Cuando nos cansamos, debemos renovar nuestras fuerzas en la presencia de Dios e interceder unos por otros.
Cuando nos cansamos, debemos renovar nuestras fuerzas en la presencia de Dios e interceder unos por otros, así podremos alcanzar el éxito.
Terminar lo que iniciamos
El cansancio puede ser emocional, físico o mental. El cansancio es enemigo del éxito, así que debemos renovar nuestras fuerzas para poder terminar lo que empezamos. Una carrera no es nada si no hay corredores. Pero en ocasiones, no queremos seguir, pues hemos tenido decepciones, tropiezos y nos cansamos. A menudo, empieza con un cansancio emocional o mental y se convierte en un cansancio físico.
Todos nos cansamos. Sólo el que no corre, no se cansa. Es importante que terminemos lo que empezamos, pues el que no termina no tiene premio; no existe un premio de consolación. No importa cuánto nos cansemos en la vida, si nos agotamos al máximo, pero no terminamos, no obtenemos el premio. ¡Debemos terminar para ganar!
Si a un deportista se le acaba el aire y para de repente, se acalambra. Parar no funciona para el cansancio físico, y tampoco para el emocional y mental. No podemos poner pausa a nuestra vida. No paremos, si no que busquemos el segundo aire. Esto no soluciona el problema, pero podremos continuar hasta finalizar.
La Palabra de Dios nos inspira a un segundo nivel para terminar. En ocasiones, nos cansamos de hacer el bien, y bajamos el paso, pero recordemos que los esfuerzos extraordinarios nos llevan a premios extraordinarios. Necesitamos un antídoto para ese cansancio, y es seguir adelante. Algunos optan por cambiar de carrera, pero esa no es la solución, pues no terminan ni una ni la otra, y no obtienen ningún premio, sino solamente una gran frustración y cansancio.
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