El Soldado
Se dice que en cierta ocasión el Emperador Napoleón I se encontraba delante de un grupo de soldados, cuando de repente su caballo se desbocó; entonces un soldado raso se lanzó hacia el caballo, y, cogiendo el freno del caballo, pudo pronto detenerlo.
Se dice que Napoleón saludó al soldado raso y le dijo: "Gracias, mi capitán". El soldado se sorprendió al oir a Napoleón decirle "capitán", pues él era un simple soldado raso, pero inmediatamente pensó que se encontraba delante de Napoleón, y que si él quería, podía hacerlo capitán.
Así que, saludó a su Emperador y le preguntó: "¿De qué regimiento, mi Emperador?" El emperador le contestó: "De mi guardia personal."
Aquel soldado raso se presentó como capitán ante el jefe de la guardia personal de Napoleón; el oficial, viéndolo con uniforme de soldado raso, le preguntó: "¿Capitán, por órdenes de quién" - "Por órdenes de mi Emperador, Napoleón I."
En ese momento dejó de ser soldado raso y llegó a ser capitán. Si este soldado raso no hubiese tenido fe, hubiera dicho: "Mi Emperador me dice capitán, pero yo no soy más que un soldado raso. Por el susto que le dio el caballo, se equivocó y me dijo capitán", y se hubiera ido a tomar su lugar y habría permanecido soldado raso toda su vida.
Todos nosotros por naturaleza somos "hijos de ira", hijos de desobediencia; pero Dios en su infinito amor e infinita misericordia quiere hacernos sus hijos. En el evangelio de nuestro Señor Jesucristo según Juan 1:12, encontramos estas preciosas palabras: "Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios."
Además de ser hijos de Dios hay momentos en la vida en que necesitamos mirar más allá de la condición en que estamos y estar listo a ocupar la posición que Dios quiere que tengamos. Son muchos los que se conforman con ser simplemente soldados rasos, cuando Dios incluso les está abriendo puertas para ser capitanes.
Si creemos... al que cree todo le es posible. Dios jamás le abre puertas a nadie sin antes prepararlo para que entre por ellas.
Con quienes lo honran, Dios es tan tierno como un padre con sus hijos. Salmo 103:13
Si ellos cumplen con mi pacto y con mis leyes también serán reyes sus hijos y reinarán en tu lugar para siempre". Salmo 132:12 Dios bendice a los que trabajan para que haya paz en el mundo, pues ellos serán llamados hijos de Dios. Mateo 5:9
Se dice que Napoleón saludó al soldado raso y le dijo: "Gracias, mi capitán". El soldado se sorprendió al oir a Napoleón decirle "capitán", pues él era un simple soldado raso, pero inmediatamente pensó que se encontraba delante de Napoleón, y que si él quería, podía hacerlo capitán.
Así que, saludó a su Emperador y le preguntó: "¿De qué regimiento, mi Emperador?" El emperador le contestó: "De mi guardia personal."
Aquel soldado raso se presentó como capitán ante el jefe de la guardia personal de Napoleón; el oficial, viéndolo con uniforme de soldado raso, le preguntó: "¿Capitán, por órdenes de quién" - "Por órdenes de mi Emperador, Napoleón I."
En ese momento dejó de ser soldado raso y llegó a ser capitán. Si este soldado raso no hubiese tenido fe, hubiera dicho: "Mi Emperador me dice capitán, pero yo no soy más que un soldado raso. Por el susto que le dio el caballo, se equivocó y me dijo capitán", y se hubiera ido a tomar su lugar y habría permanecido soldado raso toda su vida.
Todos nosotros por naturaleza somos "hijos de ira", hijos de desobediencia; pero Dios en su infinito amor e infinita misericordia quiere hacernos sus hijos. En el evangelio de nuestro Señor Jesucristo según Juan 1:12, encontramos estas preciosas palabras: "Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios."
Además de ser hijos de Dios hay momentos en la vida en que necesitamos mirar más allá de la condición en que estamos y estar listo a ocupar la posición que Dios quiere que tengamos. Son muchos los que se conforman con ser simplemente soldados rasos, cuando Dios incluso les está abriendo puertas para ser capitanes.
Si creemos... al que cree todo le es posible. Dios jamás le abre puertas a nadie sin antes prepararlo para que entre por ellas.
Con quienes lo honran, Dios es tan tierno como un padre con sus hijos. Salmo 103:13
Si ellos cumplen con mi pacto y con mis leyes también serán reyes sus hijos y reinarán en tu lugar para siempre". Salmo 132:12 Dios bendice a los que trabajan para que haya paz en el mundo, pues ellos serán llamados hijos de Dios. Mateo 5:9
jueves, agosto 07, 2008
Aunque no lo creamos, Él esta vivo.
Jesús vive. Piénselo: ¡Él vive! Puesto que Él vive, todos los que le reciben son vivificados con el mismo poder glorioso que lo resucitó a Él a la inmortalidad. Porque Él vive, los hombres pueden dejar de buscar respuestas en tumbas vacías, en religiones muertas y en dioses sin poder. Pueden preguntarse lo mismo que aquellas mujeres frente a la tumba vacía, la mañana de la resurrección, y oír la misma respuesta gloriosa que ellas oyeron: «¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive?
No está aquí, sino que ha resucitado» (Lucas 24:5-6).
Su Palabra está viva. La manifestación de su vida por medio de su Cuerpo hoy en el mundo aumenta cada vez más en majestad y poder, más allá de lo que la mayoría de los hombres jamás se haya imaginado. Es evidente que la resurrección de Jesucristo abarcó mucho más que la mera restauración de su cuerpo humano o natural; es decir, de su ser carnal; e incluye mucho más que el hecho de que vivirá para siempre.
Esto se ve claramente en las primeras palabras de la Primera Epístola del Apóstol Juan:
Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado, y palparon nuestras manos tocante al Verbo de vida (porque la vida fue manifestada, y la hemos visto, y testificamos, y os anunciamos la vida eterna, la cual estaba con el Padre, y se nos manifestó); lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros; y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo (1 Juan 1:1-3).
Preste atención a las palabras «Verbo de vida» y «la vida eterna». No podemos soslayar la relación entre la Palabra y la resurrección de Jesús. Jesús vive. Su Palabra es la Palabra de vida.
En una ocasión Lutero fatigado por las constantes en su contra, cansado de luchar y no ver ningún cambio aparente, se encerró en su Habitación por varios días. Un día la esposa le toco la puerta, para entregarle la comida, ella estaba vestida de luto, cuando Lutero abrió, se asombro al verla vestida de esa manera le pregunto –amor quien murió- ella le respondió – es que no lo sabes Dios esta muerto- respondió airado –mujer cuidado don tus palabras, estas blasfemando ¿Porque dices eso?- ella de dijo – te vi encerrado, amargado, sin comer y pensé que Dios había muerto- él levantó sus manos al cielo, cayendo de rodillas y dijo –perdón Señor por actuar así-.
Todos tenemos momentos de duda, pero Jesús murió y resucito, hoy gobierna con poder, el esta vivo, y esta obrando en ti, aunque creas no verlo obrar.
No está aquí, sino que ha resucitado» (Lucas 24:5-6).
Su Palabra está viva. La manifestación de su vida por medio de su Cuerpo hoy en el mundo aumenta cada vez más en majestad y poder, más allá de lo que la mayoría de los hombres jamás se haya imaginado. Es evidente que la resurrección de Jesucristo abarcó mucho más que la mera restauración de su cuerpo humano o natural; es decir, de su ser carnal; e incluye mucho más que el hecho de que vivirá para siempre.
Esto se ve claramente en las primeras palabras de la Primera Epístola del Apóstol Juan:
Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado, y palparon nuestras manos tocante al Verbo de vida (porque la vida fue manifestada, y la hemos visto, y testificamos, y os anunciamos la vida eterna, la cual estaba con el Padre, y se nos manifestó); lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros; y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo (1 Juan 1:1-3).
Preste atención a las palabras «Verbo de vida» y «la vida eterna». No podemos soslayar la relación entre la Palabra y la resurrección de Jesús. Jesús vive. Su Palabra es la Palabra de vida.
En una ocasión Lutero fatigado por las constantes en su contra, cansado de luchar y no ver ningún cambio aparente, se encerró en su Habitación por varios días. Un día la esposa le toco la puerta, para entregarle la comida, ella estaba vestida de luto, cuando Lutero abrió, se asombro al verla vestida de esa manera le pregunto –amor quien murió- ella le respondió – es que no lo sabes Dios esta muerto- respondió airado –mujer cuidado don tus palabras, estas blasfemando ¿Porque dices eso?- ella de dijo – te vi encerrado, amargado, sin comer y pensé que Dios había muerto- él levantó sus manos al cielo, cayendo de rodillas y dijo –perdón Señor por actuar así-.
Todos tenemos momentos de duda, pero Jesús murió y resucito, hoy gobierna con poder, el esta vivo, y esta obrando en ti, aunque creas no verlo obrar.
viernes, agosto 01, 2008
Alcance su sueño
Leer y meditar en las promesas de Dios. Edifica su fe sobre la bondad divina y la integridad del Libro del pacto de Dios, hasta que comience a ver un cuadro de su vida que armonice con ese Libro. Si la enfermedad lo ha atormentado, construya un sueño de salud, fortaleza y larga vida. Si la falta de recursos económicos ha sido su compañera constante, construya un
sueño de abundancia.
Permanezca en la Palabra hasta que se vea «teniendo siempre en todas las cosas todo lo suficiente», de manera que pueda abundar «para toda buena obra» (2 Corintios 9:8). La esperanza verdadera basada en la Biblia es un sueño que Dios nos regala. Así que edifique su sueño sobre las Escrituras
y empiece a regocijarse de tenerlo.
Al principio, será un sueño superficial; pero si usted persiste en alimentarlo y en nutrirlo con la Palabra, su fe en ese sueño empezará a crecer. Después esa fe empezará extraer de su espíritu la realidad de ese sueño, y este comenzará a manifestarse en su vida; brotará de su interior y procederá a sanar su cuerpo, a traerle más dinero y a hacer realidad sus sueños.
Si usted pone la Palabra de Dios en su corazón y en su boca, su Sumo Sacerdote hará lo mismo por usted. Él hará que la Palabra de Dios se cumpla para usted. Así que, deshágase de esas oraciones añejas y esas confesiones llenas de incredulidad. Utilice más bien palabras con las
que Jesús pueda trabajar. Métase en la Biblia y cultive los sueños
que Dios le dé.
No deje de meditar en la Palabra y de llenar su corazón de ella hasta que esos sueños se hagan realidad, y usted tenga tanta confianza en ellos que pueda gloriarse en la esperanza.
Si se atreve a hacerlo, le puedo asegurar con la autoridad que me da la Palabra de Dios que nunca se decepcionará. Porque usted tiene un Sumo Sacerdote que fue ungido para hacer que los sueños que Dios le ha dado se hagan realidad.
sueño de abundancia.
Permanezca en la Palabra hasta que se vea «teniendo siempre en todas las cosas todo lo suficiente», de manera que pueda abundar «para toda buena obra» (2 Corintios 9:8). La esperanza verdadera basada en la Biblia es un sueño que Dios nos regala. Así que edifique su sueño sobre las Escrituras
y empiece a regocijarse de tenerlo.
Al principio, será un sueño superficial; pero si usted persiste en alimentarlo y en nutrirlo con la Palabra, su fe en ese sueño empezará a crecer. Después esa fe empezará extraer de su espíritu la realidad de ese sueño, y este comenzará a manifestarse en su vida; brotará de su interior y procederá a sanar su cuerpo, a traerle más dinero y a hacer realidad sus sueños.
Si usted pone la Palabra de Dios en su corazón y en su boca, su Sumo Sacerdote hará lo mismo por usted. Él hará que la Palabra de Dios se cumpla para usted. Así que, deshágase de esas oraciones añejas y esas confesiones llenas de incredulidad. Utilice más bien palabras con las
que Jesús pueda trabajar. Métase en la Biblia y cultive los sueños
que Dios le dé.
No deje de meditar en la Palabra y de llenar su corazón de ella hasta que esos sueños se hagan realidad, y usted tenga tanta confianza en ellos que pueda gloriarse en la esperanza.
Si se atreve a hacerlo, le puedo asegurar con la autoridad que me da la Palabra de Dios que nunca se decepcionará. Porque usted tiene un Sumo Sacerdote que fue ungido para hacer que los sueños que Dios le ha dado se hagan realidad.
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