martes, enero 11, 2011

LA COMUNICACION, UN MEDIO PARA PROSPERAR

“Y el Señor dijo: No está bien que el hombre esté solo. Crearé a alguien con quien pueda hablar”. Ésa es mi versión de Génesis 2:18.

Dios nos creó para conversar unos con otros. Existe un anhelo dentro de cada hombre y cada mujer de compartir sus más grandes sueños, deseos profundos, pensamientos personales y necesidades sentimentales. Cuando una esposa le dice a su esposo: “¡Platica conmigo!”. Ella está pidiendo intimidad, quiere escuchar los sentimientos más íntimos de su corazón y también desea que él la escuche.

Cada relación necesita entablar una comunicación abierta; y es el principio para vivir en el mandamiento del amor —pero esto requiere esfuerzo—. Lamentablemente, la mayoría de parejas no lo realiza. Un reporte actual muestra que el 86% de las parejas divorciadas cree que su matrimonio fracasó por falta de comunicación.

Las familias exitosas no surgen de la nada. Éstas son el producto de invertir tiempo, esfuerzo, estudio y práctica. La comunicación efectiva es una de las habilidades esenciales que necesita toda familia. Y ésta no sólo involucra saber cómo hablarle el uno al otro, sino también cómo vivir en amor. El siguiente versículo es fundamental para nuestra vida: «…Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas» (Mateo 22:37-40).

Su prójimo incluye a las personas más cercanas a usted. Amar a su prójimo comienza por el hogar, amando a aquellos con quienes convive a diario.

Examinemos lo que decimos, y cómo lo expresamos. ¿Somos ásperos y criticamos? O ¿declaramos palabras de ánimo, vida y amor?

Al Señor le importa cómo nos hablamos los unos a los otros. En 1 Pedro 3:8-10 se nos enseña: «Finalmente, sed todos de un mismo sentir, compasivos, amándoos fraternalmente, misericordiosos, amigables; no devolviendo mal por mal, ni maldición por maldición, sino por el contrario, bendiciendo, sabiendo que fuisteis llamados para que heredaseis bendición. Porque: El que quiere amar la vida y ver días buenos, refrene su lengua de mal, y sus labios no hablen engaño».

El versículo 9 de otra versión explica: “Nunca devuelvan mal por mal o insulto por insulto (riñendo, censurando, regañando); al contrario, bendigan…”Discutir o gritar no son formas aceptables de comunicación —tampoco el silencio—. Yo creo que esta clase de comunicación es lo que Efesios 4:29 denomina: Palabra corrompida. El plan de Dios para nosotros es que hablemos unos con otros y que nos comuniquemos en amor.

Las buenas palabras producen buenas familias

En Colosenses 4:6 leemos: «Sea vuestra palabra siempre con gracia, sazonada con sal, para que sepáis cómo debéis responder a cada uno». Es nuestra responsabilidad dar lo mejor que tenemos. Esto ocurre mediante una comunicación de calidad en amor.
En Proverbios 15:23 se nos enseña: «El hombre se alegra con la respuesta de su boca; y la palabra a su tiempo, ¡cuán buena es!». Cuando pronunciamos palabras a tiempo y bien pensadas, producimos y cosechamos ¡gozo! En la Biblia también se nos explican los efectos de las malas palabras y actitudes. En Proverbios 21:9 leemos: “Es mejor habitar en la esquina de la azotea… que compartir la casa con una mujer [¡u hombre!] necia, busca pleitos, criticona” [Traducción libre de The Amplified Bible]. Las actitudes negativas, junto con el mal comportamiento, pueden destruir el espíritu de un matrimonio o una relación. En cambio, las palabras positivas nutren nuestro matrimonio y nuestra familia. En Proverbios 25:11 se explica: «Manzana de oro con figuras de plata, es la palabra dicha como conviene».

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