11:15 El que tiene oídos para oír, oiga.
11:16 Mas ¿a qué compararé esta generación? Es semejante a los muchachos que se sientan en las plazas, y dan voces a sus compañeros, (Personas ociosas que solo saben desperdiciar el tiempo comentando cosas ajenas)
11:17 diciendo: Os tocamos flauta, y no bailasteis; os endechamos, y no lamentasteis.
11:18 Porque vino Juan, que ni comía ni bebía, y dicen: Demonio tiene.
11:19 Vino el Hijo del Hombre, que come y bebe, y dicen: He aquí un hombre comilón, y bebedor de vino, amigo de publicanos y de pecadores. Pero la sabiduría es justificada por sus hijos. (Solo sirven para criticar, critican al que lo hacen las cosas bien y critican el que según ellos lo hace mal en su propia opicion)
11:20 Entonces comenzó a reconvenir a las ciudades en las cuales había hecho muchos de sus milagros, porque no se habían arrepentido, diciendo:
11:21 Ay de ti, Corazín! Ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que han sido hechos en vosotras, tiempo ha que se hubieran arrepentido en cilicio y en ceniza. (Refiriéndose a personas que conocen a Dios, supuesta mente hacen cosas para el, pero cojeando de alguna pata, hablan del cojo)
11:22 Por tanto os digo que en el día del juicio, será más tolerable el castigo para Tiro y para Sidón, que para vosotras.
11:23 Y tú, Capernaum, que eres levantada hasta el cielo, hasta el Hades serás abatida; porque si en Sodoma se hubieran hecho los milagros que han sido hechos en ti, habría permanecido hasta el día de hoy. (Refiriéndose a personas que han entregado su vida a Jesús, pero……..)
11:24 Por tanto os digo que en el día del juicio, será más tolerable el castigo para la tierra de Sodoma, que para ti.
11:25 En aquel tiempo, respondiendo Jesús, dijo: Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y de los entendidos, y las revelaste a los niños.
Hay algún niño entre nosotros, El que tiene oídos para oír, oiga.
MATEO 28;19-20: "Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; 28:20 enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén."
viernes, abril 30, 2010
lunes, abril 19, 2010
No al cansancio, sigue adelante
Cuando nos cansamos, debemos renovar nuestras fuerzas en la presencia de Dios e interceder unos por otros.
Cuando nos cansamos, debemos renovar nuestras fuerzas en la presencia de Dios e interceder unos por otros, así podremos alcanzar el éxito.
Terminar lo que iniciamos
El cansancio puede ser emocional, físico o mental. El cansancio es enemigo del éxito, así que debemos renovar nuestras fuerzas para poder terminar lo que empezamos. Una carrera no es nada si no hay corredores. Pero en ocasiones, no queremos seguir, pues hemos tenido decepciones, tropiezos y nos cansamos. A menudo, empieza con un cansancio emocional o mental y se convierte en un cansancio físico.
Todos nos cansamos. Sólo el que no corre, no se cansa. Es importante que terminemos lo que empezamos, pues el que no termina no tiene premio; no existe un premio de consolación. No importa cuánto nos cansemos en la vida, si nos agotamos al máximo, pero no terminamos, no obtenemos el premio. ¡Debemos terminar para ganar!
Si a un deportista se le acaba el aire y para de repente, se acalambra. Parar no funciona para el cansancio físico, y tampoco para el emocional y mental. No podemos poner pausa a nuestra vida. No paremos, si no que busquemos el segundo aire. Esto no soluciona el problema, pero podremos continuar hasta finalizar.
La Palabra de Dios nos inspira a un segundo nivel para terminar. En ocasiones, nos cansamos de hacer el bien, y bajamos el paso, pero recordemos que los esfuerzos extraordinarios nos llevan a premios extraordinarios. Necesitamos un antídoto para ese cansancio, y es seguir adelante. Algunos optan por cambiar de carrera, pero esa no es la solución, pues no terminan ni una ni la otra, y no obtienen ningún premio, sino solamente una gran frustración y cansancio.
Cuando nos cansamos, debemos renovar nuestras fuerzas en la presencia de Dios e interceder unos por otros, así podremos alcanzar el éxito.
Terminar lo que iniciamos
El cansancio puede ser emocional, físico o mental. El cansancio es enemigo del éxito, así que debemos renovar nuestras fuerzas para poder terminar lo que empezamos. Una carrera no es nada si no hay corredores. Pero en ocasiones, no queremos seguir, pues hemos tenido decepciones, tropiezos y nos cansamos. A menudo, empieza con un cansancio emocional o mental y se convierte en un cansancio físico.
Todos nos cansamos. Sólo el que no corre, no se cansa. Es importante que terminemos lo que empezamos, pues el que no termina no tiene premio; no existe un premio de consolación. No importa cuánto nos cansemos en la vida, si nos agotamos al máximo, pero no terminamos, no obtenemos el premio. ¡Debemos terminar para ganar!
Si a un deportista se le acaba el aire y para de repente, se acalambra. Parar no funciona para el cansancio físico, y tampoco para el emocional y mental. No podemos poner pausa a nuestra vida. No paremos, si no que busquemos el segundo aire. Esto no soluciona el problema, pero podremos continuar hasta finalizar.
La Palabra de Dios nos inspira a un segundo nivel para terminar. En ocasiones, nos cansamos de hacer el bien, y bajamos el paso, pero recordemos que los esfuerzos extraordinarios nos llevan a premios extraordinarios. Necesitamos un antídoto para ese cansancio, y es seguir adelante. Algunos optan por cambiar de carrera, pero esa no es la solución, pues no terminan ni una ni la otra, y no obtienen ningún premio, sino solamente una gran frustración y cansancio.
sábado, abril 17, 2010
Ministra tù Vida
Sal 42:1 Como el ciervo anhela las corrientes de agua, así suspira por ti, oh Dios, el alma mía.
Sal 42:2 Mi alma tiene sed de Dios, del Dios viviente; ¿cuándo vendré y me presentaré delante de Dios?
Sal 42:3 Mis lágrimas han sido mi alimento de día y de noche, mientras me dicen todo el día: ¿Dónde está tu Dios?
Sal 42:4 Me acuerdo de estas cosas y derramo mi alma dentro de mí; de cómo iba yo con la multitud y la guiaba hasta la casa de Dios, con voz de alegría y de acción de gracias, con la muchedumbre en fiesta.
Sal 42:5 ¿Por qué te abates, alma mía, y por qué te turbas dentro de mí? Espera en Dios, pues he de alabarle otra vez por la salvación de su presencia.
Sal 42:6 Dios mío, mi alma está en mí deprimida; por eso me acuerdo de ti desde la tierra del Jordán, y desde las cumbres del Hermón, desde el monte Mizar.
Sal 42:7 Un abismo llama a otro abismo a la voz de tus cascadas; todas tus ondas y tus olas han pasado sobre mí.
Sal 42:8 De día mandará el SEÑOR su misericordia, y de noche su cántico estará conmigo; elevaré una oración al Dios de mi vida.
Sal 42:9 A Dios, mi roca, diré: ¿Por qué me has olvidado? ¿Por qué ando sombrío por la opresión del enemigo?
Sal 42:10 Como quien quebranta mis huesos, mis adversarios me afrentan, mientras me dicen todo el día: ¿Dónde está tu Dios?
Sal 42:11 ¿Por qué te abates, alma mía, y por qué te turbas dentro de mí? Espera en Dios, pues he de alabarle otra vez. ¡El es la salvación de mi ser, y mi Dios!
Sal 42:2 Mi alma tiene sed de Dios, del Dios viviente; ¿cuándo vendré y me presentaré delante de Dios?
Sal 42:3 Mis lágrimas han sido mi alimento de día y de noche, mientras me dicen todo el día: ¿Dónde está tu Dios?
Sal 42:4 Me acuerdo de estas cosas y derramo mi alma dentro de mí; de cómo iba yo con la multitud y la guiaba hasta la casa de Dios, con voz de alegría y de acción de gracias, con la muchedumbre en fiesta.
Sal 42:5 ¿Por qué te abates, alma mía, y por qué te turbas dentro de mí? Espera en Dios, pues he de alabarle otra vez por la salvación de su presencia.
Sal 42:6 Dios mío, mi alma está en mí deprimida; por eso me acuerdo de ti desde la tierra del Jordán, y desde las cumbres del Hermón, desde el monte Mizar.
Sal 42:7 Un abismo llama a otro abismo a la voz de tus cascadas; todas tus ondas y tus olas han pasado sobre mí.
Sal 42:8 De día mandará el SEÑOR su misericordia, y de noche su cántico estará conmigo; elevaré una oración al Dios de mi vida.
Sal 42:9 A Dios, mi roca, diré: ¿Por qué me has olvidado? ¿Por qué ando sombrío por la opresión del enemigo?
Sal 42:10 Como quien quebranta mis huesos, mis adversarios me afrentan, mientras me dicen todo el día: ¿Dónde está tu Dios?
Sal 42:11 ¿Por qué te abates, alma mía, y por qué te turbas dentro de mí? Espera en Dios, pues he de alabarle otra vez. ¡El es la salvación de mi ser, y mi Dios!
miércoles, abril 07, 2010
Hermosa Promesa
Isaías 59:21 anuncia: este será mi pacto con ellos, dijo Jehová: El Espíritu mío que está sobre ti, y mis palabras que puse en tu boca, no faltarán de tu boca, ni de la boca de tus hijos, ni de la boca de los hijos de tus hijos, dijo Jehová, desde ahora y para siempre.
Esta es una de las promesas más bellas para la familia. Aunque todavía no estés casado, la Palabra asegura que El Espíritu del Señor estará con tus hijos y con tus nietos. Dios ve más allá de tu presente y bendice tu futuro porque ve a tu descendencia llena del Espíritu Santo y junto al Él.
Salmo 128:1-6 asegura: Bienaventurado todo aquel que teme a Jehová, Que anda en sus caminos. Cuando comieres el trabajo de tus manos, Bienaventurado serás, y te irá bien. Tu mujer será como vid que lleva fruto a los lados de tu casa; Tus hijos como plantas de olivo alrededor de tu mesa. He aquí que así será bendecido el hombre Que teme a Jehová. Bendígate Jehová desde Sion, Y veas el bien de Jerusalén todos los días de tu vida, Y veas a los hijos de tus hijos. Paz sea sobre Israel.
La vida junto al Señor te garantiza felicidad. Tu mujer será bálsamo y te dejará como ebrio de alegría. Tus hijos serán como el fruto del olivo, es decir, serán ungidos y llenos del Espíritu Santo. Se sentarán a la mesa y te acompañarán. Verás las promesas cumplidas en ellos y serán una familia unida y entregada al Señor. No importa cuál sea la circunstancia de tu hogar, Dios no se ha olvidado de ti ni de ellos y anhela bendecirlos. Él será padre para quien no lo tiene y esposo para la mujer que se sienta abandonada.
Los tiempos difíciles siempre sobran pero Él dice que bendecirá a tu familia y tu casa florecerá. El Espíritu Santo es tu consolador y te acompañará siempre. Olvida la amargura de ese divorcio y de la pelea que tuviste con tus hermanos o padres. No guardes rencor en tu corazón porque la honra debe empezar en ti y ser ejemplo para todos. Deja de llorar por el ser querido que murió y recuerda que está mucho mejor junto al Señor que cambiará tu luto en gozo, la tristeza en alegría y la ceniza en gloria. Él quiere darte consuelo.
Los problemas en tu matrimonio se resolverán si permites que Dios te aconseje. Es el momento de cambiar tu corazón y limar las asperezas. El marido debe ser cariñoso y tolerante, la esposa debe sujetarse y atender con amor. Los hijos deben respetar y amar a sus padres. Agradezcan al Señor por su familia y luchen por ser felices juntos. Dios traerá la reconciliación para los hogares que se abandonen en Sus manos. No importa lo que suceda. Si eres víctima de mal trato, imita a Jesús y ora por ellos, bendícelos y da lo mejor de ti para ver cumplida la Escritura.
Solamente las familias unidad serán gratificadas. Acércate a tu gente y bendícela diciéndole todo lo bueno que hay en cada uno. Profetiza bien para tus hijos, dile a tu cónyuge cuánto le amas porque está a tu lado a pesar de todo. Da gracias por la ternura que has recibido y llena tus manos de caricias para aquellos con quienes compartes la vida. Recuera que tu boca tiene poder y debes utilizarla para decir palabras de bien, salud y bendición. Toma tiempo para estar con tu familia y bendecirla con tu mente, tu corazón y tu voz. Dios desea hacerte el bien junto a los tuyos. Abraza tu familia y ámala para que la promesa del Señor se haga realidad y sea bendecida por generaciones.
Esta es una de las promesas más bellas para la familia. Aunque todavía no estés casado, la Palabra asegura que El Espíritu del Señor estará con tus hijos y con tus nietos. Dios ve más allá de tu presente y bendice tu futuro porque ve a tu descendencia llena del Espíritu Santo y junto al Él.
Salmo 128:1-6 asegura: Bienaventurado todo aquel que teme a Jehová, Que anda en sus caminos. Cuando comieres el trabajo de tus manos, Bienaventurado serás, y te irá bien. Tu mujer será como vid que lleva fruto a los lados de tu casa; Tus hijos como plantas de olivo alrededor de tu mesa. He aquí que así será bendecido el hombre Que teme a Jehová. Bendígate Jehová desde Sion, Y veas el bien de Jerusalén todos los días de tu vida, Y veas a los hijos de tus hijos. Paz sea sobre Israel.
La vida junto al Señor te garantiza felicidad. Tu mujer será bálsamo y te dejará como ebrio de alegría. Tus hijos serán como el fruto del olivo, es decir, serán ungidos y llenos del Espíritu Santo. Se sentarán a la mesa y te acompañarán. Verás las promesas cumplidas en ellos y serán una familia unida y entregada al Señor. No importa cuál sea la circunstancia de tu hogar, Dios no se ha olvidado de ti ni de ellos y anhela bendecirlos. Él será padre para quien no lo tiene y esposo para la mujer que se sienta abandonada.
Los tiempos difíciles siempre sobran pero Él dice que bendecirá a tu familia y tu casa florecerá. El Espíritu Santo es tu consolador y te acompañará siempre. Olvida la amargura de ese divorcio y de la pelea que tuviste con tus hermanos o padres. No guardes rencor en tu corazón porque la honra debe empezar en ti y ser ejemplo para todos. Deja de llorar por el ser querido que murió y recuerda que está mucho mejor junto al Señor que cambiará tu luto en gozo, la tristeza en alegría y la ceniza en gloria. Él quiere darte consuelo.
Los problemas en tu matrimonio se resolverán si permites que Dios te aconseje. Es el momento de cambiar tu corazón y limar las asperezas. El marido debe ser cariñoso y tolerante, la esposa debe sujetarse y atender con amor. Los hijos deben respetar y amar a sus padres. Agradezcan al Señor por su familia y luchen por ser felices juntos. Dios traerá la reconciliación para los hogares que se abandonen en Sus manos. No importa lo que suceda. Si eres víctima de mal trato, imita a Jesús y ora por ellos, bendícelos y da lo mejor de ti para ver cumplida la Escritura.
Solamente las familias unidad serán gratificadas. Acércate a tu gente y bendícela diciéndole todo lo bueno que hay en cada uno. Profetiza bien para tus hijos, dile a tu cónyuge cuánto le amas porque está a tu lado a pesar de todo. Da gracias por la ternura que has recibido y llena tus manos de caricias para aquellos con quienes compartes la vida. Recuera que tu boca tiene poder y debes utilizarla para decir palabras de bien, salud y bendición. Toma tiempo para estar con tu familia y bendecirla con tu mente, tu corazón y tu voz. Dios desea hacerte el bien junto a los tuyos. Abraza tu familia y ámala para que la promesa del Señor se haga realidad y sea bendecida por generaciones.
lunes, abril 05, 2010
Nos necesitamos los unos a los otros
para que todos sean uno; como tú, Padre, en mí y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste.
– Juan 17:21
Es hora de que comencemos a vivir en la unidad por la cual oró Jesús en Juan 17:21. Es hora de que nos apoyemos tanto en los buenos como en los malos tiempos. Es hora de que nos demos cuenta de que nos necesitamos los unos a los otros. Es indispensable. Yo necesito tanto su fe como usted la mía. Juntos podemos enfrentar cualquier cosa y tener la victoria en Jesús.
Permítame explicarle. En Juan 3:34, Dios dice que a Jesús se le dio el Espíritu Santo sin medida. Él era más poderoso que todos los demonios del infierno y todos los espíritus malvados de todas las clases, incluso que el mismo Satanás. Jesús pudo haber derrotado todo el poder de Satanás combinado.
Ahora considere esto. Nosotros somos el cuerpo de Cristo. A cada uno se le ha dado la medida de fe, según Romanos 12:1-3. Esa medida es suficiente para todas nuestras necesidades personales. Sin embargo, esto implica algo más que simplemente nuestras vidas personales. Tenemos un mundo que ganar. Somos la generación de los últimos tiempos. Necesitamos toda la ayuda que podamos conseguir. Pero, gracias a Dios, podemos conseguir toda la ayuda que necesitemos. ¿Cómo? Solo si nos unimos.
Efesios 4:13 dice que cuando nos unimos en la unidad de la fe, tendremos "la plena estatura de Cristo". En otras palabras, cuando el cuerpo de Cristo se una y comience a funcionar como uno, tendremos al Espíritu Santo sin medida, ¡así como Jesús lo tuvo!
Serán entonces cuando los ministerios empezarán a funcionar en la plenitud de sus llamados. Comenzaremos a ver manifestaciones del Espíritu Santo en la medida completa. Veremos a Jesús en plenitud como nunca lo hemos visto antes. Entonces el mundo sabrá que el Padre lo envió.
Entre en esa unidad hoy. Póngase cada día a la disposición de Dios para orar por otros. Comience su día diciendo: "Espíritu Santo, úsame para orar por alguien hoy. Te ofrezco mi medida de fe".
Una vez que verdaderamente nos unamos, los demonios del infierno no podrán vencernos. ¡Marcharemos sobre ellos en la plenitud del poder de Jesús y conduciremos a este siglo a un final glorioso!
– Juan 17:21
Es hora de que comencemos a vivir en la unidad por la cual oró Jesús en Juan 17:21. Es hora de que nos apoyemos tanto en los buenos como en los malos tiempos. Es hora de que nos demos cuenta de que nos necesitamos los unos a los otros. Es indispensable. Yo necesito tanto su fe como usted la mía. Juntos podemos enfrentar cualquier cosa y tener la victoria en Jesús.
Permítame explicarle. En Juan 3:34, Dios dice que a Jesús se le dio el Espíritu Santo sin medida. Él era más poderoso que todos los demonios del infierno y todos los espíritus malvados de todas las clases, incluso que el mismo Satanás. Jesús pudo haber derrotado todo el poder de Satanás combinado.
Ahora considere esto. Nosotros somos el cuerpo de Cristo. A cada uno se le ha dado la medida de fe, según Romanos 12:1-3. Esa medida es suficiente para todas nuestras necesidades personales. Sin embargo, esto implica algo más que simplemente nuestras vidas personales. Tenemos un mundo que ganar. Somos la generación de los últimos tiempos. Necesitamos toda la ayuda que podamos conseguir. Pero, gracias a Dios, podemos conseguir toda la ayuda que necesitemos. ¿Cómo? Solo si nos unimos.
Efesios 4:13 dice que cuando nos unimos en la unidad de la fe, tendremos "la plena estatura de Cristo". En otras palabras, cuando el cuerpo de Cristo se una y comience a funcionar como uno, tendremos al Espíritu Santo sin medida, ¡así como Jesús lo tuvo!
Serán entonces cuando los ministerios empezarán a funcionar en la plenitud de sus llamados. Comenzaremos a ver manifestaciones del Espíritu Santo en la medida completa. Veremos a Jesús en plenitud como nunca lo hemos visto antes. Entonces el mundo sabrá que el Padre lo envió.
Entre en esa unidad hoy. Póngase cada día a la disposición de Dios para orar por otros. Comience su día diciendo: "Espíritu Santo, úsame para orar por alguien hoy. Te ofrezco mi medida de fe".
Una vez que verdaderamente nos unamos, los demonios del infierno no podrán vencernos. ¡Marcharemos sobre ellos en la plenitud del poder de Jesús y conduciremos a este siglo a un final glorioso!
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