Por
tanto, puesto que L~nemos
en derredor nuestro
tan gran nube de
testigos, despojémonos
también de
todo
peso y del pecado que tan fácilmente nos envuelve,
y
corramos
con
paciencia
la carrera que
tenemos por delante.
Hebreos
12.1 (LBLA)
La analogía que
está usando e! autor de Hebreos, para ayudarnos a entender las
dinámicas de la vida cristiana, es la de una maratón, una carrera de 42 interminables
km. Entre otras cosas, nos exhorta a correr «con paciencia» la
carrera
que tenemos por delante.
Es
el apóstol Santiago
e! que nos anima a tener gozo en medio de las dificultades,
sabiendo que uno de los resultados más importantes de este trato especial
de Dios es que lleguemos a tener paciencia. ¡y qué cualidad tan importante
es esta virtud! Por falta de paciencia Abraham engendró un hijo con Hagar.
Por falta de paciencia José intentó salir de la cárcel, apelando a la ayuda de! copero.
Por falta de paciencia, Moisés mató al egipcio y debió huir al desierto. Por
falta
de paciencia, Pablo descartó al joven Marcos.
La
maratón es una de las pocas disciplinas donde no ser joven es una definitiva
ventaja. Los grandes corredores a nivel mundial, no son los atletas de 18 o
20 años, como lo pueden ser en otros deportes. La edad promedio de los
campeones
está más cerca de los V5
años.
¿Por qué? Porque e! joven carece de ese elemento
que es indispensable para correr una carrera de larga distancia: el saber medirse
y llevar el ritmo necesario para llegar a la meta. He participado de varias maratones
donde jóvenes entusiastas largan la carrera como si fueran hasta la esquina
para Comprar pan. La carrera, sin embargo, dura varias horas, y nadie podrá
completarla si no lleva el
ritmo
adecuado.
Encontramos
una lección importante en este aspecto de la analogía. En la vida
hay muchas personas que comienzan su experiencia espiritual con gran fuego y
pasión. En poco tiempo se elevan a alturas poco frecuentes en otros de más
experiencia.
Deslumbran con lo atrevido de su recorrido. Pocos, sin embargo, pueden
mantener este ritmo por largo tiempo. La mayoría, cae de la misma manera
llue subieron: estrepitosamente.
E
líder maduro sabe que la carrera es larga. No se siente intimidado por otros
que en poco tiempo parecen avanzar mucho más en la vida cristiana. El premio
no es para los que salen con grandes despliegues de energía, sino para aquellos
que, con un ritmo pausado pero constante, llegan a cruzar la meta final. Impóngale
a su vida ministerial un ritmo seguro, cuidando sus recursos, porque
en el momento de mayor
cansancio va a necesitar de las reservas que no gastó
callando se sentía con toda la
energía
y la pasión de los que recién inician la carrera.
Este es el secreto de los grandes corredores.
Cuando el cuerpo les dice que pueden
ir más rápido, lo frenan. Saben que más adelante lo que ahorraron en esfuerzo será crucial para terminar la prueba.
Tomado del Libro ¨Alza tus Ojos¨